En mis 32 años de ejercicio profesional como abogado, he visto los innumerables retos que enfrenta nuestra profesión. Hoy más que nunca, siento la necesidad de alzar la voz para abordar una espina clavada en el corazón de nuestra comunidad: las miserables pensiones que otorga la Mutualidad de la Abogacía a los letrados jubilados.
Es inconcebible que aquellos que han dedicado su vida a la defensa de los demás deban enfrentarse a una jubilación indigna, sin los recursos necesarios para vivir como merecen. La Mutualidad ha fallado en proporcionar a los abogados jubilados una pensión que les permita “sobrevivir”. Esta situación es injusta. Es un reflejo de la falta de valoración y respeto hacia nuestra profesión. Es un imperativo moral y ético garantizar que aquellos que han servido a la sociedad durante toda la vida no sean abandonados a su suerte en su vejez. Es, además, una exigencia legal recogida en el artículo 50
de nuestra Constitución: “Los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad”.
Otro de los grandes retos son los retrasos en los procedimientos judiciales. Un problema endémico que afecta no solo a los abogados, sino a todo el sistema judicial y a la ciudadanía en su conjunto. La justicia retrasada es una justicia denegada. La tecnología y la modernización del sistema judicial son herramientas clave que deben ser explotadas al máximo para agilizar los procesos y garantizar una justicia rápida y eficaz. Pero también la productividad y la responsabilidad de los funcionarios es una cuestión a resolver con los responsables políticos y judiciales.
La degradación del respeto hacia los abogados es otro problema que no podemos ignorar. Nuestra profesión ha sido históricamente una de las más respetadas, pero en los últimos años hemos visto cómo la percepción pública de los abogados ha ido deteriorándose. Este desprestigio no solo afecta a nuestra reputación, sino que también influye en nuestra capacidad para desempeñar nuestras funciones de manera efectiva. Es crucial restaurar la dignidad y el respeto hacia nuestra profesión, promoviendo una imagen de integridad, profesionalidad y compromiso con la justicia.
Por último, pero no menos importante, las difíciles condiciones profesionales de los abogados del Turno de Oficio son una realidad que debe ser abordada con urgencia. Estos profesionales, que representan a los más vulnerables y garantizan el acceso a la justicia para todos, a menudo trabajan en condiciones precarias y con una remuneración insuficiente. Es esencial que se mejoren sus condiciones laborales y se reconozca el valor de su trabajo, proporcionando los
recursos y el apoyo necesarios para que puedan desempeñar su labor con eficacia y dignidad.
Es inconcebible que aquellos que han dedicado su vida a la defensa de los demás deban enfrentarse a una jubilación indigna, sin los recursos necesarios para vivir como merecen
Las elecciones de la Abogacía en Murcia han culminado con la elección de doña Maravillas Hernández como nueva decana, acompañada por un equipo comprometido. También se van produciendo cambios en las demás corporaciones. Los resultados electorales no deben ser vistos sólo como un trueque de nombres en las Juntas de Gobierno, sino como una oportunidad para un verdadero cambio en la manera en que se gestionan los asuntos que nos afectan a todos. La comunidad legal necesita representantes comprometidos y decididos a enfrentar estos retos con determinación.
Las nuevas Juntas tienen la oportunidad y la responsabilidad de abordar los problemas que aquejan a nuestra profesión. Es el momento de actuar. De demostrar que la confianza depositada no ha sido en vano. Como asunto más inminente se ha convocado asamblea de la Mutualidad para este mismo
mes de junio. Transformar esta institución no es una tarea fácil, pero es una batalla que debemos librar por el bien de todos los abogados, presentes y futuros. Es una lucha por la dignidad, el respeto y la justicia.
Insto a las nuevas Juntas que tomen esta causa con la seriedad y el compromiso que merece. Nuestros colegas jubilados no pueden esperar más, y
los abogados en activo necesitamos saber que nuestro futuro está en manos seguras y responsables. No puedo dejar de subrayar la importancia de la unidad y el apoyo mutuo en estos momentos. Solo trabajando juntos, letrados de todos los colegios, especialidades y generaciones, podremos lograr los cambios necesarios y construir una profesión más justa y digna. Es el
momento de actuar. De demostrar que los abogados no solo defendemos la justicia en los tribunales, sino que también luchamos por la justicia dentro de nuestra propia profesión.
La dignidad de nuestras pensiones, la eficacia del sistema judicial, el respeto hacia nuestra labor y las condiciones de los abogados del Turno de Oficio, son cuestiones que no pueden esperar. Es acuciante que los Colegios de toda España formen una piña en defensa del colectivo. Hay que ponerse a trabajar incansablemente para encontrar soluciones efectivas. Es hora de que las
nuevas Juntas de los Colegios agarren firmemente la batuta con coraje y convicción. La comunidad legal está observando.
Queridos decanos y decanas, habéis elegido ser los líderes de la abogacía, por tanto, como en la fábula de los ratones, ahora os corresponde a vosotros poner el cascabel a estos gatos.
Pedro López Graña. Abogado penalista
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