La respuesta mundial al VIH está al borde del colapso, atrapada entre las crecientes barreras a las mejores prácticas y una narrativa de sostenibilidad impuesta a los proveedores de atención debido a la disminución del apoyo internacional. Médicos Sin Fronteras (MSF) es testigo de las deficiencias críticas en la respuesta al VIH. Precisamente, algunos indicadores centrales de esta creciente crisis son las carencias registradas en torno al cribado, el tratamiento y la prevención de la enfermedad avanzada de VIH (o AHD, por sus siglas en inglés).
A pesar de los avances sustanciales en la ampliación de la terapia antirretroviral, se estima que el 30% de las personas que viven con el VIH siguen presentando AHD, lo que aumenta significativamente la morbilidad y mortalidad. En 2022, 630.000 personas murieron de enfermedades relacionadas con el VIH en todo el mundo, lo que demuestra que la mortalidad no se ha reducido en consonancia con los objetivos fijados en la Agenda de Desarrollo Sostenible, donde los países se comprometen a acabar con el sida para 2030.
La crisis de COVID-19 redujo fuertemente la capacidad de los recursos para la salud en muchos países, haciendo que cualquier progreso significativo dependa de financiación externa
En los centros de salud apoyados por MSF, atendemos a los pacientes detrás de estas cifras. En nuestros programas en la República Democrática del Congo, República Centroafricana y Guinea, entre el 36% y el 53% de los nuevos pacientes identificados con VIH en el nivel de atención primaria presentan AHD. En el hospital Donka de Conakry, en Guinea, las proyecciones son aún peores: aproximadamente, uno de cada cinco pacientes no sobrevivirá. Estas tasas tan altas se deben, en gran medida, a que los pacientes llegan tarde a buscar atención debido a las barreras que dificultan el acceso a la atención sanitaria, como las tarifas, la distancia al centro de salud, la inseguridad o el estigma.
Desde 2017, la Organización Mundial de la Salud ha recomendado que todos los adultos que ingresan o reingresan en centros sanitarios reciban una prueba de CD4 para identificar la AHD e iniciar así una atención adecuada. En la misma línea, ha definido un paquete de medidas para el diagnóstico precoz y el tratamiento de las principales infecciones oportunistas.
Sin embargo, el despliegue de este paquete ha sido muy lento y, en la práctica, rara vez se ha llevado a cabo, debido principalmente a la falta de financiación. La crisis de COVID-19 redujo fuertemente la capacidad de los recursos para la salud en muchos países, haciendo que cualquier progreso significativo dependa de financiación externa. Además, desde 2018 se lleva produciendo una disminución progresiva de la financiación internacional para el VIH, lo que ha limitado mucho el espacio para comenzar a implementar o ampliar el paquete básico de detección y atención de AHD, tanto a nivel hospitalario como de atención primaria.
Un ejemplo paradigmático es el de Guinea. En su última solicitud de financiación al Fondo Mundial para la subvención 2024-2026, incluyó por primera vez un módulo sobre AHD. La cantidad prevista para esto fue, sin embargo, ridículamente pequeña (150.000 euros de una subvención de 52 millones de euros para el VIH), ya que tenía que encajar en una dotación presupuestaria global ya sobredimensionada. Con estos recursos tan restringidos, el país no podrá cubrir ni siquiera una fracción de las necesidades.
Otro elemento clave en este análisis son los precios de los productos básicos para la AHD. La campaña ‘No más de cinco’ de MSF muestra cómo el fabricante de productos diagnósticos Cepheid, propiedad de la empresa estadounidense Danaher, cobra precios exorbitantes a los países de renta baja y media por sus pruebas GeneXpert, utilizadas para diagnosticar enfermedades como la tuberculosis, el VIH, la hepatitis, el ébola y las infecciones de transmisión sexual. Un estudio reciente de MSF muestra que Cepheid y Danaher podrían cobrar cinco dólares por prueba médica y seguir obteniendo beneficios. En su lugar, triplican o cuadruplican ese precio, incluso en los países más pobres del mundo. Como resultado, millones de personas se ven privadas de acceso a herramientas que salvan vidas.
Otro obstáculo en la atención a los pacientes de AHD es la retirada del mercado de algunas herramientas clave para el tratamiento de la enfermedad, como las máquinas de recuento de linfocitos T4 (CD4) —en particular, el dispositivo PIMA POC, de Abbott, y el sistema BD FACSPresto—, sin poner a disposición alternativas adecuadas. Hasta la fecha, el CD4 es una puerta de entrada esencial para salvar vidas. No tener este diagnóstico implica una pérdida de tiempo preciosa para revertir la AHD. Sin una prueba de recuento de células CD4 ampliamente disponible, será imposible acabar con el sida.
Pero eso no es todo. Al no poder implementar un paquete básico de AHD por falta de financiación o de acceso a algunas pruebas clave, los países no pueden diseñar un paquete más amplio y avanzado para su detección y atención. Esto incluiría la histoplasmosis y otras infecciones fúngicas, las infecciones bacterianas graves y el cáncer del sarcoma de Kaposi, una enfermedad agresiva que provoca lesiones en la piel, la boca, la garganta, los ganglios linfáticos y los órganos. Si no se trata, puede ser mortal.
A pesar de que hoy en día existen más herramientas para luchar contra el VIH que hace unos años, las carencias siguen muy presentes
Antes de que existiera la terapia antirretroviral, el sarcoma de Kaposi era el signo revelador del sida y hoy sigue siendo una de las infecciones oportunistas más olvidadas. El tratamiento incluye quimioterapia o radioterapia, que no siempre están disponibles en los países de ingresos bajos y medios. Y cuando lo está, la capacidad suele ser limitada (un solo servicio en un hospital para todo un país) y muy cara, lo que deja a la mayoría de los afectados sin atención y en riesgo de una muerte dolorosa.
Tras este análisis, la imagen global se antoja bastante deprimente. A pesar de que hoy en día existen más herramientas para luchar contra el VIH que hace unos años, las carencias siguen muy presentes. La profilaxis preexposición (PrEP) de acción prolongada [La profilaxis preexposición, o PrEP, es la utilización de fármacos antirretrovirales para prevenir la infección por el VIH] es una herramienta de prevención prometedora que debe estar disponible a un precio asequible en los países de renta baja. Existen pruebas rápidas en el punto de atención para la AHD y está a punto de llegar al mercado una nueva prueba rápida para la histoplasmosis. Los modelos centrados en las personas son reconocidos como el camino a seguir, pero siguen estando fuera del alcance de quienes que los necesitan.
Urge un compromiso financiero renovado por parte de los donantes internacionales y los gobiernos para llenar los vacíos y seguir innovando y rompiendo las barreras de acceso.
Stéphanie Drèze es asesora en VIH de Médicos Sin Fronteras (MSF).
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