Alicia siguió al conejo blanco y se adentró en un mundo muy diferente al que conocía. No le sonaba nada de lo que veía, pero le dijeron que aquello era 'la verdadera realidad'. Allí dicen que hay paz en el País Vasco y que la violencia es cosa del pasado. De cuando los pistoleros todavía abrían fuego contra sus objetivos. Ahora no hay agresiones, sostienen. La izquierda abertzale está representada por Bildu; y no por ETA. Por tanto, ante este escenario de 'normalidad', afirman que la palabra debe dominar sobre los intereses y los rencores. Olvidar, obviar y celebrar han de ser las tres funciones básicas. Así, hasta los 25 años de paz e incluso más allá.
En el mundo que conocía Alicia antes de que el lepórido le mostrara 'la nueva realidad' -la mediática, la moldeada por la propaganda- se consideraba que las víctimas lo son durante toda su vida, durante la paz y durante la guerra. También sus familiares. En su mundo irreal y equivocado, Alicia pensaba que ninguna sociedad puede considerarse libre de conflictos cuando sus individuos no tienen la misma facilidad para expresar sus ideas. Cuando los que mataban pueden recibir homenajes en las plazas públicas, pero los hijos de los muertos deben permanecer callados para no ser etiquetados. Para “no provocar”. ¿A quiénes? Eso no importa. Lo importante es quedarse con un mensaje: no provocar.
Una evidente labor de maquillaje
La propaganda ha descrito la existencia de un país de las maravillas en el que no hay ningún tipo de violencia y en el que nada de esto ocurre, pese a que suceda todo el rato. Lo demostró el otro día el candidato de Bildu a lehendakari, Pello Otxandiano, cuando se negó a reconocer a ETA como un grupo terrorista. ¿Qué es el terrorismo? ¿Los GAL? Todo depende de dónde se sitúe el nivel moral, vino a decir. El discurso no era nuevo, así que sólo sorprendió a quien se quiso sorprender. Es decir, a quien necesitaba utilizar esas palabras para remontar en las encuestas durante la campaña electoral. O sea, el PSOE.
Así que Alicia ha descubierto estos días lo que es el 'realismo mágico', que no tiene nada de positivo, pese a que el término suele confundir, dado que se caracteriza por disfrazar lo decadente y lo falaz con discursos irreales e ideales. Pero entraba dentro de lo normal que si la iconografía de Bildu estaba conformada -en parte- por personas que incluso tuvieron un papel protagonista mientras ETA mataba, es porque hay en ese partido quien considera que aquello fue una 'lucha contra un Estado'; y no una actividad terrorista.
Es evidente que la situación actual es mejor que la anterior, dado que ya no se entierran víctimas ni se detonan coches-bomba. Pero siempre ha sido optimista el considerar que la tensa calma es un sinónimo de paz. Porque si no existiera un conflicto, cualquier partido podría celebrar actos electorales donde le viniera en gana sin que le acusaran de lo de siempre... de provocar.
Señalar lo evidente
Si esta realidad es evidente, pero se oculta la mayor parte del tiempo, ¿qué es lo que ocurre aquí? Lo de siempre: que quien controla el discurso mediático y la propaganda, es quien describe 'las maravillas' o 'las penurias' del país en función de sus intereses. Con Bildu disparado en las encuestas, tocaba señalar lo evidente -el blanco es blanco- y pregonarlo a los cuatro vientos.
No sólo ocurren en la jurisdicción vasca todas estas cosas. También en otros lugares y contextos, en los que Alicia se ve obligada a contrastar prácticamente cada día entre lo que observa en el mundo tangible y lo que le explica la PSOE mediática. El caso de Cataluña es paradigmático. La parte independentista nunca ha ocultado que su deseo es el referéndum y la secesión; y que no está dispuesta a cesar en su empeño, pese los indultos, las amnistías, las mesas de diálogo y demás trampantojos.
Pese a todo, el Gobierno y sus tertulianos subrayan la conveniencia del diálogo y los avances que se han producido en los últimos años para neutralizar el 'procés'. Llegará el día -a lo mejor, antes de las elecciones- en el que esa tropa se lleve las manos a la cabeza porque, en plena campaña electoral, algún líder de Junts o de ERC hable de la independencia. Será un caso similar al de Otxandiano. En la próxima campaña electoral, por ejemplo.
Así configura el PSOE sus burbujas. A veces, agita el miedo a la derecha; otras, a las empresas que obtienen beneficios injustos a costa de los trabajadores; otras, a los mensajes que apostillan su concepto inamovible e incorruptible de la Igualdad; y otras a la prensa que lanza bulos, que es toda, menos la suya.
Por eso, no debería extrañarse Alicia si dentro de la cueva a la que le condujo el conejo blanco lo vio todo todavía más trágico que en el mundo real, pese a lo que describen los propagandistas de tertulia y los ministros. En realidad, sus ojos no le engañan. Todo lo que le dicen es falso.
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