Lo que hemos visto en el parlamento de Baleares no ha sido una guerra de fotos entre políticos igual que entre abuelas de mueble bar, disputándose el mérito, el luto y el lujo de la mayor desgracia como la mayor vanidad. Ha sido más bien un luminoso ejemplo del principal propósito de estas leyes de memoria histórica, democrática o sólo distraída. Esto es, que alguien por ejemplo saque las fotos de unas víctimas de la Guerra Civil o del franquismo, puras, desgraciadas y propicias como santos inocentes de Delibes, como niños con polio o como segadoras mancilladas, y el derechón, el target de la ley, se moleste, se acalore, se vaya inflando patrióticamente como un foque de regata olímpica, y ya tengamos la noticia del día. O sea, la prueba de que el franquismo aún pervive, por lo que ya no se trata de memoria histórica sino de actualísimas y justísimas cuentas pendientes. Y la cosa funciona, claro, porque siempre salta un derechón con el bocio hinchado, la mano abierta o el crucifijo para rojos.
Este hombre de Vox, Gabriel Le Senne, era un poco como la vaquilla embolada de la capea, embistiendo en efigie a mozas inocentes y alegóricas de antaño para que no se pierda la fiesta nacional de las dos Españas. Vox tiene gatillo fácil, trapo fácil y bufido fácil. En realidad es un poco como la mascota feroz de la izquierda y de Sánchez, como el tigre doméstico de algún ruso o de Sergio Ramos, al que yo sigo imaginando con tigre en la cama de leopardo, en un caos felino, estético, geométrico y óptico. Vox es una fiera de cacahuete o quizá una ardillita de la sangre, que salta y muerde a la que se le chista, con cualquier cosita olorosa o brillante. Pero bueno, antes de Vox también saltaban algunos del PP, que no sé si tienen herencia de chistera o de notario (esa herencia de reloj de columna que parecía transmitir el otro día Hernández Mancha, y que glosé aquí), pero también saltan con la carnaza de pajarito o con la blasfemia de perroflauta. Y es que las leyes de memoria están hechas para esto mismo.
Las leyes de memoria histórica, o democrática, o lo que sea, podrían haberse hecho bien, con consenso y con pedagogía, pero se diseñaron como leyes de ojeriza con intención política y vocación de presente. Se trataba de identificar el franquismo con la actual derecha, proyectando en ella la herencia de sus valores y sus horrores, y de identificar la República, idealizada y escamondada, con la actual izquierda, todavía faro de la democracia llena de musas y musos, todavía en lucha con los mismos enemigos, y todavía víctima de la crueldad y la persecución. Estas leyes han fracasado (o han triunfado, claro, según se mire), aunque yo diría que simplemente han decepcionado al caer en la tentación, tan vieja, tan apetitosa, de hacer la historiografía del ganador, en este caso historiografía del perdedor, que es igual de perversa.
La izquierda quería eso, una historia oficial que les absolviera y les colocara como únicos herederos y depositarios de la democracia
Si hay algo que huela a dictadura de juego floral y catecismo civil es precisamente una historia oficial. Pero la izquierda quería eso, una historia oficial que les absolviera y les colocara como únicos herederos y depositarios de la democracia, ellos tan marxistas y revolucionarios. Por su parte, la derecha, con herencia o inercia, se empeñaba en hacer enmiendas a la totalidad, hablando de reabrir heridas o de respetar a las viejas piedras y a los viejos aviadores en vez de acordar los mínimos para una pedagogía cívica de la democracia y para el reconocimiento de las víctimas. Pero esto, claro, hubiera supuesto llegar a un acuerdo más allá de las ideologías, que es lo que uno cree que es imposible en España. Aquí todo tiene que venir con sopapo, revancha, superioridad o aplastamiento ideológicos. O sea que con los huesos de las víctimas y las familias con escobilla eterna de polvo y lágrimas tenía que venir un veredicto ideológico y hasta moral de la historia. La izquierda lo exigía todo a la vez y la derecha lo rechazaba todo a la vez, y aquí estamos, con fotos de gente muerta hace más de 80 años, casi como muertos del Oeste, en los plenos de los parlamentos y en las noticias.
Estas leyes son un fracaso democrático pero a sus promotores les funcionan, porque la izquierda saca muertos de primera comunión y la derecha sólo saca fachas enfurecidos rompiendo sus fotos y volviendo a rapar o a violar sus calaveras, que a ver quién va a ganar el relato, claro. Digo que son un fracaso democrático porque aquí, con todo lo que gusta esa palabra (más palabro o candelabro que palabra), habrá que concluir que no sabemos qué es la democracia. Por supuesto tampoco lo sabía nadie en Europa en los años 30, ni siquiera en nuestra República supuestamente ateniense o ateneísta, porque Europa no empezó a descubrir lo que era la verdadera democracia hasta que vio el horror del fascismo (también nuestro patrio fascismo meapilas, el franquismo) y el horror del comunismo. Pero nosotros hemos aprendido poco, no hay más que oír a los indepes, a los socios de gobierno (piensen en la memoria democrática de Bildu) y al propio Pedro Sánchez.
