La Unión Europea (UE) necesita mercados de capitales más profundos y financiación adicional para las inversiones necesarias a fin de reforzar la seguridad, la defensa y la independencia estratégica de Europa al tiempo que mejora su competitividad. La creciente fragmentación política complica la tarea.  

La emisión de deuda pendiente de la UE (AAA/estable) se multiplicará por diez hasta alcanzar casi el billón de euros a finales de 2026, frente a la cifra de menos de 100.000 millones de euros en 2019. Ello refleja el apoyo financiero de toda la UE en respuesta a las recientes crisis, que se tradujo en la creación de un nuevo y sólido marco de financiación.   

Sin embargo, se necesitan fondos públicos adicionales para reducir el gran déficit de inversión de la UE, que ronda los 500.000 millones de euros anuales. Para colmar esta brecha será necesaria la inversión tanto pública como privada, incluidas las asociaciones público-privadas a gran escala, la futura emisión de deuda común de la UE y la movilización directa de capital privado.  

La creciente influencia de los partidos de extrema derecha en el Parlamento Europeo y en los parlamentos nacionales de los Estados miembros supondrá un reto para cumplir la tarea de inversión a la que se enfrenta la Comisión Europea en los próximos cinco años. Por lo tanto, acelerar el progreso de la Unión de Mercados de Capitales (UMC) será una prioridad clave para conseguir movilizar la financiación del sector privado.    

Aunque tras las últimas elecciones los partidos de extrema derecha han aumentado su presencia en el Parlamento Europeo, es poco probable que entorpezcan la elaboración de las políticas generales. Sin embargo, dado que los jefes de Estado dirigen las principales prioridades políticas y la orientación general de las políticas en el Consejo Europeo, la creciente influencia de las opiniones políticas de extrema derecha en muchos gobiernos nacionales podría ralentizar los avances en algunos ámbitos políticos, como la transición ecológica.  

La mayoría de los países miembros que son contribuyentes netos al presupuesto a medio plazo de la UE, que también suelen ser los países soberanos con mejores ratings, han experimentado un giro político hacia la derecha en los últimos años. Esta tendencia puede limitar la voluntad de los políticos europeos de ponerse de acuerdo para establecer futuros instrumentos de deuda e inversiones comunes.  

La decisión del presidente francés, Emmanuel Macron, de convocar elecciones parlamentarias anticipadas tras el aumento del apoyo a los partidos de extrema derecha en las elecciones europeas, pone de relieve la creciente fragmentación política, que aumenta aún más la incertidumbre sobre la capacidad de los gobiernos para abordar eficazmente los crecientes retos fiscales.  

Varios estados miembros afrontan elevadas cargas fiscales, con ratios deuda/PIB que a finales de 2024 superarán el 100% en Grecia (155%), Italia (140%), Francia (112%), Bélgica (106%) y España (105%), limitando inversiones estratégicamente importantes en la UE. Así pues, la consolidación fiscal sigue siendo crucial, pero puede dar lugar a una menor inversión pública.  

Con arreglo al marco fiscal revisado de la UE, podrían anunciarse procedimientos de déficit excesivo para unos 11 países, entre ellos Italia, Francia, Bélgica y España. La aplicación de la posterior reforma fiscal será fundamental, ya que el incumplimiento de los objetivos a medio plazo podría descalificar a los países de otros mecanismos de apoyo a la crisis, como el Instrumento de Protección de la Transmisión del BCE.  

Dadas las limitaciones fiscales y políticas para realizar inversiones públicas adicionales a escala comunitaria y nacional, prevemos que se aceleren los esfuerzos para mejorar la Unión del Mercado de capitales

Dadas las limitaciones fiscales y políticas para realizar inversiones públicas adicionales a escala comunitaria y nacional, prevemos que se aceleren los esfuerzos para mejorar la UMC. Se trata de una medida necesaria para reducir el déficit de inversión de la UE, ya que la mayor parte de la financiación deberá proceder del sector privado. Sin embargo, hasta la fecha, la utilización de los mercados de capitales por parte de las empresas y los hogares está muy por detrás de la de otras grandes economías, lo que pone de relieve el reto que tenemos por delante.  

Las empresas de la UE siguen dependiendo en gran medida de la financiación bancaria y, en los últimos tres años, sólo han obtenido de los mercados de capitales el 10,7% del total de sus nuevas necesidades de financiación. Aunque hay claras diferencias entre los Estados miembros, con un porcentaje mayor en Francia (17%) que en Alemania (9%), la UE en general está por detrás de países que se benefician de mercados de capitales más profundos, como el Reino Unido y EE.UU., donde más de una cuarta parte de la financiación empresarial procede de la emisión de bonos o acciones.  

Los hogares de la UE también tienen una parte baja de sus ahorros invertidos en los mercados de capitales, equivalente a alrededor del 90% del PIB, aunque hay excepciones como Dinamarca (187%) y los Países Bajos (174%). Esta proporción es muy inferior a la del Reino Unido (182%), donde los hogares invierten mucho en seguros y pensiones, y muy inferior a la de Estados Unidos (311%), donde los hogares suelen tener menos efectivo y una gran proporción de sus activos financieros en acciones cotizadas y fondos de inversión.  

La UE ha mostrado un historial más alentador en financiación verde. El fuerte compromiso de los últimos años con la transición verde se refleja en su liderazgo en la emisión de bonos ESG como porcentaje de la emisión total, tanto a nivel de la UE como de cada Estado miembro. Aunque es probable que se haga más hincapié en apoyar la independencia energética de la UE y otras prioridades estratégicas, esperamos que continúe la fuerte emisión de bonos verdes en la UE.

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Eiko Sievert y Tom Giudice son analistas especializados en países soberanos y del sector público de Scope ratings