El pronóstico de todas las encuestas se cumplió. Donald Trump obtuvo una victoria aplastante en los caucus de Iowa celebrados este lunes 15 de enero. La victoria del ex presidente no es algo que nos deba extrañar, si tenemos en cuenta la enorme popularidad con la que goza entre la base republicana. Según la media de sondeos que recoge el portal FiveThirtyEight, Trump lidera las preferencias a nivel nacional con un 63% de las intenciones de voto, a una distancia abismal de sus dos rivales más sólidos, la ex embajadora ante la ONU, Nikki Haley, y el gobernador de Florida, Ron DeSantis, ambos empatados al 12%.
Estos datos son remarcables si tenemos en cuenta que la historia reciente nos muestra que los procesos de primarias suelen ser bastante abiertos, con una batalla feroz en el seno de cada partido: pongamos como ejemplo las primarias demócratas de 2016, entre Hillary Clinton y Bernie Sanders; las republicanas de 2016, que consistieron en un Trump contra "todos" o las demócratas de 2020, donde un Biden prácticamente derrotado resurgió de sus cenizas gracias al apoyo crucial del votante afroamericano en Carolina del Sur y la alianza con el resto de candidatos para frenar en seco las aspiraciones de Sanders.
Por el contrario, se intuye que las primarias republicanas de 2024 van a ser todo lo contrario: aburridas, previsibles y lo que podríamos llamar como "un paseo por el campo". Esto es así porque Trump lo tiene todo en cara para ganar y aunque todavía quedan estados (el martes 23 de enero se deciden las primarias de New Hampshire), los datos de los que disponemos en Iowa así nos lo corroboran.
Antes de todo, cabe recordar que Iowa celebra los conocidos como caucus, es decir, en vez de ir a votar en una urna por un candidato (como en las primarias), se celebran asambleas en polideportivos o recintos a lo largo del estado, donde la multitud, previo registro como votantes republicanos, se congrega. Ahí, se hacen alegatos y discursos durante unas horas a favor de los diferentes candidatos por parte de los "líderes del caucus" y posteriormente, la asamblea vota por el candidato que más les ha convencido. Por consiguiente, el esfuerzo que conlleva de este proceso provoca que sean los votantes más politizados y tradicionalmente aquellos que cuentan con un perfil ideológico más extremo los que deciden acercarse a votar. Una pista de ello nos las ofrece el sondeo a pie de urna elaborado por la CNN: prácticamente la mitad de los que asistieron a los caucus de Iowa (el 46%) se consideraba parte del movimiento MAGA (el acrónimo de Make America Great Again), es decir, el núcleo duro de apoyo popular a Donald Trump. Prácticamente, uno de cada dos participantes es acérrimo a la figura del expresidente.
Iowa es un Estado eminentemente conservador, rural y con poco peso de las minorías raciales. Aunque Barack Obama lo ganó tanto en 2008 como en 2012, ha apostado dos veces por el candidato populista, obteniendo Trump una victoria cómoda con el 53,1% de los votos en 2020, contra el 44,9% de Biden. Por estas características demográficas, podemos obtener ciertos datos que nos llevan a la convicción a la que apuntábamos anteriormente.
En primer lugar, el peso del votante blanco evangélico: en el caucus de Iowa, según el sondeo de la CNN, representó el 55% del total de los participantes. Esta cifra, sin lugar a duda, se disparará cuando las primarias avancen a los Estados del sur (conocidos popularmente como el Bible Belt). Pongamos el caso de Carolina del Sur, donde el 67% de los votantes en primarias republicanas de 2016 se consideraba de esta confesión. Pues bien, Trump ganó en Iowa entre este segmento de población con un 53%, contra el 27% de DeSantis y el exiguo 13% de Haley: prueba de ello es el resultado en el condado de Lyon (en la punta noroeste de Iowa), un bastión de población evangélica, donde Trump se impuso con el 58,7% de las preferencias en el caucus.
