Sigo de cerca desde hace algunos años el día a día de Radiotelevisión Española. Cada vez que un presidente o un alto directivo han estado cuestionado, han comenzado a circular dosieres sobre sus actividades. Siempre hay personas que los preparan con todo lujo de detalles en estos casos. Hay veces que el diablo se esfuerza porque se sepa la verdad. Suele ocurrir cuando intenta librarse de alguno de sus enemigos. Por eso, conozco a pocos periodistas que, al recibir información jugosa en un momento crítico -o sea, ante una filtración interesada, valga la redundancia-, no se hagan preguntas sobre la conveniencia de publicarlo y participar en una operación de derribo.

Analicemos con una mirada limpia -sea o no equivocada- lo que ha sucedido esta semana con Juan Carlos Peinado. De repente, un periódico cercano a Ferraz, quizás el que más, publicó una información que aseguraba que el titular del juzgado en el que se encuentra la causa sobre Begoña Gómez disponía de dos carnés de identidad. El titular de su primera noticia afirmaba: “El juez peinado figura con dos DNI distintos, como propietario de varios inmuebles”.

Esa información generó dudas desde un primer momento. Para defenderse de las críticas, la directora de ese medio, Angélica Rubio, exasesora en Moncloa de José Luis Rodríguez Zapatero, explicó que -como se indicaba en la noticia inicial- desde el diario habían elevado una consulta al Ministerio del Interior y que no habían obtenido respuesta. ¿Algo olía a podrido en Dinamarca?

En un artículo posterior, ya hablaron de la existencia de una persona con dos documentos. Entonces, afirmaron que podía deberse a un error por parte de la Policía -que es la que los expide- o incluso a que Peinado dispusiera de una ventaja similar a la de los agentes secretos.

"Asumimos el grave error"

El Plural difundió dos días después una tercera noticia -el desenlace- que atribuía al Registro Mercantil el fallo de haber asignado cuatro propiedades que no eran suyas al juez Peinado. “Asumimos el grave error y pedimos disculpas”, se decía en una pieza de la cabecera, en una cita que había pronunciado un portavoz del citado Registro. Es decir, concluyeron que sus conjeturas les llevaron a publicar algo que no era lo que parecía... pero incidieron en que el error había sido de un tercero.

Ellos publicaron la historia, pero el final del serial fue diferente al que aventuraban en su primera noticia, que llevaba a desconfiar sobre el juez... cinco días antes de que tomara declaración a la mujer del presidente del Gobierno.

Se puede llegar a pensar que esto ha sido fruto de un error periodístico, de una fuente que ha engañado a sus redactores -algo muy habitual- o de un bulo que han querido lanzar en una semana crítica para el PSOE. Es decir, el partido más cercano a esa cabecera. Que cada cual saque sus propias conclusiones. No es el primer medio, de hecho, que asocia a una misma persona los datos del Registro -del de la Propiedad y del Mercantil- que en realidad se corresponden con otro individuo que se llama igual.

Errores periodísticos

Pero lo que demuestra esta información es que las equivocaciones y las malas prácticas se producen en todos los medios de comunicación. Ningún periodista está (estamos, estoy) libre de ellas ni nadie tiene un currículum inmaculado ni una hemeroteca ejemplar. Hace unas semanas, Infolibre, cercano a las tesis del Ejecutivo, asoció a la mujer de Alberto Núñez Feijóo a una actividad profesional que no realiza, se equivocó y pidió perdón. Por el camino, Pedro Sánchez y María Jesús Montero utilizaron esa pieza informativa para atacar al PP. Yo también publiqué en su día que Jaime Castellanos iba a ser presidente de Vocento... y nunca lo fue. A saber quién lo empleó a su favor. Fui un primo. Qué se le va a hacer. Piscinazos tenemos todos. Los que no, suelen ser nefastos periodistas o directamente patanes que sólo se dedican a señalar y difamar en sus prescindibles 'columnitas'.

Lo que se aprecia en este caso -como en tantos otros- es que la prensa publica muchas veces hechos que no son lo que parece. Eso ocurre a derecha, a izquierda, en las alturas y en el sótano, no sólo en la “galaxia de tabloides ultras” a la que Pedro Sánchez lleva señalando desde hace un buen tiempo. Primero, a través de publicaciones interesadas en su prensa afín. Después, en sus diferentes intervenciones públicas.

Está claro que si los periodistas tuviéramos más tiempo o fuéramos más diligentes, cometeríamos menos errores. No debería faltar nunca la autocrítica en el sector y la realidad es tozuda en este sentido. Porque la exigencia de mantener un ritmo informativo elevado en un momento en el que las redacciones cada vez son más famélicas y la inmediatez se ha convertido en una horrible tirana, diría que todos tendemos a equivocarnos con una mayor facilidad.

Filtraciones interesadas

También participamos en campañas. Muchas veces, de forma consciente -la Cadena SER ya señaló al juez Peinado el 25 de abril- y, otras, de forma inconsciente. En ocasiones, por nuestras filias y, en otras, por nuestras fobias, que nos traicionan y nos apartan de la objetividad. La meta debe ser el ser relator de lo que sucede. A veces, estamos más cerca de ello y, otras, más lejos.

Pero resulta totalmente equivocado pensar que la prensa de izquierdas está más próxima a la verdad y a las buenas formas que la conservadora o que la neutral, del mismo modo que no creo que existan más tabloides radicalizados a la diestra que a la siniestra. Los medios influyen en la opinión pública, pero la opinión pública también moldea las líneas editoriales, dado que la prensa vive enferma por la audiencia y considera que una de las mejores formas de lograrla es acercarse a los gustos mayoritarios del público. Eso deriva en un sector mediático que, actualmente, se esfuerza en reafirmar el sesgo de confirmación de sus lectores. Quien lo niegue, o no lee... o está ciego.

Los medios influyen en la opinión pública, pero la opinión pública también moldea las líneas editoriales, dado que la prensa vive enferma por la audiencia

Pero lo que resulta sospechoso a todas luces es que el presidente del Gobierno sólo señale a “los tabloides financiados por los gobiernos de coalición de derecha y de ultraderecha”. Porque lo que se deduce de sus palabras es que el próximo 17 de julio no va a presentar en el Congreso de los Diputados un programa de regeneración para el sector de los medios de comunicación, sino una serie de medidas que van encaminadas a minar las fuerzas de sus enemigos en la prensa.

Utilizará para ello a 'los Alvises' y a los cuatro o cinco diarios ultras que no saben por dónde les viene el viento, pero su objetivo, sin duda, será otro. Por ejemplo, los grandes diarios que difunden a diario cuadernillos con más páginas de la Comunidad de Madrid. Prisa no está en ese grupo. ¿Acaso en Prisa no hay malas prácticas? La respuesta evidencia lo que pretende Pedro Sánchez.

Deberían las asociaciones de la prensa conformar un frente común para repeler estas amenazas y rechazar cualquier intento de legislar al margen de lo que dicta el Reglamento Europeo de Libertad de Medios de Comunicación, que ya está aprobado y que entrará en vigor en agosto de 2025. Desgraciadamente, no lo harán, lo cual me reivindica en la idea de que la afiliación, con estos mimbres, es innecesaria, dado que a lo mejor han dejado de defender a los periodistas y a las empresas informativas para actuar de parte... o directamente no hacerlo, pese a que deberían. Algo siempre reprobable.