Bueno, pues ya está, ya tenemos presidente en pleno ejercicio de sus facultades ejecutivas. Este ha sido el resultado más importante de lo ocurrido por la mañana. Pero es un presidente controlado por los acuerdos firmados el día anterior con Junts y con ERC y humillado por los dos portavoces de estos partidos independentistas.
Lo más importante que se produjo el pasado miércoles tuvo lugar entrada ya la noche, con la intervención de Miriam Nogueras y de Gabriel Rufián. Ambos buscaron, y consiguieron, humillar al todopoderoso Pedro Sánchez a base de recordarle que los acuerdos deben ser cumplidos, especialmente los acuerdos firmados en las largas negociaciones entre Santos Cerdán y Jordi Turull como miembros destacados de las respectivas delegaciones negociadoras.
Lo que Miriam Nogueras le recordó al presidente es que en el documento firmado no se hablaba de ninguna manera de "perdón" ni de "reencuentro", que lo que allí había habido era una negociación en toda regla y que los términos empleados por el candidato estaban completamente fuera de lugar.
Y era cosa de ver al presidente, recogiendo velas y prácticamente pidiendo perdón por haber utilizado términos no contemplados en el acuerdo firmado en Bruselas.
Pero es que en ese documento firmado y rubricado por el PSOE está incluido la supresión del Estado de Derecho, dado que se habilitan comisiones parlamentarias para verificar si en sus sentencias los jueces han incurrido o no en lo que ahora se llama lawfare. es decir, en una persecución política a través de las resoluciones judiciales. Lo que en castellano se llama prevaricar.
Eso es lo que pone en el documento firmado que incluye la revisión de lo acordado en una reunión mensual de los verificadores -de cuyos nombres no tendremos noticia, salvo filtración de algún medio de comunicación- y que tendrá lugar fuera de nuestras fronteras ¡en Ginebra! como si nosotros fuéramos incapaces de gestionar los desacuerdos sin volver a los enfrentamientos del 2017.
Entre los acuerdos a que se ha llegado está el reconocimiento de Cataluña como nación y el traspaso del 100% de los tributos a la Generalitat catalana. Y algo más: la existencia de un plan para promover el regreso a Cataluña de las empresas que se fueron de ese territorio con motivo de la incertidumbre existente.
Incertidumbre que se mantiene hoy y que el acuerdo firmado no resuelve sino todo lo contrario. Eso independientemente de que las empresas hará lo que decida su consejo de administración que normalmente tienen alergia a las situaciones de inseguridad jurídica.
Miriam Nogueras advirtió al presidente todavía en funciones, es que no se le ocurriera volver a hablar de perdón porque no era eso lo que se había pactado
Lo que Miriam Nogueras advirtió al presidente todavía en funciones, es que no se le ocurriera volver a hablar de perdón porque no era eso lo que se había pactado. Esto es lo que le dijo después de haber hablado con Santos Cerdán y haber protestado por el tono empleado por el presidente.
"Hemos pasado muchas horas trabajando el relato del acuerdo" en el que "no aparece el diálogo y sí la negociación. No se habla de reencuentro, perdón y medidas de gracia, eso fueron los indultos. La amnistía es otra cosa, es una Ley y una desjudicialización de la política".
Evidentemente, el presidente no podía emplear un tono distinto al que había utilizado porque de otro modo, más de uno y más de dos se hubieran bajado de ese autobús que conduce inevitablemente a la separación de Cataluña. O quizá no.
El caso es que el presidente dijo en su intervención que la ley de amnistía era el camino más seguro para la unidad de España, cosa que a la separatista Nogueras le debió sonar como un trueno.
Y más con la siguiente parrafada del presidente, entonces en funciones y hoy ya en pleno uso de sus facultades ejecutivas. Cito textualmente: "Hemos antepuesto la negociación a la imposición, hemos antepuesto el reencuentro a la venganza. En definitiva, la unidad a la fractura". Y no, no era eso lo que se había pactado en Bruselas.
Por su parte Rufián, menos sutil que Nogueras, le advirtió al presidente que "Tenemos la capacidad para obligarle a acabar con la represión hoy y quizá para obligarle que se vote en referéndum mañana".
Lo que hay aquí es el compromiso de Pedro Sánchez a escuchar a los separatistas y a hacerles el caso que se les ha venido haciendo desde que los siete votos de Junts se demostraron imprescindibles para conseguir su investidura.
Y los separatistas, notablemente los de Junts, le van a obligar a pasar bajo sus horcas caudinas porque de otro modo dejarán caer al Gobierno.
Eso fue lo que quedó claro con las intervenciones de ayer.
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