Creo que el principal propósito de estas leyes es más descubrir al facha que descubrir fosas comunes
Estas cosas funcionan porque siempre hay un derechón que hace su salto del tigre o del pollo o del hombre bala con capa de bandera, y así se puede decir que todavía hay fachas (yo creo que el principal propósito de estas leyes es más descubrir al facha que descubrir fosas comunes). Estas cosas funcionan porque el PP, si bien seguramente no hubiera conseguido un acuerdo con la izquierda, tampoco acierta a ofrecer una alternativa aceptable, que enseguida se le cuelan estos mastuerzos ajenos o propios con el pitón flojo. Pero, sobre todo, estas cosas funcionan porque aquí no sabemos todavía qué es la democracia. Mucha memoria con presupuesto y mucho presupuesto para la memoria, pero aquí estamos, más cerca de la República de Banania que de cualquier otra utopía de colorines. Me pregunto si a Sánchez le sería aplicable alguna ley actual o futura de memoria democrática, él que carece de cualquiera de esas dos sustancias.
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hace 5 meses
Es cómodo y simplista mirar solo al futuro, pero con eso nos arriesgamos que el futuro se parezca mucho al pasado, a que alguien lo rescriba con «diferentes hechos» o que se omitan otros (hechos) de relevancia. Es decir, algo parecido a lo que hacía el «Ministerio de la Verdad» en la novela de G. Orwell, 1984.
Zapatero pergeñó una ley de «Memoria Histórica» muy desmemoriada. En síntesis, consistia en articular medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura. Nada que objetar, pero se quedó incompleto para entender el guion de la película. Todo el lío empezó antes.
Antes de la guerra civil se generalizó la violencia. Episodios e los cuales la ultra izquierda, a las órdenes de Stalin, tuvo un papel protagonista. Siendo uno de los más conocidos episodios el asesinato de Calvo Sotelo.
La república, propiciada y defendida por intelectuales como Ortega y Gasset, había degenerado en una república de corte soviético.
En todo este pastel hubo tres actores principales, la derecha, la izquierda filo-soviética y anarquista y el ejercito, o los ejércitos, republicanos.
La actual ley de «Memoria Democrática» de Sanchez y sus socios ha cambiado de nombre pero no de objetivo. La historia no le importa y se erige como democrático todo el que no sea de izquierdas, asumiendo que todo el que no es de izquierdas (de la izquierda del siglo 19) no tiene derechos.
Asimila no ser de izquierdas, del siglo 19, de antes de la social democracia, a ser franquista. No es un error ni una simplificación, es una manipulación facilitada por nuestra ignorancia histórica.
Asimilar progresismo o democracias a izquierdas, o izquierdas a republica, es tan erróneo como considerar que las republicas como la Popular China, o la Islámica de Irán o de Cuba, son una democracia.
Así que coincido con Luis Miguel en que caminamos hacia una república impuesta, república bananera. Tambien en que Sanchez carece de memoria, no es que mienta, es que no se acuerda ni de lo que ha prometido. También es cuestionable el perfil democrático del personaje. Ha asumido el rol de nuevo Largo Caballero, aunque aún no sabemos para quien trabaja.
hace 5 meses
A los de mi generación, Franco, II república, y todas estas cosas nos importan cero o nada.
miramos al futuro, no a un pasado de mierda.
y aquí como bien dice el articulista, la izquierda intenta imponer su relato sectario de superioridad moral victimista y el del PP, que le debería dar igual este tipo de leyes, se lía (y se alía) con unos de Vox que como la izquierda intenta mirar solo a un lado.
y como digo, al ciudadano español que te encuentras por ahí en la calle, en un restaurante, en el metro, en el curro, o de fiesta en una discoteca, esto nos la suda bastante.
hace 5 meses
Está visto que este columnista es como el Fiscal General del Estado ….. sirve al gobierno … o a sus socios …
Sectario, sin capacidad de analisis, insultante y superficial. Más que en el Independiente …. Este sobrecogedor debería escribir en el país, panfleto quebrado que mantiene a flote el Gobierno y la Botina
hace 5 meses
Se divierte el columnista con estas cosas, pero no ha tenido que venir la Ley de Memoria Democrática a «identificar el franquismo con la actual derecha».
Es la actual derecha la que, de forma pertinaz (como la sequía de Franco), se empeña en identificarse con el franquismo meapilas (tan meapilas como Almeida regalando solares al a Iglesia).
Aparte de la indignidad del columnista, al decir que la Ley pretende «descubrir al facha (más) que descubrir fosas comunes», lo cierto es que los fachas se descubren sólos.
Y ahí van el energúmeno balear ese, otros cuantos de VOX y PP y, también, enseñando la patita, el propio columnista.