De entre todos los nombramientos habidos tras la remodelación del Consejo de Ministros, destaca por su importancia el de Félix Bolaños.
Este ministro se ocupa de Presidencia, mantiene Relaciones con las Cortes y ahora incorpora el ministerio de Justicia, con lo cual se convierte en un ministro atrapalotodo y, sobre todo, en la representación de la idea que tiene el presidente de la separación de Poderes propia de una democracia.
Nótese que este ministro bebe de fuentes del Ejecutivo, también del Legislativo y ahora del Judicial. Es llamativa la idea que tiene Pedro Sánchez de lo que debe ser un sistema democrático en su más alterada versión, que es la que encarna en este Gobierno el señor Bolaños. Pero no es culpa suya sino del presidente.
Ahora que el Poder Judicial se ha alzado por primera vez en su conjunto contra la ley de amnistía porque hace saltar por los aires la división de Poderes y porque anula a los tribunales de Justicia en su acción jurisdiccional, ahora precisamente tenemos un ministro que tiene en sus manos la relación más íntima con el Ejecutivo, la relación con el Legislativo y, para asombro de muchos, la relación con el Poder Judicial.
Este, y no otro, es el auténtico superministro de este Gobierno. Las responsabilidades económicas están convenientemente repartidas entre varios ministerios pero, en este caso, la concentración de poder que acumula Félix Bolaños en sus manos nos hace temer lo peor.
Bolaños ya presidía la Comisión de Secretarios de Estado y, además, en la pasada legislatura ya fue titular de Justicia de hecho porque fue él quien negoció la frustrada renovación del Consejo General del Poder Judicial, la reforma del Código Penal, los indultos y la reforma de la “ley del sólo sí es sí”. Así que este es un reconocimiento de sus responsabilidades en la legislatura anterior, en la que Pilar Llop fue nada más que una figura de cera.
Él se ocupará de aprobar las comisiones de investigación que el Legislativo dictamine como adecuadas para que las sentencias judiciales pasen bajo las horcas caudinas del Poder Legislativo para ver si son ajustadas a derecho o no lo son sino que proceden de una persecución de los jueces contra alguno de sus "protegidos", sean estos cuáles sean.
Pero todo eso estará entre las mismas manos. Así que será él quien dictamine cuáles reivindicaciones de los jueces serán más acertadas y cuáles no lo serán, así como negociar con un hipotético representante del Partido Popular los cambios en el CGPJ.
Pero, eso sí, en permanente contacto con la Presidencia del Gobierno, también dentro de sus competencias, que será quien decida los nombres de este improbable -digo improbable porque la situación no invita a ello- intercambio de nombres.
Tendrá que asumir la responsabilidad de tirar por la calle de en medio y votar con arreglo a las nuevas mayorías en el Congreso en exclusiva y prescindir del pacto de siempre con el PP
O, en su defecto, tendrá que asumir la responsabilidad de tirar por la calle de en medio y votar con arreglo a las nuevas mayorías en el Congreso en exclusiva y prescindir del pacto de siempre con el PP. Lo que no sabemos es lo que opinará la Comisión Europea de semejante enjuague. En cualquier caso, no hay quien le arriende la ganancia.
La continuidad de Marlaska es otra de las cosas en que el presidente se ha enrocado porque su cese podría haberse interpretado como una desautorización a su gestión en la que aparecen episodios tan difíciles de digerir tanto políticamente como operativamente, como fue la muerte de inmigrantes en la valla de Melilla o las desautorizaciones judiciales a su política de nombramientos y destituciones en la Guardia Civil.
Era el ministro a quien a nadie habría sorprendido si hubiera sido cesado. Quizá por eso y porque tiene buena información de los secretos que guarda La Moncloa, no se ha procedido a su cese.
Por lo que se refiere a los ministros procedentes de la cuota de Sumar, lo más evidente es que Podemos ha sido borrado del mapa, dado que la cúpula del partido no ha aceptada el nombramiento de Nacho Álvarez como ministro. Con lo cual no ha habido acuerdo. Es de todos modos digna de elogio la actitud del señor Álvarez de resignar todo cargo dentro de Podemos y pasar a la vida civil.
El nombramiento de Pablo Bustinduy es de lo mejor que se ha despachado en esta remodelación "light" que se ha marcado nuestro presidente, aunque los nombramientos de Sumar corresponden en exclusiva a Yolanda Díaz, que sigue ocupando la vicepresidencia segunda y la cartera de Trabajo.
A ella es a la que habrá que agradecer, pues, este nombramiento. No le ha tocado un ministerio de relumbrón pero seguramente podrá hacer algo dentro de él.
En resumen, uno nombramientos destinados a seguir levantando el muro del que nos habló el presidente en su sesión de investidura.
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