Si fuera cierto todo lo que Juan Carlos Monedero dice sobre Venezuela, no sorprenderían los resultados anunciados por el presidente del Consejo Nacional Electoral (CNE), Elvis Amoroso, que daban una aplastante victoria al presidente Maduro en su segunda reelección. Monedero, profesor de la Universidad Complutense de Madrid que compartía tarima con Nicolás Maduro durante su campaña, explicaba en Telesur que Venezuela es un modelo para la izquierda global que lucha contra Occidente y que el fracaso del bloqueo de los EEUU y Europa a Venezuela, en lugar de debilitar al gobierno del presidente, más bien ha tenido el efecto contrario, pues "Venezuela ha recuperado su economía, ha fortalecido como nunca en la historia su aparato industrial y buena parte de los productos que antes importaba se producen hoy en el país". Añadía que el éxito de su modelo económico ha hecho que la patronal venezolana lo apoye.

También exponía las razones por las que la candidatura de la oposición merece rechazo. En primer lugar y sobre todo, porque representa a la extrema derecha y "mucha gente en Venezuela sabe que, si ganase la oposición, quitarían la pensión a sus padres y abuelos, se privatizarían las universidades y estudiar sería otra vez un privilegio de ricos, sus abuelos no tendrían asistencia médica, sus hijos no tendrían escuela, las empresas venezolanas terminarían en manos extranjeras y las grandes compañías volverían a hacerse con el petróleo". Señalaba, además, que su líder, "María Corina Machado, es una “señora (que) pidió una intervención norteamericana en el país, es amiga de Milei, apoya a Netanyahu, la apoya Bolsonaro, quiere privatizar prácticamente todo, quiere abolir el pasado".

"¿Cómo se puede decir que se ha recuperado la producción industrial si no hay gasolina?"

Ante estas afirmaciones resulta difícil entender que millones de venezolanos (ocho, según algunos cálculos) hayan dejado un país que tiene un "aparato industrial mejor que nunca en la historia", salvo que se deba a que la campaña del entramado mediático imperialista –superando los esfuerzos de contrainformar de Telesur y Rusia Today– haya convencido a familias enteras de arriesgar sus vidas cruzando el Darién o embarcándose por mar en condiciones poco seguras, en lugar de quedarse a vivir el nuevo boom de la Venezuela Saudí. Pero aunque resulta difícil contrastar los datos sobre la situación económica del país, porque no se publican estadísticas oficiales desde hace décadas, hay hechos irrefutables: ¿cómo se puede decir que se ha recuperado la producción industrial si no hay gasolina?

Si la información ofrecida por Monedero sobre los éxitos del gobierno de Maduro no resulta convincente, tampoco la de Amoroso sobre las elecciones. Así, la demanda de garantías durante el proceso electoral previo y el conteo de votos procede de todas partes, incluyendo el pronunciamiento de presidentes poco sospechosos de ser agentes de la CIA como Lula de Brasil o Boric de Chile. También las críticas ante la opacidad con la que el órgano electoral anunció la victoria de Maduro. Es suficiente un argumento para señalar que los resultados no son fiables: no se ofrecen resultados desagregados por juntas receptoras que permitan contrastar el resultado con la información de los "testigos" (nombre con el que se conoce a los delegados de partido) de la oposición, más aún cuando la poca información que ellos pudieron recolectar muestra una tendencia distinta a la anunciada por el CNE.

La pregunta es, si estaban tan convencidos del apoyo popular, ¿por qué el régimen venezolano perdió una gran oportunidad para demostrar que no se trata de un simple régimen autoritario cualquiera realizando un proceso transparente que dejase satisfecha a la oposición y a la comunidad internacional, tal y como se comprometió en Barbados? De haberlo hecho, ahora no tendría a una gran cantidad de gobiernos, incluido el de España, poniendo en entredicho los resultados y, sobre todo, la oposición carecería de argumentos para cuestionar la legitimidad electoral de Maduro.

Es probable que la situación de Cuba, Nicaragua o El Salvador tampoco cambie en el corto o medio plazo, y siendo pesimistas, es posible que otros países de la región se sumen al club

Sinceramente, no debería sorprender lo que está pasando, pues era uno de los escenarios previsibles. Pero sí resulta preocupante para la región la facilidad con la que los gobiernos autoritarios se mantienen en el poder. Por eso, es probable que la situación de Cuba, Nicaragua o el Salvador tampoco cambie en el corto o medio plazo, es más, y siendo pesimistas, es posible que otros países de la región se sumen al club. Al hilo de lo anterior, cabe una profunda reflexión sobre el papel de la elecciones como mecanismos de acceso y mantenimiento de los gobiernos autoritarios. Éstos se han apropiado de ese proceso de legitimación vaciándolo de los otros aspectos que lo hacen garante de la democracia, como la libre concurrencia, la transparencia o la neutralidad del árbitro.

Por ultimo, una reflexión en tono local. El intento del PP de entrar en Venezuela para "observar" las elecciones es una evidencia más de la partidización de la política exterior española hacia los países de América Latina. Todo lo sucedido era más que previsible, es por ello que el "dobermann" (citando a Alfonso Guerra) del PP de Madrid, aprovechase su primera intervención en el vuelo de regreso para nombrar al expresidente Zapatero y a Podemos poniendo en evidencia que apoyan al régimen de Maduro. Todos los partidos son muy dueños de hacer la política que quieran, pero deben ser muy conscientes de que, convertir lo que pasa en otros países en un debate interno, debilita la posición de España como potencial mediador o socio en situaciones de conflicto.


Francisco Sánchez es director de Instituto de Iberoamérica de la Universidad de Salamanca.