Las miradas más afiladas de la Villa y Corte han podido apreciar estos días que los brujos del zapaterismo mediático han recurrido a la nostalgia para intentar rescatar al bicho, que de tantos puyazos que se ha llevado últimamente parece débil y desconcertado; con respiración nerviosa y a la búsqueda de un poco de oxígeno. No es la primera vez que las terminales mediáticas de Pedro Sánchez lanzan los globos sonda al cielo y tiran las zorras al gallinero para intentar salvar a su jefe. Lo que ocurre es que, a lo mejor, esta vez su efecto ha sido muy escaso; quizás porque el ruido de los escándalos que persiguen al Gobierno es mayor que nunca.
Han debido quedarse todos estos mandarines como quien vuelve al lugar donde fue feliz, pero encuentra una casa en ruinas y concluye que la nostalgia y el apego le han vuelto a traicionar. No hay nada más estúpido que aferrarse a un recuerdo distorsionado y hay quien en estas últimas semanas ha caído en esa trampa, que es la de pensar que "la agitación" que le funcionó al PSOE cuando a Zapatero le crecieron los enanos, podría ayudar en la actualidad. Lo más curioso es que los argumentos de toda la tropa mediática han sido los mismos: desprecio a la derecha, Prestige, terrorismo y 'talante' en lugar de 'talento'. Sobra decir que han actuado de forma coordinada, aunque fallida.
Así que apareció Jordi Évole el pasado domingo por la noche con un reportaje sobre el 11-M que coincidió en fecha -y casi en forma-con un reportaje de El País Semanal dedicado al mismo tema. Es curioso que esta semana, la actual, termine en día 10, una fecha antes del 20 aniversario de la matanza terrorista; pero que, sin embargo, estos dos medios de comunicación hayan actuado con tanta premura, que es la misma por la que ha optado Radiotelevisión Española para estrenar su documental sobre el asunto. A lo mejor, y sólo a lo mejor, tiene que ver con la trama de Koldo y compañía.
George Bush redivivo
La premiere estuvo acompañada por la publicación en RTVE Play de una entrevista entre Lorenzo Milá y George Bush que se grabó el 12 de marzo de 2004 y que fue guardada en un cajón por orden del Ejecutivo de José María Aznar, en otra muestra más de que el fin de la censura previa está por llegar a los medios públicos. Alfredo Urdaci -colaborador que ha transmutado en víctima- ahora dice que sufrió fuertes presiones en aquellos días, en los que seguramente calló para salvar el tipo, como todos los que suelen clamar contra el poder a posteriori.
Observar a Bush en pantalla 20 años después demuestra principalmente dos cosas: la primera es que la televisión pública fue y es presa del que manda
Observar a Bush en pantalla 20 años después demuestra principalmente dos cosas: la primera es que la televisión pública fue y es presa del que manda; y que los casi 25.000 millones de euros que se han empleado desde entonces para gestionarla han ido dedicados, en una parte, a la propaganda.
Sobra decir que la maniobra de ocultación de esta entrevista no ha sido la única que ha sucedido durante estos años. De hecho, entre Casa Real y el Gobierno de Mariano Rajoy 'recomendaron' en su día a RTVE que renunciara a emitir el documental sobre la vida de Juan Carlos I que grabó el cineasta francés Miguel Courtois, que incluía una larga conversación con el emérito. ¿El motivo? Había en marcha una operación para fortalecer la monarquía y convenia que las cámaras mostraran a Felipe VI, y no a su padre, que, bueno… todo eso.
El filme se estrenó hace tres años en horario nocturno, más de 2.000 días después de su grabación. Se programó en pleno agosto, lo cual equivale a desactivar una bomba en medio del monte, con el terreno perimetrado y las carreteras cortadas. Estas cosas siempre se hacen de la misma forma: el poder recomienda a los directivos de 'lo público' una forma de proceder y quien no acepta, ya sabe lo que hay. Así que se puede decir que cuando los medios del régimen -el de turno, me refiero- recurren a estas estrategias mediáticas es porque alguien lo ha consentido desde su puesto en lo público. O en lo público-privado, que básicamente es la forma jurídica de todo el sector, regado con constante maná en forma de publicidad institucional.
Naufragios y mareas de plástico
Tocó en 2014 esconder al emérito y 10 años antes a George Bush, con la misma lógica que provocó que fuera menester hace unas semanas establecer comparaciones entre el hundimiento del Prestige y la 'marea' de bolas de plástico en Galicia para intentar ganar unas elecciones. Como quienes están al mando de la política de comunicación y la asesoría de Pedro Sánchez -o de los medios más afines- proceden de aquella época, a lo mejor pensaron que todo eso iba a funcionar para paliar los efectos de la Ley de Amnistía o de las corruptelas de la pandemia. Ahora que se aproxima el 11-M, ha tocado aprovechar la efeméride para tal fin.
¿Ha funcionado la estrategia? Quizás sea una falsa impresión, pero diría que lo que hasta hace no mucho servía para desviar la atención de la opinión pública sobre lo importante o lo incómodo, ahora ha perdido fuerza; no tanto porque Prisa, RTVE y sucedáneos hablen en un tono más bajo, sino porque los escándalos son más difíciles de disfrazar. Lo que antes servía para desgastar al adversario, ahora parece que equivale a escupir al cielo. Los resultados de la izquierda en Galicia son una buena prueba de ello. Pobre Yolanda Díaz... mancharse las rodillas en la playa para eso.
Pero es lo que tiene deformar y malinformar, que cuando se utiliza de forma constante, a uno acaban por dejar de hacerle caso. El mejor ejemplo es el de la amnistía, que, al igual que los indultos a los líderes del proceso soberanista, iba a servir para “tender puentes con Cataluña y poner fin al conflicto político”. Mientras eso sucede, Carles Puigdemont llama a prepararse para la vía unilateral, mientras Pere Aragonès insiste en que el objetivo es la independencia. ¿De qué sirve disfrazar a la mona si chilla, muerde y araña igual?
Más de lo mismo ocurre con las corruptelas pandémicas, que afectaron al principio a José Luis Ábalos y Koldo García; pero que ya penden sobre Grande-Marlaska y Francina Armengol; además de amenazar a la propia Begoña Gómez por sus historietas con el 'capitalismo de amiguetes' patrio durante esa época. Así que hablarán de terrorismo, de Bush, de mareas de plástico y de talante con las “naciones históricas”, pero esta vez parece que todo es tan evidente y burdo que no lo camuflarían ni encalando la Moncloa de arriba a abajo. Pudieron Pedro y sus aliados avisar con credibilidad durante una época de la venida del lobo. Ahora, hay quien ya ni se inmuta con sus alertas antifascistas y con sus cuentos de 2003.
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