A mediodía del día después del puente más largo del año sólo había nueve ministros trabajando. Se supone. Los otros catorce, entre ellos el triministro Bolaños, estaban sentados en primera fila en un salón del Círculo de Bellas Artes para ver en vivo la presentación del libro de su jefe. ¡Y luego dicen que en España la productividad es baja!
Pedro Sánchez hizo una presentación de Tierra firme (Editorial Península) coherente con el contenido de su libro. Él es el centro. Todo lo demás sobra. Su visión de los últimos cuatro años en los que él ha estado al frente del Gobierno no es que sea subjetiva, cosa entendible, es que su memoria es tan selectiva que directamente oculta o ignora los hechos y los personajes que no le traen buenos recuerdos.
Resulta increíble que en un tocho de casi 400 páginas no se mencione a Irene Montero, ni a Pablo Iglesias. Ni siquiera a Carmen Calvo. Por no hablar de otros ausentes menores como José Luis Ábalos o Iván Redondo, a quien no le están sirviendo de mucho las alabanzas que semana tras semana le dedica desde La Vanguardia.
¿Cómo contar estos últimos cuatro años sin referirse a las tensiones que vivió el Gobierno por la ley del sólo sí es sí? ¿Cómo se puede echar a la papelera de la historia al vicepresidente Iglesias, que fue quién le permitió gobernar y quien, de paso, le abrió la vía para pactar con los independentistas?
No se habla de Pegasus, ni del cambio de política con Marruecos. Por no salir, ni siquiera salen Marlaska o Albares (este último creo que no se lo perdonará).
Pero sí sale, y mucho, Rodríguez Zapatero, ese gran amigo y confidente. ¡Quién lo hubiera dicho cuando en las primarias el ex presidente se volcó con Susana Díaz!
Así que la presentación del texto no podía contradecir esa visión tan particular de la realidad, tan egocéntrica. La periodista Ángeles Caballero intentó mantener el tipo, preguntar algo de lo que poder arrancar un titular... Tampoco es que sacara el colmillo, al fin y al cabo, uno no va a presentar un libro para poner en un aprieto al autor. Tirando, tirando, logró que el presidente le hablara de ese gran descubrimiento que fue perro sanxe, y el reconocimiento de que no fue una creación de Moncloa, sino algo que surgió: "Los memes son la Alejandría de nuestro tiempo". Eso no sé si es de la pija o de la quinqui.
La presentación del libro del presidente se convirtió en la noticia más importante del día para el Telediario
Pero lo de Jorge Javier Vázquez fue empalagoso. Otro que también quería hablar de su libro. O sea, de la censura que dice que hay detrás de la clausura de su programa en Telecinco. A mí eso me suena a cuento chino.
Pero, en fin, al presidente se le vio relajado. No como en esos programas que forjan una imagen deformada de su persona. Lo de Pablo Motos no se le olvida.
Tan relajado estaba que se tomó a broma lo del mediador. Es decir, que tiene gracia que el PSOE negocie en Ginebra con un fugado de la justicia cosas tan importantes como la celebración de un referéndum y que para ello haya habido que contratar a un intermediario salvadoreño. ¡Qué gracia! Es que me parto.
Y vuelta la burra al trigo, reiteró la cantinela del desequilibrio que hay en las tertulias entre tertulianos de derechas y "socialdemócratas". Dando por hecho que los periodistas se prestan a formar parte de un cupo. "Yo vengo de parte del PP"... "Pues yo del PSOE". Con lo bueno que sería que, sencillamente, fueran sólo periodistas.
El presidente no desaprovechó la ocasión para atizarle a Feijóo, su deporte favorito, y cogió al vuelo una pregunta del ya mencionado Jorge Javier para volver a sacar el asunto del traficante Dorado. "Feijóo demuestra que también es resistente...", ironizó. Y los ministros se reían a mandíbula batiente.
En resumidas cuentas, el acto le sirvió para abrir el Telediario de TV-1, como noticia más relevante, por encima de la guerra en Gaza o cosas menores como la Cumbre sobre el Clima. Claro que Abascal se lo había puesto a huevo. "Vox es el partido del odio y Abascal hubiera sido vicepresidente si hubiera ganado el PP", dijo en tono trascendente. Qué sería de Sánchez si no tuviera un Abascal en el que agarrarse.
La cosa no dio mucho más de sí. Por cierto, ¿no es un abuso de poder utilizar la web de Moncloa para retransmitir el acto de presentación del libro del presidente? Quizás es que hoy estoy un poco tiquismiquis.
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