El nuevo sistema de financiación, concierto, fuero, cupo, agasajo o truco del almendruco de Sánchez para Cataluña no es de izquierdas ni de derechas, ni federal ni confederal, es simplemente sanchista y todo lo demás, incluidas las reverendas discusiones dentro de Sumar, puede resultar entretenido pero es irrelevante. La verdad es que tampoco sabemos ya qué es exactamente Sumar, aparte del resol de Yolanda en el Gobierno, en la prensa y en el cielo de verano, que es como el resol de un cisne de estanque. Carlos Martín Urriza, responsable económico de Sumar, signifique eso lo que signifique, ha criticado el invento desde la ortodoxia, el escepticismo y yo diría que hasta la ternura, que todavía es encantador que alguien intente darle explicaciones ideológicas o lógicas a Sánchez o a los suyos. Yolanda, después de un largo silencio, también como un silencio de cisne o ángel de estanque, ha sido más práctica y ha optado, como el propio Illa, por el método sanchista de sortear las contradicciones enunciándolas con naturalidad y frescura. Yolanda ya es puro sanchismo y habría que sacarla de las ideologías como del estanque de cisnes, con las alas mojadas todavía.

Lo que hace Sánchez es sólo por Sánchez y para Sánchez, lo sabe todo el mundo, lo sabe el PSOE, lo sabe el resto de la izquierda purista o arrimadiza, y lo sabe por supuesto Yolanda. Yolanda yo creo que ha visto su sueño alejándose, como un tren en sueños, y aún se resiste a aceptarlo. Su sueño era una izquierda que era a la vez toda la gente y sólo su bolsito, ese bolsito casi alegórico que le lleva la también figura alegórica, como una ninfa de bolsitos, que es su ayudante, personaje que me tiene fascinado desde que la vi entre escudera, niñera, peinadora, paragüero, dama de honor y porteadora de película de Tarzán. La izquierda / bolsito de Yolanda ha ido fracasando porque seguía pareciendo sólo el bolsito de Yolanda y ella tampoco ayudaba con sus incoherencias y chorradas. Sumar no sumaba nada, aparte de desengaños y pestañeos, y Yolanda se dio cuenta entonces de que había pasado de tener a la gente y a todos los colores de pintalabios de la izquierda (nunca los tuvo, en realidad) a tener sólo a Sánchez. Más o menos como los indepes, claro.

Yolanda aún tiene la esperanza de recuperar su sueño, su izquierda a la vez universal y privada, de utopía y de polvera, y sabe que sólo Sánchez puede patrocinársela

Si algo tiene Sánchez es que todo el que esté de su lado ya no puede ser otra cosa más que sanchista, ni socialista, ni izquierdista, ni periodista, ni economista ni equilibrista. Carlos Martín Urriza puede tener razón desde su izquierda académica u obispal, pero la razón hace mucho que no sirve con Sánchez. Ni tampoco sirve con Sumar, al menos mientras Sumar siga siendo esta Yolanda a la que vemos hacer la estatua de estanque o de Consejo de ministros, con diadema de palomas en la cabeza. Yo creo que Yolanda está intentando olvidar la decepción para abrazar no tanto el interés como la esperanza, que es algo todavía peor. No me parece que Yolanda esté pensando en que Sánchez la premie, como a otros del PSOE o del círculo del PSOE, con una embajada sin sentido o un despachito con macetón. Yo creo que Yolanda aún tiene la esperanza de recuperar su sueño, su izquierda a la vez universal y privada, de utopía y de polvera, y sabe que sólo Sánchez puede patrocinársela. 

Con Sánchez sólo se puede ser sanchista, y esto no significa ser necesariamente un creyente (en realidad es casi imposible concebir que alguien crea a Sánchez). También vale ser cínico, o calculador, o perezoso, o estar desahuciado para cualquier cosa fuera del sanchismo, como un cisne o un ángel de estanque fuera del estanque. Pueden ser económicos o románticos, pero quien lo necesite siempre encontrará motivos para negar la razón, la verdad, la evidencia, la ideología, los principios y hasta la moral cuando lo haga Sánchez. Yo creo que Yolanda también está en este punto, como la mitad del PSOE o la mitad de España. Yolanda, como los indepes, no precisa ser toda la gente ni todo el arcoíris, ni ser mayoría, ni ser muchos, sólo ser necesaria para Sánchez, y en eso confía. Claro que las cuentas de los indepes tienen mayor sustento que las de Yolanda.

Hablar del nuevo fuero catalán, que está entre el medievo y el latrocinio, hablar económica, ideológica o lógicamente, me refiero, es una pérdida de tiempo. Igual que hablar de Sánchez más allá de la pura fuerza y la pura voluntad de poder. Después de todo lo que hemos vivido, el que apoya a Sánchez es que quiere algo de Sánchez o necesita algo de Sánchez, y ahí está también todavía Yolanda, o la izquierda que queda bajo las alas mojadas de Yolanda, no sé si protegida por un ángel palmípedo o ahogada en plumón. O a lo mejor ya no hay ni izquierda ahí, sólo un nido vacío y una mamá pata triste o ciega. Sánchez es un milagro y una ganga para los indepes, y un mal menor para la izquierda abizcochada de toda la vida, y la última y loca esperanza de Yolanda con bolsito, como la Penélope de Serrat. El verdadero precio de estas ambiciones cínicas y de estas esperanzas locas todavía está por calcular y lamentar, pero empecemos por repudiar las explicaciones de lo inexplicable y las justificaciones de lo injustificable. Para eso no hacen falta ideologías, ortodoxias, academicismos ni trincheras.