Esta no va a ser en ningún caso la legislatura del reencuentro porque lo dejó bien claro el presidente del Gobierno Pedro Sánchez en su discurso de investidura: que iba a levantar un muro que dejara a media España a un lado y a la otra media a este lado, al lado bueno de la historia, el suyo. Y se rio a carcajadas del líder de la oposición ya para entonces Alberto Núñez Feijóo porque no entendió que éste dijera que, a determinado precio, él no quería ser jefe del Gobierno, que se lo dejaba a él.
Eso fue lo que dijo el presidente del Gobierno no hace tanto tiempo, hace tan solo 15 días. Con lo cual toda esta pátina de buenismo es sólo para aplacar los ánimos del respetable para cuando veamos a Carles Puigdemont pasearse por Barcelona tan pichi y sin que nadie pueda detenerle porque le ampare la ley de amnistía.
O cuando eso mismo ocurra con los CDR que practicaron delitos calificados de terrorismo por el juez García Castellón y pasen a ser amnistiados, como más de mil individuos amparados por esa ley de amnistía que ahora está dando sus primeros pasos en el Congreso.
O cuando se lleve a cabo la condonación de la deuda de 15.000 millones procedentes del Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) y los demás tengamos que pagarlo a escote porque es sabido que el dinero es finito. Y no les quepa la menor duda de que ese dinero tendrá que ser repartido entre todos los demás españoles.
O cuando el presidente se enroque en sostenella y no enmendalla con la renovación del CGPJ, a lo cual es muy probable que el líder de la oposición repita como un espejo el enroque del presidente y las cosas sigan como están, que están en un punto crítico para el funcionamiento de los altos tribunales de Justicia de nuestro país.
La estampa de Ribera y Moreno es un trampantojo, es lo que no puede suceder porque ya lo ha dicho el presidente: vamos a levantar un muro para que nunca gobierne "la derecha reaccionaria"
La estampa propiciada ayer por la ministra del ramo, Teresa Ribera y el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, es un trampantojo, es lo que no puede suceder porque ya lo ha dicho el presidente: vamos a levantar un muro para que nunca gobierne "la derecha reaccionaria" que es toda posición que no sea de izquierdas y se agrupe en torno a él.
Ya pueden aprobar leyes favorables a los intereses de los trabajadores que seguramente sea lo que hagan: cuando el Poder Judicial salte por los aires porque sus sentencia no valgan nada, no habrá ley favorable que valga la intensísima impresión Estado de Derecho ha dejado de existir en España.
Además ya le dijo Míriam Nogueras en el transcurso de la sesión de investidura que no se deslizara por términos como reencuentro, perdón y cosas así porque lo que había era una negociación en la que había que cumplir las 1.486 palabras que contenía el acuerdo. Así que está más que claro. Incluye el referéndum de autodeterminación y advierte también que se no se cumple lo acordado no se podrá contar con sus votos.
Todo lo que se nos venda como producto del reencuentro será material defectuoso. Lo que hay aquí es el cumplimiento de una negociación de la que el presidente no se puede salir ni un milímetro. Y que incluye la cesión del 100% de los impuestos que se pagan en Cataluña.
Y la sociedad no anestesiada actuará en consecuencia. Porque se pongan como se pongan este es el episodio más grave de los vividos desde que tenemos Constitución. Una ley de amnistía negociada con los que han cometido el delito, es decir, redactada en parte por los delincuentes, es lo nunca visto en nuestra democracia.
¿Y todo para qué? Como dice Óscar Puente, flamante ministro de Transportes, preguntado por si no hubiera necesitado Pedro Sánchez los siete votos de Junts se habría elaborado una ley de amnistía, y la respuesta fue de una crudeza que hiela la sangre: "Probablemente no, pero sin duda se habría hecho más adelante." Eso ya entra dentro de las hipótesis que el flamante ministro de Transportes maneja con largueza del que no tiene nada que perder con ello.
Por otra parte, la legislatura tampoco se anuncia tranquila en absoluto porque, además, los cinco diputados de Podemos, integrados en la candidatura de Sumar pero no incorporados al Gobierno, cosa de la que ya han protestado airadamente, pueden hacerle un roto muy considerable al Gobierno que ya se sabe que necesita todos los votos y todos al mismo tiempo. Con que falle uno sólo de los diputados de Podemos ya tenemos montado un lio formidable.
Es decir, de la legislatura del reencuentro nada de nada. Esta será, la legislatura del sobresalto. Todo lo más.
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