Vivimos en una sociedad hiperconectada, lo que nos induciría a pensar que estamos en permanente conexión con personas que habrían de evitarnos un sentimiento de soledad. Sin embargo, me temo que la realidad es bien distinta. Se acaba de hacer público el Barómetro de la Soledad no Deseada en España, impulsado por la Fundación ONCE y la Fundación AXA, con el objetivo de identificar la incidencia de la soledad no deseada en nuestro país, e indagar en las posibles causas y correlaciones. Y la conclusión principal es que nadie está a salvo de un sentimiento, el de soledad, que en muchos casos puede terminar siento el desencadenante de otros muchos y más graves problemas.
Una persona de cada cinco (20%) sufre soledad no deseada en España. Y de ese 20%, más de un 13% sufre soledad crónica (personas que padecen ese sentimiento desde dos o más años). Además, de las personas que actualmente no se sienten solas, dos de cada tres (63%) se han sentido así en algún momento de su vida. La lectura positiva de este último dato es que el sentimiento de soledad puede remitir, porque ese mismo 63% de la población que ayer se sintió sola, hoy se siente bien acompañada.
La prevalencia de soledad en las personas de 75 y más años es la misma que la media de la población
Los resultados de este reciente informe coinciden con varios estudios realizados hasta la fecha en España que muestran un mayor nivel de soledad entre mujeres que entre hombres: 22% ellas, frente al 18% de ellos. Por grupos de edad, los jóvenes son quienes más la padecen (especialmente en las zonas rurales), con una prevalencia 14 puntos porcentuales superior a la media. Sin embargo, la prevalencia de la soledad va decreciendo con la edad hasta alcanzar el valor mínimo en la franja de 55 a 74 años. Y a pesar de que existe una preocupación social por la soledad entre las personas de avanzada edad, los datos del barómetro muestran que la prevalencia de soledad en las personas de 75 y más años es la misma que la media de la población.
Sin embargo, el que sí observamos que es un factor clave que determina el sentimiento de soledad es el grado de satisfacción con la cantidad de relaciones familiares y de amistad. Así, más de la mitad de las personas que sufren soledad no deseada afirman tener menos relaciones familiares y de amistad de las que desean, un 53,3% y un 63,2% respectivamente. En comparación, entre las personas que no sufren soledad este porcentaje es del 24,3% y del 21,7% respectivamente.
En mi opinión, una de las principales cuestiones que aborda este estudio es la responsabilidad que tienen las nuevas tecnologías en este sentimiento de soledad no deseada. ¿La fomenta o la mitiga? El 38,4% de las personas que sufren soledad se relaciona con sus amistades principalmente online, en comparación con solo un 17,6% de las personas que no sufren soledad. Y esta misma diferencia existe en las relaciones familiares. Desde otra perspectiva, el porcentaje de personas que sufren soledad es aproximadamente el doble entre quienes se comunican con sus familiares o amistades a través de medios digitales que entre quienes se comunican principalmente de forma presencial.
Finalmente, de este barómetro se desprende una realidad, cuando menos, curiosa. Los datos nos muestran una clara relación entre la soledad y la principal forma de comunicarse con otras personas (presencial/online). En la misma línea, existe un consenso en la sociedad acerca de que internet y las redes sociales han generado una sociedad cada vez más aislada. El 89,5% de la población sostiene esta afirmación, algo más extendida entre las personas que sufren soledad (90,5%), que entre quienes no la sufren (89,2%), si bien en ambos casos se observa un claro consenso.
Sin embargo, a nivel personal, atendiendo a la experiencia de cada persona, no existe esta percepción de que el uso de las redes sociales esté generando una mayor soledad. Para empezar, preguntados ¿En qué grado dirías que el uso de redes sociales de internet ha influido en tu sentimiento de soledad?, hay más de un 20% de la población que asegura No usar redes sociales. Y entre quienes las usan, más de un 76% considera que han tenido ninguna o muy poca influencia en su sentimiento de soledad.
Esta discrepancia entre el modo en que se perciben los efectos de la tecnología sobre la soledad en sentido amplio (sobre el conjunto de la sociedad) o en sentido personal (sobre la propia experiencia de soledad) sugiere que puede existir o bien una opinión excesivamente negativa sobre la tecnología, o bien una dificultad para identificar, o reconocer, a la tecnología como causa de la propia experiencia de soledad.
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Josep Alfonso es director general de la Fundación AXA
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