Joseba Asiron, nuevo viejo alcalde de Pamplona, yo creo que nació para eso, para recibir un bastón y no saber qué hacer con él, como un pastor al que le dan una batuta. El proyecto de Bildu, el proyecto que Sánchez le está subvencionando a Bildu, quiero decir, a lo mejor consiste exactamente en eso, en ir colocando pastores y lobos de la patria vasca bien repartidos. A veces el pastor tiene pinta de director de banda de cornetas, como Asiron, y a veces el lobo tiene pinta de lobo con flauta, cuando no de gudari quinqui, de aberchándal de tactel. Pero en ningún caso están ahí para gobernar sobre los autobuseros, arreglar el alumbrado o hermosear los parterres. Están ahí para ir tomando posiciones con vistas a convertir toda su patria en campo santo o en camposanto, y en esto Pamplona era fundamental. Ni el pastor sabe qué hacer con la batuta, ni el lobo sabe qué hacer con la flauta, ni Bildu sabe qué hacer con una ciudad salvo pintarrajear etarras en las paredes, como pósteres de Los Chichos, e ir haciendo la limpieza étnica e ideológica, que antes se hacía con plomo, con el camión de la basura municipal. Es lo que está impulsando Sánchez, esta milicia con escoba y rastrillo.
Joseba Asiron ni siquiera defendió un programa durante la moción de censura, que a ver para qué. Se limitó a agitar luego el bastón, como un sioux con rifle, con su “palo de fuego”, mientras bajo el balcón sanferminero y cencerrero los suyos gritaban “independencia”, que es el programa que llevan, ya digo, para los asfaltados de la ciudad, el acicalado de los jardines y el saneamiento de las cuentas. Asiron, que estaba entre dar el chupinazo, plantar una cucaña y sacar la camiseta de un etarra como si fuera Camarón, exhibía el bastón, el rifle, el pendón, el jamón o el trofeo ganado en el concurso de esquilar, que se trata de eso, de ir ganando plazas con las que ir formando el mapa mitológico que luego se exigirá como mapa político, social, ideológico y orográfico, que para ellos es lo mismo. Y Pamplona es algo así como su Rus de Kiev o su Jerusalén, que se está diciendo ahora mucho, con símil putinesco o navideño.
Asiron, con el bastón como un hueso de mamut, lo que tiene no es un gobierno local sino una chincheta en ese mapa de operaciones o de estrangulador que tiene Bildu siempre en la cabeza y en la pizarra
Joseba Asiron, con el bastón como un hueso de mamut, lo que tiene no es un gobierno local sino una chincheta en ese mapa de operaciones o de estrangulador que tiene Bildu siempre en la cabeza y en la pizarra, y que es evidente como es evidente todo en Bildu y en Sánchez. Pilar Alegría, que está la pobre ahí como para negar día tras día la evidencia y su apellido, insistía en la dimensión local, pequeñita, apenas fuentes municipales y casitas de pájaros, que tiene la operación tanto para Bildu como para el PSOE. Pero la verdad es que los ministros de Sánchez son ya como plañideras dadas la vuelta, con luto inverso de negar triste y falsamente al muerto que está ahí de cuerpo presente, sea el bilduetarrismo, el independentismo, el ultraizquierdismo, el iliberalismo, o todo ello a la vez, junto y mezclado en un morral. Todas estas plagas de las que Sánchez es ahora santo patrón, patrón incluso sanferminero, a cambio de mantener su colchón de peluche monclovita.
De Joseba Asiron, o de toda su banda de música del día de los muertos o de la fiesta de gigantes y cabezudos de la raza, dicen que son pacifistas, que el alcalde con palitroque reverdecido incluso firmó en su tiempo un comunicado de condena por el asesinato de Tomás Caballero. O sea, que estamos cometiendo una gran injusticia contando en Bildu sólo los etarras que van en sus listas, en sus pancartas y en sus corazones (ellos son como beatas alpargateras con escapulario de etarras), y olvidando a los pacifistas. Lo que uno se pregunta, claro, es qué clase de pacifista, de arrepentido, de compungido, de abatido por toda la muerte, el odio y el dolor que trajo ETA, progresa en una coalición que tiene a terroristas de candidatos, de héroes, de inspiración y de estrellas del pop de gasolinera.
Joseba Asiron, pacifista de santos con pistola, alcalde de trabuco estilizado y alegórico, como una trompeta de ángel anunciador; Joseba Asiron, que es como un árbitro de tercera en el partido amistoso entre la paz y el coche bomba; Joseba Asiron, en fin, como otros pacifistas de Bildu, no parece que esté demasiado incómodo ni se muestre especialmente crítico ni receloso ahí, durante el recuerdo, la reivindicación, la defensa, la misa diaria, la gamberrada diaria o la festiva vuelta ciclista que le sigue haciendo Bildu a ETA, a sus objetivos, a sus métodos, a su patriotismo y hasta a sus rumbas. Debe de ser un pacifismo bastante flexible, o sólo un pacifismo táctico o de camuflaje, que es ése que les sobreviene a algunos cuando se dan cuenta de que las balas cuestan más caras que las chinchetas, las escobas, los bieldos y los bandos municipales para conseguir lo mismo: limpieza, purga y humillación. O sea, que la violencia y el asesinato ya no son una inmoralidad sino sólo un desperdicio de recursos. Así salen sus hombres de paz, como Otegi, como un revendedor de muelas de muerto.
Joseba Asiron, pastor con batuta entre lobos con flauta, ya es alcalde de Pamplona, o vuelve a ser alcalde de Pamplona, en realidad. Pamplona ya es otra vez botín bilduetarra, fortín de la causa y mural dedicado al espíritu bandolero y romántico de ETA, como un mural habanero del Che. La diferencia es que ahora lo hace con apoyo del PSOE de Sánchez. Bildu sigue sin condenar a ETA y no lo hará, como el comunista no condenará nunca a Lenin, que el fanatismo no es tener una idea loca sino mantenerla siempre por encima de la moral y de la humanidad. Pero la cuestión de la inmoralidad retrospectiva no es tan dolorosa como su triunfo aplazado, el que disfruta ahora con Sánchez, que la ha convertido en democracia, normalidad y salubridad. Llevo un tiempo diciendo que no hay que refutar a ETA, ni al independentismo, ni a los lobos con flauta o pistola, que hacen lo de siempre y no engañan a nadie. No hay que mirar a un alcalde con leño o as de bastos etarra en las manos, sino a Sánchez, su santo patrón.
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