Niñas y niños gazatíes ya están bebiendo agua de mar, avisaba la representante de UNICEF en Palestina. La escena, aún siendo dura, apela a una realidad en Gaza muchísimo más cruda caracterizada como catástrofe humanitaria sin precedentes. También nos partieron el alma las grabaciones de niños israelíes secuestrados y se podrían seguir añadiendo muchos más ejemplos dantescos de solo los últimos días. Por eso, corresponde insertarlos correctamente en un marco de interpretación que ayude a entender qué ocurre y, a partir de ahí, tomar posición coherente con la defensa de la vida.
Esa política continuada de colonización y apartheid se ancla en un sionismo que aboga por la existencia de un “pueblo elegido”, la pureza racial y una “tierra prometida”
La población palestina sufre una ocupación colonial por parte del Estado de Israel. Dicho colonialismo se hace por la vía militar. Se ocupan tierras, se expulsa a la población y se coloniza con población judía. Así, Israel lleva décadas colonizando e impidiendo la integración de la población palestina que no es exiliada. Colonización y apartheid. Esa política continuada de colonización y apartheid se ancla en un sionismo que aboga por la existencia de un “pueblo elegido”, por la pureza racial y por una “tierra prometida”.
En esas coordenadas ideológicas supremacistas están los discursos de Netanyahu y de las fuerzas políticas sionistas. No se da una “guerra entre Israel y Hamás” como se pretende presentar. Si así fuera cómo se explicaría el bombardeo del hospital de Gaza o las recientes muertes en Cisjordania consecuencia de los operativos militares israelíes, nada de dichos ataques atina con la idea de una guerra entre Israel y Hamás salvo que se dé por bueno masacrar al pueblo palestino para acabar con Hamás.
¿Por qué se están sucediendo manifestaciones masivas en España y Europa en solidaridad con Palestina? ¿Por qué ahora más que nunca? Quizá concurran dos factores a tener en cuenta.
En primer lugar la espectacularización del conflicto ha impresionado y conmovido sin precedentes a la población europea. Los atroces crímenes de Hamás pusieron toda la atención mediática en el conflicto y el lobby mediático israelí quiso servirse de estos execrables hechos para escorar a la opinión pública hacia un apoyo ciego a cualquier represalia. Pero aquí patinó esa estrategia. La población tenía ya formada una idea en torno a qué lleva décadas ocurriendo: hay una potencia agresora, Israel, y una población víctima, la palestina.
La población tenía ya formada una idea en torno a qué lleva décadas ocurriendo: hay una potencia agresora, Israel, y una población víctima, la palestina
Por tanto, el shock por las imágenes de milicianos de Hamás yendo casa por casa fue insertado en ese marco interpretativo en el que hay un conflicto con una potencia agresora y, fruto de ese conflicto, se dan estos episodios. La gente no ha reproducido esa falsa dicotomía que la propaganda sionista (esgrimida por la derecha y ultraderecha españolas) ha querido imponer: o estás con Israel o estás con Hamás.
La gente ha interpretado que las condenables acciones de Hamás son producto de un proceso de colonización y apartheid. Y, no en vano, ya sabe también que ha sido precisamente la inteligencia militar israelí la que más ha beneficiado el crecimiento de Hamás en detrimento de otros interlocutores palestinos y de otras formas de resistencia. Por tanto, una primera razón para explicar las masivas movilizaciones (y las que están por venir) es que la mayoría de la sociedad no quiere callar ante el genocidio de la población palestina, tal y como bien lo definía el exfiscal jefe de la Corte Penal Internacional Luis Moreno Ocampo.
En segundo lugar podemos insertar estas masivas manifestaciones en un despertar de la conciencia de la ciudadanía ante la ofensiva de la internacional reaccionaria. La ultraderecha está haciendo bandera del supremacismo, de la deslegitimación de la ONU, de la vulneración de los Derechos Humanos, del belicismo hacia el exterior y del recorte de libertades allá donde gobierna.
La ultraderecha está haciendo bandera del supremacismo, la deslegitimación de la ONU, la vulneración de los Derechos Humanos, el belicismo hacia el exterior y el recorte de libertades allá donde gobierna
Coherentemente Netanyahu es hoy un adalid del menosprecio de la legalidad internacional, del autoritarismo y del supremacismo. Cuando bombardea a población civil con fósforo blanco o escuelas de la UNRWA en Palestina se sitúa a ojos de todos en la trinchera de la internacional reaccionaria.
Muchas personas que hoy se manifiestan por Palestina tienen conciencia de que defender allí los derechos humanos y la legalidad internacional es también defender la democracia en su país.
Queremos gobiernos, sistemas políticos y organismos internacionales que defiendan la vida y la democracia. Probablemente las imágenes que hoy nos llegan de Gaza tengan un efecto en varias generaciones como tuvieron las imágenes de los brazos numerados de los niños de Auschwitz o de la niña del napalm en Vietnam. La huella en la subjetividad de nuestra sociedad por el horror en Gaza está marcando a varias generaciones y debe servir para que los gobiernos se pongan a su altura moral así como para reconsiderar el olvido al que están condenados otros pueblos que todavía sufren el colonialismo, como el pueblo saharaui.
Toni Valero es diputado por Málaga del grupo plurinacional de Sumar y coordinador general de Izquierda Unida Andalucía.
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