La aldea de Rekhamari, en la división de Khulna (Bangladés), pronto quedará bajo el agua. Como en todo el país, la ira del cambio climático es aquí una realidad. Sohanur Rahman, portavoz de la iniciativa juvenil sobre el clima Campaña Alerta Roja y buen amigo mío, compartió conmigo un encuentro desgarrador que tuvo con una anciana de Rekhamari. Como el resto del pueblo, pronto perderá su hábitat debido a la ribera que se está erosionando. Sohan, durante su visita reciente a Rekhamari, le pregunta: "¿Cómo estás?". Como respuesta, la anciana esboza una sonrisa. Él vuelve a preguntarle: "¿Por qué sonríes?". La mujer responde: "Qué otra cosa puedo hacer, aquí no hay nadie que nos escuche o que nos apoye; pronto perderé todo lo que tengo". En todo el país vemos millones de estas "sonrisas", pero detrás de cada rostro hay una historia de miedo, desesperación, rabia y sensación de impotencia.
En la 28ª Conferencia Mundial sobre el Clima, que se está celebrando en Dubái, hablaré en nombre de los millones de niños, mujeres y hombres con historias así, que ya están sufriendo duramente las consecuencias de la crisis climática. Bangladés es uno de los países del mundo más afectados por el cambio climático. Solo este año, el país ha sufrido tres ciclones, algo que nunca había experimentado en el pasado, y mientras escribo este artículo, el cuarto ciclón se está acumulando en la Bahía de Bengala. El aumento del nivel del mar hace que muchas ciudades de la costa queden regularmente bajo el agua. Las lluvias, cada vez más intensas, inundan campos y pastos y destruyen los medios de subsistencia de la población. Se calcula que para 2050, una de cada siete personas de Bangladés tendrá que desplazarse debido a la crisis climática.
El Gobierno de Bangladés no dispone ni de lejos de recursos financieros suficientes para ayudar a todas las personas afectadas que lo necesitan
El Gobierno de Bangladés no dispone ni de lejos de recursos financieros suficientes para ayudar a todas las personas afectadas que lo necesitan. Aparte de las inversiones que se necesitarían para armarse contra futuros daños climáticos, es necesario ampliar la protección contra catástrofes y cambiar a una agricultura resistente al clima. Además, Bangladés es solo uno de los muchos países del Sur Global que se encuentran en la misma situación. Se encuentran entre los que más sufren las consecuencias catastróficas de la crisis climática, a pesar de que solo contribuyen con una fracción de las emisiones globales.
Los Estados contaminantes, como España, tienen una responsabilidad histórica y actual. Y el momento de actuar es ahora. Junto con mi organización, Acción contra el Hambre, estoy haciendo campaña en este sentido en la COP28.
Mejorar el acceso del Sur Global a la financiación climática
El objetivo de 100.000 millones de dólares anuales para la financiación internacional de la lucha contra el cambio climático acordado en las negociaciones multilaterales sobre el clima se ha incumplido repetidamente. Como consecuencia, se están retrasando importantes medidas para mitigar la crisis climática y adaptarse al cambio climático, y la confianza entre las partes está disminuyendo. Aunque los países de la OCDE anunciaron recientemente que por fin se había alcanzado el objetivo de los 100 000 millones, la cifra ya no sirve, teniendo en cuenta las crecientes necesidades y el fracaso colectivo de las naciones ricas a la hora de actuar a tiempo. Al fin y al cabo, hay que compensar las contribuciones incumplidas y la pérdida de confianza de los últimos años para poder avanzar en las negociaciones hacia una eliminación de los combustibles fósiles.
se están retrasando importantes medidas para mitigar la crisis climática y adaptarse al cambio climático
Además, el acceso a la financiación climática debe ser más fácil para el Sur Global. Los grupos de población más vulnerables se llevan la peor parte de las pérdidas y daños causados por la crisis climática, y son precisamente estas comunidades a las que a menudo no llegan en absoluto los recursos financieros mundiales. Esto debe cambiar. Hay que poner en marcha más fondos para el clima en cooperación directa con la sociedad civil local, porque los expertos locales suelen ser los más indicados para decidir qué soluciones e innovaciones son adecuadas para cada contexto. Hay que apoyarles para que todos puedan acceder a los sistemas de alerta temprana y a las herramientas de adaptación.
