El 25 de enero de 2017, el semanario satírico Le Carnard Enchaîné desveló que Penelope Kathryn Fillon había recibido 831.440 euros desde 1988 como asistente parlamentaria de su marido, Fraçois Fillon, primer ministro de Francia entre 2007 y 2012. Es decir, que durante casi 20 años, la señora Fillon había cobrado algo más de 40.000 euros por temporada. Nada que ver con lo que va a cobrar Mbappé, pero, en todo caso, un buen pellizco gracias a la supuesta colaboración con su marido. Fillon tenía derecho a pagar a un asistente, por lo que no cometió ningún delito. Sin embargo, el escándalo, que la prensa francesa acabó bautizando como el Penelopegate, consistía en que ella, que siempre presumió de estar al margen de la política, no pudo justificar de ninguna manera por qué cobró como ayudante de su marido.
Meses después de publicarse el Penelopegate, Fillon, entonces estrella fulgurante del partido Los Republicanos, creado por Nicolas Sarkozy, presentó su candidatura a El Eliseo. Fillon y su partido creyeron que el affaire de su esposa no iba a tener repercusiones electorales. El candidato calificó la difusión del Penelopegate de "cacería", y arremetió contra los partidos y medios que habían seguido la huella de Le Canard Enchaìné. Para su desgracia, se quedó en la cuneta de la primera vuelta en las elecciones francesas, al obtener sólo un 20% de los votos, 13 puntos por debajo del Frente Nacional de Marine Le Pen. En la segunda vuelta se impuso Enmanuel Macron con su partido En Marcha. Las urnas castigaron de forma severa a la gran esperanza de la derecha francesa, que aún no se ha recuperado del golpe.
Este martes, el juez Juan Carlos Peinado ha emitido un auto por el que llama a declarar el próximo 5 de julio a Begoña Gómez como investigada (antes imputada) por presuntos delitos de corrupción en los negocios y tráfico de influencias.
Como ha hecho Donald Trump, el presidente Sánchez quiere convertir la imputación de su esposa en un arma de movilización social contra los medios y los jueces
Como ya hemos explicado en estas páginas, la esposa del presidente firmó cartas de recomendación para la UTE de un empresario, Carlos Barrabés, que, además de amigo, daba clases en su máster de la Universidad Complutense. Los contratos de Barrabés se dispararon desde que se asoció con Begoña Gómez. Además, la esposa del presidente logró que Indra, Telefónica y Google le diseñaran gratis un software para incorporarlo a su máster, software que después ella registró a nombre de una empresa en la que figura como administradora única. Por otro lado, la Cámara de Comercio de España (dependiente como entidad semipública del Ministerio de Economía) no sólo ayudó a promover su plataforma, sino que la ayudó a captar alumnos para su máster. Esto es sólo un resumen.
El Gobierno utilizó ayer la rueda de prensa del Consejo de Ministros para lanzar sospechas sobre la decisión del juez. En privado, la portavoz del Ejecutivo, Pilar Alegría, se despachó a gusto contra el titular del juzgado número 41 de Madrid. En línea con la interpretación del Gobierno, el Telediario de la primera cadena de TVE hizo una información sobre la decisión de Peinado en la que sólo faltó que le acusaran de lawfare.
El juez argumenta que el momento de emitir su auto ha venido determinado por la luz verde que recibió su investigación por parte de la Audiencia Provincial. Según la versión del Gobierno, off the record, lo ha hecho para hacer daño al PSOE en plena campaña para las elecciones europeas.
Al pobre Peinado le va a caer una buena. Espero que no haya cometido el error o la torpeza de haber dejado sin pagar una multa de tráfico.
Todo iba sobre un guion bastante previsible. Las fuentes gubernamentales y de Ferraz, aseguraban que la "campaña contra la esposa del presidente", no va a tener ningún efecto en las urnas. Nadie esperaba lo que iba suceder a las 19,09 de la tarde, cuando el presidente publicó en la red X (antes twitter) una carta a la ciudadanía, similar a la que ya publicó hace poco más de un mes cuando se dio a sí mismo cinco días de reflexión para decidir si continuaba o no al frente del gobierno.
Esta segunda carta bomba no sólo es un vómito contra la prensa y la oposición, sino que es un ataque sin precedentes a la labor del juez, al que acusa de querer interferir en la campaña electoral.
La respuesta furibunda de Pedro Sánchez deja en una broma el ataque que en su día lanzó Fillon contra los medios y a la oposición. En esto, Sánchez cada día se parece más a Donald Trump porque quiere convertir la imputación de su esposa en arma movilizadora del electorado de izquierda contra lo que él califica como una maniobra profundamente antidemocrática.
Mientras que el Penelopegate supuso la tumba del ex primer ministro francés, aquí, en España, es posible que ocurra todo lo contrario y, al final, le termine dando resultado al presidente una sobre reacción a todas luces injustificable.
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