La población evangélica, uno de los puntales de las primarias de 2016, le continúa siendo fiel y esto hace probable que coseche amplias victorias
De hecho, esta franja es crucial, porque indica que los evangélicos, uno de los puntales de la victoria de Trump en las primarias de 2016, le continúa siendo fiel y esto hace altamente probable que el magnate coseche victorias amplias cuando tengamos primarias en toda la parte sur del país. En otras palabras, por mucho que Nikki Haley haya sido gobernadora de Carolina del Sur, lo tiene muy difícil si su apoyo entre este tipo de feligreses es tan sumamente exiguo.
En segundo lugar, el nivel de estudios: Iowa cuenta con un peso de la población blanca sin estudios universitarios mayor que los estados de la costa, más dinámicos a nivel económico y demográfico. Donald Trump se hizo con el 67% de los votos de este perfil, pero consiguió ganar también, por un estrecho margen, (con el 36% de los votos) entre los blancos con estudios. Se repite pues, la tónica habitual: el mensaje nacionalpopulista – proteccionismo económico, conservadurismo social, aislacionismo internacional y de profundo rechazo a la inmigración y a los medios de comunicación- continúa haciendo mella ocho años después.
Llama la atención como precisamente, De Santis (con el 26%) y Haley (29%) ganan más presencia entre aquellos con más nivel educativo: sería una buena noticia, paradójicamente, si fuesen candidatos demócratas, ya que las capas de población con mayor nivel formativo han ido abandonando el Partido Republicano, movimiento inverso que han hecho los votantes de menor formación. En otras palabras, Trump apela a una base electoral más identificada con el ADN del "republicano medio" actual y con determinados grupos de población que le son fieles de cara a las elecciones presidenciales.
A todo ello cabe añadir que a pesar del torrente de problemas judiciales que arrastra el expresidente, nos consta que hay una base sólida (alrededor de dos terceras partes de los republicanos) que le sigue a pies juntillas en dos cuestiones clave: un 66% de los participantes del caucus de Iowa cree que Biden no ganó legítimamente las elecciones presidenciales del 2020 y a su vez, el 65% cree que Trump está capacitado para ocupar el Despacho Oval a pesar de si recibe una condena judicial.
Aunque la gran mayoría de los estadounidenses condenan el intento de asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, alentado por las proclamas falsas de Trump sobre un presunto fraude electoral, hay una clara tendencia a converger en torno al relato del expresidente, con independencia de la gravedad de lo que supuso este capítulo para la vida institucional del país.
En New Hampshire veamos un resultado mucho más ajustado porque es un estado menos conservador y porque se celebran primarias donde votan también independientes
Como se puede ver, los datos son bastante claros. Trump goza de una buena salud electoral entre las bases republicanas. Es probable que en New Hampshire veamos un resultado mucho más ajustado, pero esto se debe en buena medida, a que nos encontramos en un estado menos conservador en líneas generales (Biden se impuso con un 52,7% contra el 45,4% de Trump en 2020) y por el modo de funcionamiento de sus primarias, donde se permite el voto de tanto los votantes registrados como republicanos, como de los independientes, lo cual añade una cantidad importante de ciudadanos con postulados más moderados que los de Iowa. Incluso si Nikki Haley consiguiese la hazaña de ganar dicho lugar, se enfrentaría a un muro en los estados conservadores (con un patrón demográfico más similar al de Iowa).
Es difícil decir "nunca" en política. Precisamente, Trump ha conseguido forjar una coalición electoral a base de romper esquemas y consensos en una sociedad, como la americana, fuertemente encorsetada por los traumas en las cuestiones raciales y por las olas migratorias constantes en su historia. Aunque las elecciones de noviembre estarán reñidas, debido al clima de polarización existente en el país, parece inevitable el duelo Trump contra Biden.
Tian Baena es politólogo.
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