Yolanda Díaz en ocho segundos provocó unas pérdidas de 615 millones a la empresa pública Aena con su anuncio mal explicado para eliminar vuelos de menos de dos horas y media. Y no pasa nada. Sánchez y ella nos invitan al Museo Reina Sofía a presenciar su simulacro de acuerdo de legislatura, pero no permiten ni una sola pregunta a la prensa. Y no pasa nada. Ada Colau sonaba -lo ha rechazado- para próxima ministra de Universidades sin haberse licenciado en ninguna, pero también tenemos un ministro al que echaron de la Universidad por repetir cinco veces primero de Económicas y es hoy ministro de Cultura. Y no pasa nada.

Lo que hace veinte años hubiese provocado una dimisión y un escándalo político hoy ni siquiera es noticia de portada. ¿Qué nos ha pasado? Quizá nuestro nivel de exigencia a la administración pública es tan bajo que todo lo consideramos asumible, o lo que es peor, que a nadie le importa nada. Y a los jóvenes menos. En la manifestación gigantesca de Barcelona contra la amnistía que le van a otorgar a los golpistas del procés, apenas se veían jóvenes defendiendo el Estado de Derecho. Hay 11 millones de jóvenes censados que podrían votar y se abstienen, y es la consecuencia de lo mal que hemos defendido el Estado de Derecho los mayores. Tan mal que España vuelve a ser un país de emigrantes y más de la mitad de nuestro jóvenes piensa irse a otro lugar para poder trabajar, a pesar de las palabras del presidente que asegura “España va como un tiro” o de su segunda y ministra de Trabajo que solo piensa en reducir la jornada laboral a los funcionarios y aumentar las pensiones. Pero ¿quién piensa en los jóvenes? No les preocupan y por eso seguimos siendo el país con más paro juvenil de la OCDE: tres de cada diez jóvenes que quieren trabajar no encuentran empleo y los que lo encuentran en su mayoría es en precario.

En países como Alemania las universidades tienen acuerdos para facilitar apartamentos a los jóvenes con un alquiler justo, aquí ni apartamentos para jóvenes, ni vivienda de protección oficial para las familias. Esto es la selva para el que quiere estudiar, para el emprendedor, para el que quiere empezar un negocio o para los investigadores y científicos. Y luego se quejan desde el gobierno que nos hemos convertido en un país de camareros.

Igual que hizo en Argentina el peronismo o en Venezuela el chavismo, quien mueve los hilos para que esta situación perdure en España es el sanchismo. Estamos en quiebra y catorce millones de españoles pagamos el sueldo o la pensión a diecinueve millones de compatriotas.

Igual que hizo en Argentina el peronismo o en Venezuela el chavismo, quien mueve los hilos para que esta situación perdure en España es el sanchismo

El sector público es la mayor empresa del país y la nómina engorda cada año. Desde que Sánchez es presidente aumentó la deuda pública en más de 300.000 millones de euros y somos uno de los cuatro países más endeudados de la Unión Europea. Y seguimos endeudando nuestro futuro cada día aumentando esa deuda en 200 millones más. A la vez o quizá como consecuencia de ello somos el cuarto país de Europa con la tasa de pobreza más elevada: más de 12 millones de españoles son pobres.

Con esta situación desoladora, el Gobierno que debería estar para resolver y gestionar los problemas está por mantenerse en el poder. Cuando negocian con un prófugo la amnistía, indultan a golpistas y a los suyos, rebajan el delito de malversación o eliminan la sedición, ya casi no le importa a nadie, porque la mayoría de españoles está esperando la paguita de dinero público cada mes, que aunque les mantiene en la pobreza, es una paga segura. No tienen esperanza los españoles a los que les ha tocado vivir estos años extraños, es como un país sin ley, sin separación de poderes y donde todo vale, en el que los partidos son dueños y señores de nosotros y lo deciden todo.

Sin darnos cuenta, hemos dejado de ser una democracia y nos hemos convertido en una idiocracia, en una sociedad que permanece dominada por la estupidez generalizada de la que es difícil escapar, todo está teledirigido, no hay espíritu crítico ni nadie se enfrenta al Gobierno de turno. Y nuestra función de control al poder que es la esencia del periodismo, lo hemos vendido por 30 monedas y una paguita de dinero público a fin de mes.

Estamos asistiendo a una situación insólita en la que no hay información de ninguna clase sobre algo tan trascendental como […]