Por supuesto, Sánchez le ha dado a Bildu la alcaldía de Pamplona, que era algo que hace poco se jactaba de no haber hecho o de no ir a hacer. O sea, que era la última o quizá la única prueba que quedaba de su decencia y la tenía que destruir pronto, para proteger su reputación. Parecía que no, pero todavía estaba ahí esa mancha, esa vergüenza, esa cosa que había dicho Sánchez y que aún se mantenía cierta e intacta, como la promesa de algún caballero antiguo con palabra, bigotito y florete finos y rectos igual que manecillas de reloj (los que practican esgrima parece que dan una hora de campanario con sus poses y muecas).
Te puede interesar
Lo más visto
- 1 Telefónica no cedió a la presión de Sánchez para defender la causa de Begoña Gómez
- 2 'El Ministerio del Tiempo' cumple diez años: todos sus secretos
- 3 La cocaína navega por el Guadalquivir
- 4 Trump se la juega a Jordania: “Es una declaración de guerra”
- 5 La larga lista de falsos infiltrados que ETA asesinó
- 6 Las siete casas que acorralan a Ábalos un año después del inicio del 'caso Koldo'
- 7 Junts ordena silencio tras el primer comunicado del verificador
- 8 Raúl Verdú, PLD: "Somos mejores que SpaceX en algunas cosas"
- 9 Avance de 'Sueños de libertad' este lunes 24 de febrero