La Constitución es clara en su artículo 134.3: "El Gobierno deberá presentar ante el Congreso de los Diputados los Presupuestos Generales del Estado al menos tres meses antes de la expiración de los del año anterior".
El término “deberá” no deja mucho margen respecto a delimitar una obligación. De hecho, prorrogarlos (134.4) es una medida que llega cuando, una vez presentados, no se aprueban en el Legislativo.
Alguna que otra vez me habrán leído quejarme sobre los gobernantes que le buscan las vueltas a la ley pero luego no saben gobernar sin prometer arreglarlo todo con ellas. Lo digo porque el Gobierno de Pedro Sánchez se ha escudado en unas elecciones para no sacar adelante los Presupuestos.
Con la negativa a presentar Presupuestos, Sánchez ha logrado dos cosas: regalarse un año y, sobre todo, evitar una derrota parlamentaria que le pondría demasiado en evidencia
Las elecciones catalanas, argumentativamente, han roto la baraja porque pueden “cambiar el tablero político”. Pero seamos serios: el equilibrio de fuerzas identitarias, nacionalistas o independentistas (hagan su elección) es tenso y en apariencia poco variable; en el parlamento vasco, en el Parlament y en el Congreso de los Diputados. Es más, si fuera por las elecciones gallegas, y visto el éxito de Sumar… No sigo porque la demagogia es demasiado sencilla.
Al mismo tiempo, estamos ante el Gobierno que más Reales Decretos ha aprobado. Estoy convencido de que si pudiera aprobar los Presupuestos vía Real Decreto, lo haría. De hecho, siguiendo su normal línea de actuación, metería la convalidación de los Presupuestos en un paquete con alguna subida de Pensiones y de SMI para que, cuando algún partido votara en contra porque los Presupuestos le parecieran inasumibles, pudiera decir que ese voto negativo refleja, no sólo que se está en contra de las cuentas más sociales de la historia de España sino también en contra de los pensionistas y los sueldos dignos.
Como decía, en este caso la pirueta argumental ha sido la convocatoria electoral en Cataluña y una frase que me recuerda a cierto tipo de famoso que, cuando le preguntan delante de una cámara sobre cómo le va la vida, responde “muy bien, con muchos proyectos, gracias a Dios”. En este caso, la frase que sale de Moncloa es que Pedro Sánchez "ordena trabajar ya en los de 2025” y busca transmitir esfuerzo y orientación. Es lo que tienen las perífrasis verbales, que esconden más de lo que expresan.
Aquí yace lo importante: tácticas argumentativas aparte, resulta que, en realidad, con la negativa a presentar Presupuestos y con la prórroga, Pedro Sánchez ha logrado dos cosas: (1) regalarse un año y (2) evitar la exposición a una derrota parlamentaria que le pondría demasiado en evidencia, sobre todo después de la primera intentona con la Ley de Amnistía y el cerro de cesiones que ha debido asumir para poder aprobarla a la segunda.
Evitar exponerse a la derrota me parece la ventaja más interesante de las dos. Cierto que buscar más tiempo en el poder no es una cuestión menor. No por predecible (a estas alturas…), sino porque es habitual en Pedro Sánchez ganar tiempo y que, como en el rugby, la pelota vaya hacia delante, se aleje de la línea de marca propia y cuando todos hayan corrido hacia donde ha caído el balón, pues ya veremos.
Pero evitar una votación que perdería es más interesante porque funciona por elipsis. Piénsenlo: ¿Se han preguntado lo que se ha ahorrado Pedro Sánchez? Negociaciones, dar explicaciones de con quién se sienta, con quién no, de dónde serían esas negociaciones, las filtraciones de los partidos que participan en la negociación –que en el caso de Junts tendrían lugar ante las cámaras–, las exigencias de cupo para Cataluña, la prensa abriendo la mayoría de los días con las consecuencias de todo ello… Y el desgaste, el deterioro que supondría para Pedro Sánchez verse arrastrado en una negociación con la que ni los propios van a tener mucho margen para la comprensión.
Perder la votación evidenciaría una debilidad de la que se estaría hablando hasta las elecciones. ¿Las catalanas? No, las generales.
La decisión de no presentar Presupuestos y su excusa me parecen un ejercicio de melancolía. Y apuesto que, para mucho dirigente socialista, engancha con la nostalgia de aquella noche de julio en la que un sonriente Pedro Sánchez dijo desde un andamio en la calle Ferraz “somos mayoría”.
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