“José Miguel, así, en general, ¿a ti cómo te gustan las vaginas?”, preguntó Marta Flich durante la primera emisión de su nuevo programa de televisión. Lo hizo con la tranquilidad con la que el médico se interesa por las flemas del paciente, con tono calmado y clínico, diríase incluso que elevado, quizás a sabiendas de la importancia que tenía el prestar atención a la respuesta para obtener un diagnóstico adecuado.
Caí entonces en la cuenta de que yo nunca había preguntado eso a nadie. ¿A mí qué me importan las preferencias del personal sobre las vaginas? Intuía que hablar de sexo en televisión sólo le interesaba a estas alturas a los setentones que tienen la necesidad de reivindicar sus conquistas pasadas para contrarrestar la evidencia de la edad, pero me equivocaba, porque HBO ha estrenado un programa en su plataforma MAX en el que sus invitados buscan pareja de entre un grupo de personas en cueros. Entre los concursantes estaba José Miguel, quien respondió: “Yo... si hay una vagina, me gusta la vagina. A ver si me voy a poner yo 'delicao' con que si es de una manera o de otra”.
La sutileza del muchacho recordaba a la de Pedro Carrasco, en paz descanse, cuando acudió al plató de María Teresa Campos junto a su esposa, Raquel Mosquera, y le pidieron que lanzara un piropo a la joven. La comparó con un cerdo, dado que es un animal “del que se puede aprovechar todo”. Quienes le rodeaban le miraron con una mezcla de extrañeza y pavor. Supongo que en el estudio donde se graba el nuevo programa de Flitch están curados de espantos, pero el espectador puede llegar a sentirse sorprendido al comprobar cómo la presentadora y la invitada celebran un pene. "Tiene un glande, una simetría, los testículos muy recogiditos...".
Imágenes explícitas
No escatiman en detalles los realizadores. Es más, el espacio -Naked Attraction- se estrenó en Reino Unido en 2016 y en su primer episodio se mostraron 282 planos frontales de penes y 96 de vaginas. Es decir, 8 tomas genitales por minuto, en lo que podría definirse como una representación tardía de la etapa fálica freudiana que conviene señalar, por lo menos. Porque digamos que aquí no hay nada implícito. La propia presentadora se encarga de asegurar que así sea. “José Miguel, ¿cómo te gustan a ti los pezones? / Ehh..., a mí más naturales que operadas, pero bueno, que...”.
La Ilustración era esto. Un desfile de penes y vaginas en el televisor; y Marta Flitch ahondando en los detalles de cada órgano reproductor.
La idea del programa es que los concursantes encuentren al amor de su vida sin someterse a la incertidumbre que aparece durante la conquista, cuando los pretendientes están vestidos y desconocen la forma y la textura de la carne que oculta la ropa. Cuando todavía existen incógnitas y el misterio se impone sobre lo más obvio y evidente. La magia estaba hasta hace no mucho en la imaginación, pero eso ha cambiado.
Porque afirma Flitch que la desnudez genera muchas veces desilusión, de ahí que este nuevo espacio televisivo esté concebido para que los interesados conozcan antes la forma y el color del apéndice de los candidatos que su rostro. “¿Te gusta que estén circuncidados? / Bueno, a mí eso me da igual, ¿eh?
El fin del mundo
No quisiera pecar de puritano, pero no logro entender de qué va todo esto. ¿Qué necesidad hay de mostrar tanto si ya nos lo sabemos? Intento encajar todo esto en la filosofía que trasladó Umberto Eco en Apocalípticos e integrados y no lo consigo. Describió el intelectual italiano a Superman como un mito contemporáneo; como una especie de ciudadano ideal al que los ciudadanos aspiraban. Podría decirse que la decadencia nos ha sepultado, dado que todo esto nos lleva a concluir que el hombre contemporáneo ha pasado de perseguir valores elevados -el héroe que rescata- a buscar la mera exhibición. El ejemplar humano de nuestros días busca motivos constantes para mostrarse en las redes sociales; si es listo, con pretendida pedantería para destacar entre el enorme grupo de los que se lo creen. Si le faltan luces, simplemente con la exposición de posesiones o atributos.
La sublimación del fenómeno la hemos apreciado en MAX -malditas plataformas-. Ante la falta de labia o ideas, piel y centímetros. A falta de luces, genitales y tatuajes. Carretera y manta.
El amor líquido
Podría abordarse también esta cuestión desde el punto de vista romántico. ¿Qué tan desencantado hay que estar para desnudarse en la búsqueda del amor? En su intento de explicar la naturaleza del ser, Heidegger aseguró que el alma -la conciencia- sólo obtiene revelaciones cuando se expone a la frustración; y, desde luego, la desazón es relativamente habitual en tiempos de tribulación y levedad.
Lo relataba Bauman en Amor líquido, donde incidía en que la incertidumbre que rodea la vida de los hombres y las mujeres actuales les lleva a perseguir lazos inverosímiles, dado que quieren que sean consistentes y a la vez fáciles de deshacer. ¿Por qué? Porque la implicación es vista como una atadura en el mundo relativista. El compromiso es sinónimo de esclavitud. De perderse un viaje, una experiencia o un polvo de fondo de armario.
Creo que todo se debe más a un ejercicio de exhibicionismo y de estupidez. Hoy los idiotas ganarían por mayoría absoluta. A lo mejor incluso lo somos.
Así que los nexos sentimentales atraviesan dos etapas extremas -seguía-, con una que es celestial y la otra, infernal. Se pasa del hechizo al embrujo en pocos días; y del compromiso al odio en un suspiro. Es de entender que eso haya desesperado al personal y le haya hecho preguntarse sobre los errores que le han conducido al desamor. A lo mejor (y digo sólo a lo mejor), fruto de esa desesperación, hay quien ha optado por desnudarse en público para intentar sobreponerse a ese malestar. Aunque, ya digo, siendo realistas y, por tanto, pesimistas, creo que todo se debe más a un ejercicio de exhibicionismo y de estupidez. Hoy los idiotas ganarían por mayoría absoluta. A lo mejor incluso lo somos.
Tampoco me sale ser muy crítico con esta idea porque al menos es instructiva. Después de tanto tiempo tapando con ropa las verdades más primigenias, ha venido una multinacional estadounidense (HBO) y una presentadora muy carismática para mostrarnos lo que nunca habíamos podido imaginar. La Ilustración era esto. Un desfile de penes y vaginas en el televisor; y Marta Flitch ahondando en los detalles de cada órgano reproductor.
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