El pasado 4 de junio, el titular de The Wall Street Journal era: «A puerta cerrada, Biden da señales de estar decayendo». Ese día de junio, el periódico describía la problemática existente al narrar una reunión de Biden con los líderes del Congreso, en el mes de enero, para negociar un acuerdo de financiación para Ucrania. Los testimonios —más de 45 personas— hablaban de un presidente a quien no se escuchaba por su débil voz, de un presidente que cerraba los ojos durante muchos segundos y desconectaba de la conversación, de un presidente que hacía pausas prolongadas o que no recordaba algunas cosas. Desde el Partido Demócrata se acusó rápidamente al medio de comunicación de mostrar en su artículo sólo los testimonios de políticos republicanos. Ayer, esa crítica parecía infundada. Hoy, más cierta que nunca.

Faltaban aún 23 días para el debate entre el propio Biden y Donald Trump, y lo que era un secreto a voces se volvió una realidad incluso para el más acérrimo defensor de los demócratas. Ayer, frente a presiones internas y externas, Joe Biden anunciaba que no se presentaría a la reelección. Lo imposible había sucedido. Las razones, probablemente tres.

La primera es que las conversaciones sobre su edad y la falta de credibilidad de su liderazgo estaban en boca de todos, especialmente tras el debate. La ciudadanía se preguntaba si el actual Presidente era capaz, no ya de gobernar, sino de liderar. Sólo se hablaba de ello. Y era un grave problema, por supuesto, que se acrecentó muchísimo más tras el atentado a Donald Trump porque, después del tiroteo del pasado sábado y la muestra de fortaleza de Trump, el contraste era aún mayor. Biden era un candidato insostenible por su ínfima percepción de liderazgo.

La segunda razón estriba en que las encuestas mostraban claramente que ya no había confianza en la capacidad de Biden de liderar. Un líder fuerte es lo mínimo que se espera. Hoy, al partido demócrata ya no le basta aglutinar el voto anti Trump, porque no logra movilizar al suyo propio. Biden era un candidato insostenible electoralmente.

La tercera razón es el tiempo. Quedan 107 días para las elecciones. Es muy poco tiempo, pero el actual Presidente ya no era recuperable en estos cinco meses. Las encuestas muestran que el resto de candidatos y candidatas, incluyendo a Kamala Harris, tienen una valoración algo peor, sin embargo, tienen algo que a Biden le faltaba: tiempo para mejorar y donantes que sí pueden aportar el dinero que empezaban a negarle al presidente demócrata. Biden era un candidato insostenible en el tiempo.

Los demócratas necesitan una nueva candidatura. Necesitan movilizar a sus votantes, especialmente a jóvenes y minorías. Necesitan una candidatura que muestre fortaleza y liderazgo y aglutine a un público que vea a Trump como un peligro para la democracia. Necesitan, tal vez, un milagro.

Xavier Peytibi es consultor político en Ideograma, doctor en Ciencia Política y autor de la newsletter Política Creativa. Ha escrito Las campañas conectadas: Comunicación política en campaña electoral. Aquí puede leer todos sus artículos en www.elindependiente.com.