Nunca ha sido sencillo establecer la frontera entre la verdad y la mentira. Tanto Nietzsche como Marx consideraban que la verdad es un concepto artificial que depende del contexto y de los intereses personales de quien la intenta imponer o de quien la recibe. Carl Bernstein -uno de los periodistas que relató el Watergate- reconoce que los periodistas no pueden aspirar a ella, sino a “la mejor versión obtenible”. A la que más se aproxime.
El presidente del Ejecutivo ha planteado estos días este debate y lo ha hecho de forma tosca y maniquea. Todos los gobernantes han porfiado históricamente de la libertad de prensa, pero en el 'mundo libre' han existido siempre reticencias a toquetearla. Es lo que ahora propone Sánchez; además, con el argumento paranoico que sugiere que los medios de su cuerda mienten sólo cuando se equivocan, mientras que sus críticos lo hacen como forma habitual de proceder. A unos les cuelan bulos. Otros, los fabrican.
La prensa es condenada casi a diario
La campaña del Ejecutivo contra los medios críticos y los 'pseudo-medios' parte de un error que, en realidad, es un intento de manipular a la opinión pública. Porque no es cierto que los medios que vulneran las leyes actúen con impunidad en España. El diario El cierre digital ha sido recientemente condenado a indemnizar con 6.000 euros a la exmujer de José Luis Ábalos por difundir unas fotografías de ella y de su hijo.
Todas las semanas hay sentencias condenatorias hacia la prensa porque un particular o una entidad presentó una demanda. Begoña Gómez puede hacer lo propio si considera que se han publicado falacias sobre su persona. Podría exigir una rectificación -regulada por ley orgánica- y denunciar por lo civil o por lo penal. ¿Quién se lo impide?
Sugiere Sánchez que los medios de su cuerda mienten sólo cuando se equivocan, mientras que sus críticos lo hacen como forma habitual de proceder. A unos les cuelan bulos. Otros, los fabrican.
Sería pueril negar que existen barrabases en este sector, donde los egos mal concebidos, el miedo al hambre y la ausencia de escrúpulos lleva a algunos a adoptar el papel de megalómanos insoportables. Habría que analizar si sus patéticos infundios son positivos o negativos para el Gobierno, dado que a lo mejor sirven más para movilizar a la tropa de izquierdas que para convencer a la de derechas; especialmente, dentro de un país donde la ignorancia y la polarización han ganado la batalla a las ideas. Pero ése no es el debate. La clave, es: ¿qué busca Sánchez con esta cruzada contra los medios críticos?
La respuesta es muy evidente. Lo primero, evitar que se publiquen más artículos sobre su mujer, lo cual, lejos de ayudarla, siembra todavía más dudas sobre su actividad. El presidente también pretende abundar en ese concepto peronista tan peligroso que divide la sociedad entre 'progresistas y retrógrados'. Entre prensa recomendable -la mía- y prensa falaz; y entre gobernantes que buscan el bien de todos los españoles y una oposición que degrada la democracia, en connivencia con la prensa, los jueces y la oposición. Esto no es una invención. Lo dijo María Jesús Montero la semana pasada, en una evidente demostración de que Moncloa ha recurrido a la teoría de la conspiración en estos días tan siniestros.
Una espiral peligrosa
Todo proceso de degeneración es rápido y efectivo, así que los resultados de esta campaña ya han comenzado a percibirse. Pedro Sánchez criticó el pasado lunes a Telemadrid por mentir; y desde la cuenta oficial del PSOE en las redes sociales se ha señalado al director de El Debate, Bieito Rubido, por una salida de tono en un coloquio. ¿Excesiva? Sin duda. ¿Delictiva? En absoluto, pese a que las hordas pro gubernamentales así lo hayan sugerido.
No sería de extrañar que los socialistas y sus terminales desataran una especie de lawfare contra los periodistas. Suele ser habitual. En el mundillo se le conoce como SLAPP y quien firma estas líneas también la sufrió con una empresa, conocida por demandar por sistema. Deberían prepararse los críticos para que les lluevan 'denuncias estratégicas'. Intuyo que va a ser la primera medida que van a adoptar para intentar silenciarlos.
Deberían prepararse los críticos para que les lluevan 'denuncias estratégicas'. Intuyo que va a ser la primera medida que van a adoptar para intentar silenciarlos
La del ruido ya la han puesto en marcha. Lo hicieron hace un tiempo cuando sus medios afines pusieron a algún que otro macarra a perseguir a los pseudo-medios -dicen- a través de comportamientos que son todavía peores de los que denuncian, pues a veces rozan el acoso (y difaman). Lo próximo podría ser la convocatoria de escraches frente a las redacciones de los periódicos. O inspecciones fiscales selectivas. O campañas contra sus anunciantes, que son tan habituales como efectivas. Será por herramientas para amedrentar...
Curiosamente, se señala estos días a la 'derecha mediática' por destruir poco a poco la democracia, pero de la boca del presidente no ha salido la palabra Cataluña, donde a lo mejor, y sólo a lo mejor, la trama rusa y su presunta vinculación con Junts ha implicado la publicación de noticias mucho más tóxicas para el Estado que los infundios irrelevantes de los cuatro bobos de siempre. Ese debate ahora no interesa. Ya se sabe: mis socios nunca mienten.
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