Esto incluye también la puesta en marcha del Fondo de Pérdidas y Daños acordado el año pasado. Desde la última conferencia sobre el clima, se están llevando a cabo negociaciones para determinar qué países pagarán y cuánto dinero, y cuánto recibirán los países afectados: se trata de un proceso largo. Sin embargo, la cuestión es urgente y los fondos se necesitan hoy y no mañana. Y aquí subyace un asunto muy importante: la estructura de gobierno del Fondo de Pérdidas y Daños debe basarse en los principios de equidad, inclusión y justicia. Los países más pobres y menos desarrollados deben tener fácil acceso al fondo.
Reforzar los sistemas alimentarios resistentes al clima
Para muchas personas de todo el mundo, la crisis climática es, ante todo, una crisis de hambre. Aumentan las olas de calor, las sequías y las inundaciones, que destruyen campos, cosechas y fuentes de agua. En 2050, hasta 80 millones de personas tendrán menos comida en sus mesas como consecuencia de la crisis climática (Véase el Sexto Informe de Evaluación del IPCC de 2023). Y nuestra propia producción de alimentos está contribuyendo enormemente a la crisis climática: los sistemas alimentarios mundiales son actualmente responsables de un tercio de las emisiones de gases de efecto invernadero (Véase el Informe especial sobre el cambio climático y la tierra, del IPCC, Resumen para responsables de políticas de 2019) Sin embargo, existen alternativas sostenibles: enfoques como la agroecología ofrecen una forma de conciliar la resiliencia de las comunidades con la sostenibilidad, a través de una producción diversificada, local y ecológica.
En Bangladés, Acción contra el Hambre apoya un programa que ayuda a los agricultores de las zonas inundadas a reestructurar su agricultura. Con nuestros cursos de formación, ayudamos a los agricultores a reconstruir las tierras de cultivo destruidas y les enseñamos métodos agroecológicos innovadores. Creamos estanques para recoger agua y construimos diques para proteger de las inundaciones. Las frutas y hortalizas se cultivan en las orillas de los estanques, en los diques y en rejillas en la superficie del agua. Nuestro proyecto ha aumentado considerablemente los rendimientos de los agricultores de la región.
Ejemplos positivos como este deben ser discutidos en Dubái, cuando los gobiernos hablen de medidas de protección climática en la agricultura. España debería asegurarse de que en esta Conferencia sobre el Clima se hable de la agroecología como un enfoque independiente y prioritario para la protección del clima y la adaptación al mismo.
Nuestro trabajo lo demuestra: podemos marcar la diferencia. Junto con las comunidades afectadas por el cambio climático, encontramos cada día nuevas formas de vivir en un entorno cambiante. Pero, para llevar a cabo esta adaptación con la suficiente rapidez en todo el mundo, necesitamos una voluntad política común y la aportación de los recursos necesarios. Debemos redoblar nuestros esfuerzos de adaptación al cambio climático duplicando el compromiso de los recursos. La financiación actual para la adaptación no es suficiente. Tenemos el deber de ayudar a gente como la del pueblo de Rekhamari, lo que no será posible sin nuestro esfuerzo colectivo. España y los demás Estados contaminantes tienen una responsabilidad crucial en este sentido. Podrían sentar las bases decisivas para ello en esta conferencia sobre el clima de Dubái e infundir una sensación de esperanza.
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Mohammad Akmal Shareef es director de Acción contra el Hambre en Bangladés. Ocupa este cargo desde agosto de 2022. Lleva 25 años trabajando en el sector de la ayuda humanitaria y participa en numerosas iniciativas a nivel regional y mundial para promover la justicia y los derechos humanos de las comunidades excluidas.
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