El día 8 de abril nos llegó la noticia que la corbeta Serpukhov había sido atacada frente a las costas de Kaliningrado, en el Mar Báltico. Parece un hecho más de la guerra entre Ucrania y Rusia, pero tiene su especial relevancia porque significa que la Inteligencia ucraniana opera sin problema en el enclave ruso del corazón de Europa. Territorio de la antigua Prusia Oriental, conocida en alemán como Königsberg y ubicada actualmente entre Polonia y Lituania, pasó a depender de la administración soviética en 1945, y posteriormente formó parte de la Federación Rusa.
El ataque a la corbeta Serpukhov se tiene que leer en dos sentidos. El primero es que el frente de guerra no solamente se ciñe a una línea en territorio ucraniano, un hecho que ya venía comprobado con la caída de drones rusos en Rumanía, las amenazas de los puertos fluviales ucranianos del Danubio o el hundimiento de diferentes barcos en el Mar Negro. Pero en este caso ya no se trata de territorios aledaños a Ucrania. Y el segundo sentido es que existe una base rusa en el mar Báltico. Rusia no solamente está más allá de Bielorrusia y Ucrania, está también entre Polonia y Lituania, por lo que el corredor de Suwalki se convierte en una zona más caliente aún.
Si hacemos pedagogía de la seguridad comunitaria, nos encontramos pues que no solamente se trata de una cuestión de la OTAN, como muchas veces de afirma. El riesgo que supone un posible ataque en el corredor polaco-lituano compromete la seguridad comunitaria europea en primera estancia, y después a la alianza atlántica.
Debemos recordar que existen tratados comunitarios europeos vinculados a la defensa mutua, y, en consecuencia, aun apartando a la OTAN de la ecuación, los compromisos de la UE siguen vigentes, y como Estados miembro vinculantes. Recordemos que algunos de ellos se activaron con la guerra híbrida del presidente bielorruso, Aleksander Lukashenko, movilizando miles de personas hacia la frontera polaca, teniendo como consecuencia una revisión del Frontex en el Este.
El enclave ruso de Kaliningrado ha sido uno de los puntos olvidados de la guerra de Ucrania en muchos aspectos. Si bien desde el Este de Europa sí han sido conscientes de ello, y las noticias sobre las amenazas bielorrusas y rusas de unir el territorio ruso con el bielorruso han sido una constante, aquí no nos han llegado con la misma intensidad. Esto es uno de los principales motivos por el cual la percepción de invertir en Defensa se lee de manera diferente en Polonia que en España. La integridad territorial polaca también está en juego en este conflicto, como la de Estonia, Letonia y Lituania, y han sido amenazados por el gobierno ruso a través de los discursos de Dmtri Medvedev, vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, y en multitud de tertulias de personas cercanas al Kremlin.
El frente no está a 500 kilómetros de la frontera de Rumanía, ni en el Danubio, frontera de la Unión Europea. También está entre Polonia y Lituania
Debemos recordar, además, que la región rusa de Kaliningrado sirve también como base para los misiles con capacidad nuclear Iskander, los cuales pueden llegar a diferentes capitales europeas como Copenhague, Berlín, Vilna y Riga. Así pues, no se trata, como decíamos anteriormente, de un asunto entre Ucrania y Rusia, sino que la amenaza rusa sobre los estados bálticos, Polonia o Dinamarca es una realidad. Tal como recordó el ministro de Asuntos Exteriores de Polonia, Radoslaw Sikorski, al Gobierno alemán, los misiles rusos de Kaliningrado alcanzarían Berlín, de la misma manera que actualmente los misiles rusos llegan a Ucrania. En este sentido, debemos ser conscientes de la importancia de tejer una cooperación militar consecuente.
En conclusión, el ataque contra la corbeta Serpukhov debería hacernos reflexionar sobre la perspectiva que tenemos de riesgos y amenazas. El frente no está a 500 kilómetros de la frontera de Rumanía, ni en el Danubio, frontera de la Unión Europea. También está entre Polonia y Lituania, y no sabemos hasta qué punto la voluntad de anexionar el corredor de Suwalki solamente se queda en retórica ultranacionalista. De la misma manera que los misiles rusos no solamente apuntan hacia Kiev, sino que también lo hacen hacia capitales europeas, y las tienen a su alcance desde sus bases.
Recordemos siempre que dos días antes de la invasión a gran escala de territorio ucraniano el Gobierno ruso negó que fuera a invadir nada. Ahora debemos fijarnos también en Kaliningrado y Suwalki, y por tanto otra vez tendremos que escuchar a Polonia, quien gestiona esta tensión desde los noventa.
Guillem Pursals es doctorando en Derecho, máster en Seguridad, especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado.
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