El presidente del Gobierno presentó este miércoles en el Congreso su Plan de Acción por la Democracia (que, hasta ese momento, él mismo había bautizado como Plan de Regeneración de la Democracia). El cambio de denominación no es baladí. No es lo mismo "hacer" que "regenerar". Este segundo verbo implica que algo –nada menos que la democracia– ha degenerado, mientras que la acción no tiene tintes peyorativos.

Las palabras, los conceptos, son importantes en política. De ahí que el cambio de denominación suponga una modificación esencial sobre lo que el presidente pretendía hace sólo unas semanas.

Cuando el presidente compareció en Moncloa el 29 de abril, tras sus cinco días de reflexión, mantuvo en vilo a la audiencia durante unos minutos hasta que, por fin, dijo que iba a continuar en su puesto... "Esta decisión no supone un punto y seguido, es un punto y aparte. Por eso asumo ante ustedes mi compromiso de trabajar sin descanso, con firmeza, por la regeneración pendiente de nuestra democracia y por el avance y consolidación de derechos y libertades".

Ese era el mensaje. Algunos medios habían publicado bulos sobre su esposa, la fabricación de esos bulos era patrimonio de la derecha y la extrema derecha, y había que poner fin a esa situación, que estaba poniendo en riesgo la esencia de la democracia. ¡Ahí es nada!

Durante los meses de mayo y junio, el presidente se explayó a gusto contra lo que denominó "la máquina del fango".

En entrevista concedida a El País (5-5-2024), Sánchez se refirió al "deterioro de la democracia como consecuencia de la máquina del fango".

Posteriormente, en La Vanguardia (16-6-2024), Sánchez fue un poco más lejos al decir: "Hay que acabar con la impunidad de los pseudomedios financiados por el PP y Vox". Por cierto, en esa misma entrevista, el presidente lanzó la siguiente acusación contra el líder del PP: "Feijóo, cuando era presidente de la Xunta, adjudicó millones a empresas que tenían contratados a familiares". Sánchez aún no ha desmentido ese bulo.

Y ya, por último, en una entrevista en la Cadena Ser (1-7-2024), obsérvese la alergia del presidente a comparecer ante medios críticos, afirmó: "No es aceptable que con recursos públicos se estén financiando bulos y desinformaciones".

El presidente deja en el aire las medidas que debían salvar a la democracia del peligro de los bulos

Ese ambiente previo auguraba una comparecencia de alto voltaje en el Congreso. No sólo porque se esperaba concreción en las medidas a adoptar para "regenerar la democracia", sino porque se preveía un ataque sin piedad contra los responsables de esa degeneración (PP y Vox).

Pero no. El cambio de nombre suponía también un cambio de estrategia. Ahora no se trata de salvar la democracia en peligro, sino de aplicar una normativa europea que obliga a los medios a publicar quiénes son sus propietarios y a detallar cómo y a quién se da la publicidad institucional. Cosa que, por el momento, el Gobierno no hace.

Avisó Sánchez de que se negociará con los grupos parlamentarios (menos con Vox) la reforma de la ley sobre el derecho a rectificación y derecho al honor. Pero no se mojó en qué sentido. Eso ya se verá.

En fin, que los ciudadanos podemos dormir tranquilos porque la democracia ya no está en peligro. Y tampoco es tan urgente poner coto a los abusos a la libertad de expresión. Habrá tiempo después del verano.

¿Significa esto que los medios no afines al 'Gobierno progresista' podemos quedarnos tranquilos? No. Yo creo que todo lo contrario.

Alguien sensato habrá puesto sobre aviso al presidente del jardín en el que se metía si, desde el Gobierno, comenzaba a recortar la libertad de los medios para informar. Por eso, las modificaciones legislativas se dejan para una negociación posterior que dudo mucho dé frutos.

Aunque el presidente no mencionó la "máquina del fango" en su discurso, su intención sigue siendo la misma que hace un par de meses. Hay que cortar la financiación a los que publiquen informaciones que le pongan en un brete a él o a sus familiares. ¿Cómo hacerlo? Usando criterios que poden la publicidad institucional a los medios más críticos.

Ustedes me dirán que ya, de por sí, el Gobierno da muy poca publicidad o ninguna a esos medios. Es verdad. Pero de lo que se trata es de que toda la publicad institucional, no sólo la del Gobierno, sino la de las comunidades autónomas y la de los ayuntamientos, se rija por los mismos criterios, que todavía no sabemos al igual que desconocemos qué institución se encargará de aplicarlos.

El truco está no en limitar la publicidad que da el Gobierno y las empresas que dependen de él, sino en coartar la capacidad que tienen las autonomías y ayuntamientos (la mayoría gobernados por el PP) para dar dinero a medios que suelen darle leña al Gobierno.

La publicidad institucional de todo tipo que recibe El Independiente es más bien escasa y, desde luego, nuestra viabilidad no depende de ella. Así que, presidente: nosotros seguiremos siendo independientes.