Es de lo que disponen las personas que se encuentran en Gaza. 3 litros de agua para beber y lavarse. 3 litros de agua, que en la mayoría de casos no son aptos para el consumo humano. No hay más. Y no llegará mucho más con la ayuda humanitaria reducida a 20 camiones o menos al día; ni siquiera 20 camiones cisterna serían suficientes. No habrá más mientras Israel mantenga cortado el suministro. Y si vuelve el suministro, el agua no podrá llegar a toda la Franja, la mayor parte de la infraestructura crítica necesaria para suministrar agua ha sido destruida y dañada en los continuos bombardeos israelíes.
16 años de continuo bloqueo han deteriorado los recursos hídricos hasta el punto de que el agua es imbebible
Antes de este cierre total, varios informes estimaban que más del 90% del agua no era apta para el consumo humano debido a la salinización o la contaminación por nitratos. 16 años de continuo bloqueo han deteriorado los recursos hídricos hasta el punto de que el agua es imbebible.
Arriesgarse a una enfermedad o a una mortal deshidratación es una elección imposible mientras aún dura el agua. El colapso de los servicios esenciales de agua y saneamiento conlleva el riesgo de cólera, ya lo hemos visto en otros contextos humanitarios como Haití, y enfermedades diarreicas. Dos de las principales causas de muerte en menores de cinco años en todo el mundo. A esto hay que sumar que los bombardeos y la falta de electricidad dificultan, cuando no hacen imposible, el rescate de los cuerpos que aún se encuentran bajo los escombros, la preservación de los cadáveres en las morgues o la posibilidad de enterrarlos suficientemente rápido para evitar más enfermedades.
Abrimos el grifo y damos por descontado que saldrá agua limpia, sin límite, lo que necesitemos. Organismos internacionales estiman que las personas necesitan entre 10 y 15 litros por persona al día para beber y mantener una correcta higiene. En el caso de las mujeres embarazadas o que están alimentando a sus hijos, esa necesidad de agua es aún mayor. Sin embargo, ahora mismo solo hay 3 litros disponibles. En Gaza viven aproximadamente 50.000 mujeres embarazadas y se calcula que unas 5.500 de ellas darán a luz el mes que viene, según UNFPA. Con el agua prácticamente agotada en toda la franja, la situación es crítica. Las mujeres embarazadas y lactantes, deshidratadas, tendrán dificultades para producir la leche que necesitan para alimentar a sus bebés y mantenerlos con vida.
Con el agua prácticamente agotada en toda la franja, la situación es crítica. Las mujeres embarazadas y lactantes, deshidratadas, tendrán dificultades para producir la leche que necesitan
Mientras vemos los camiones acumulándose en Rafah esperando turno para llevar la ayuda, tenemos que recordar que no es el único punto de entrada. Existen dos pasos fronterizos más entre Gaza e Israel por donde puede, y debe, llegar la ayuda, agua incluida.
No nos cansamos de repetirlo, Israel tiene la responsabilidad de proteger a la población civil y el no restablecimiento del agua de manera ininterrumpida solo aumentará el desastre humanitario que ya estamos viendo. El acceso al agua es un derecho humano básico, y el bloqueo continuado de Gaza es la negación de ese derecho y una violación del Derecho Humanitario Internacional (DHI). 3 litros de agua no es suficiente.
Soraida Hussein es responsable de género e incidencia en Alianza-ActionAid en el Territorio Palestino ocupado.
Te puede interesar
Lo más visto
- 1 La Policía encontró dinero en un segundo chalé del jefe de la UDEF
- 2 La fiebre de los centros de datos, ¿una burbuja tecnológica o una demanda real?
- 3 “Marruecos ataca a España pero no puede declarar la guerra”
- 4 "Experta en el reparto de responsabilidades durante emergencias"
- 5 Niños prodigio, juguetes rotos: "Los lanzan a la guerra sin espada ni escudo"
- 6 La Policía dice que Miñanco no estaba con Boye en la reunión clave
- 7 Las Grecas, más flamencas que malditas: "Son tan grandes como Camarón o Paco de Lucía"
- 8 Ni esclavos ni mazados: la verdad de los gladiadores que ignora 'Gladiator'
- 9 Ni feminista ni folk: Joni Mitchell, la artista "excomulgada" que reniega de su generación