Hay una ya famosa canción de los cartageneros Arde Bogotá, Exoplaneta, que me gusta especialmente y que habla de la posible existencia de un exoplaneta al que emigrar, el 571-/9A. Un lejanísimo peñasco en el espacio profundo al que partir para olvidar los problemas del futuro y la ansiedad… Una canción que me cuadra con esa huida ante un futuro lleno de incertidumbres que la juventud actual tiene que afrontar.
Sí, ya sé, habrá voces que digan que la juventud del siglo XXI lo tiene tan mal o tan bien como lo han tenido otras generaciones a lo largo de la historia, sin contar a aquellas generaciones que lo han tenido mucho peor o mejor. El contexto histórico nos arrastra. Ese argumento de “nosotros también lo pasamos mal” me parece que es meter la cabeza bajo la tierra ante los problemas actuales y evitar poner todo nuestro empeño en soslayarlos. Hoy toca hablar de hoy y de la problemática real de una mayoría de nuestra juventud en España en su Día Mundial que se celebra el 12 de agosto.
La edad media de emancipación de los jóvenes españoles es de más de 30 años y, si no hacemos nada, la situación empeorará de aquí a 2030
La juventud actual está sufriendo el enorme impacto de las crisis concatenadas que vienen soplando desde 2008 (crisis económica, climática, pandemia, conflictos que afectan a la economía global, etcétera) en los años de su vida en los que tienen que formarse, despegar y finalmente consolidar sus planes de vida. Lo cierto es que este colectivo ha sido el grupo que se ha visto más afectado por estas crisis.
Precariedad y carestía de vivienda
Unos de los obstáculos que los y las jóvenes están tratando de sortear son los que les impiden la emancipación y, aunque los últimos datos del paro juvenil registrados en agosto son positivos, marcando un mínimo histórico con 39 meses consecutivos de reducciones interanuales, la precariedad en el trabajo y el coste de la vivienda están imposibilitando su emancipación. La edad media de emancipación de los jóvenes españoles es de más de 30 años y, si no hacemos nada, la situación empeorará de aquí a 2030. Así las cosas, la juventud está obligada a vivir en un estado juvenil peterpanesco (si se me permite el palabro), al no tener la oportunidad de emanciparse, que, coincidirán conmigo, es uno de los más legítimos anhelos de cualquier joven. Y, por qué no, también de sus padres y madres.
Los datos sobre precariedad y satisfacción laboral son llamativos. Un estudio que publicamos en Ayuda en Acción sobre precariedad, ‘Transiciones en desventaja’, muestra que en España solo el 23% de la juventud tiene un trabajo que considera “satisfactorio”, entendiendo esta palabra sólo como parte de una transición exitosa desde sus estudios o, simplemente, que les permitan colmar sus necesidades básicas sin vivir en la precariedad.
La incidencia en la salud mental
Vivimos, además, en un tiempo en el que tener estudios y tener empleo –el mantra con el que nos impulsamos los boomers– no garantiza escapar de la pobreza, ni mucho menos tener acceso a una vivienda. Si vives en una ciudad ya ni te cuento.
Desempleo, precariedad laboral, bajísimas expectativas de emancipación son factores que están también afectando negativamente a la salud mental de la juventud. Sí, afortunadamente, la juventud actual habla con muchos menos prejuicios sobre salud mental que las generaciones anteriores. Uno de los datos de un estudio sobre juventud y soledad no deseada en España, elaborado junto a la Fundación ONCE a principios de este año, consignaba que las personas en desempleo sufren una prevalencia de la soledad cinco puntos por encima que las que estudian o trabajan (30,3% frente al 25%). El informe arroja también el dato de que la prevalencia de soledad no deseada en jóvenes de hogares con dificultades económicas es casi el doble que entre jóvenes de hogares que llegan con facilidad a fin de mes (36% frente a 19,4%).
Tener estudios y tener empleo –el mantra con el que nos impulsamos los 'boomers'– ya no garantiza escapar de la pobreza
Es cierto que la juventud está en la agenda política y que existe un reconocimiento de la problemática que tienen que afrontar cuya falta de solución puede ser un lastre, no sólo para esas generaciones, sino para el conjunto de nuestra sociedad en el futuro. Hay ya mecanismos en marcha para retirar las barreras y allanar los obstáculos; pero no son suficientes o necesitan aceleración.
Políticas efectivas
En materia de vivienda se hace necesario generar políticas que ayuden a aumentar la proporción de juventud independizada, reducir la edad media de emancipación, reducir la carga que supone el coste de la vivienda para la juventud, mejorar el parque público de viviendas y un marco político para solucionar el problema estructural en materia de vivienda, garantizando que el coste de la vivienda sea asequible tanto en su forma de compra como de alquiler.
También es obligatorio mirar a la educación y al empleo si queremos hablar de emancipación. Como comentaba anteriormente, hoy en día tener estudios y empleo no te garantiza la emancipación, pero sigue siendo una de las grandes palancas que cualquier sociedad libre y democrática debe tener para el desarrollo de sus individuos y sus comunidades. Existe una relación directa entre desempleo y empobrecimiento con los niveles de estudio. Disponer pues de un sistema de educación pública de calidad que garantice el acceso a todas las capas sociales, rompiendo brechas de desigualdad que integre el aprendizaje inclusivo y fomente la empleabilidad, es de primero de estado de bienestar.
Quizá lo más importante para solucionar los problemas actuales de la juventud es contar con ella
Y quizá, lo más importante para solucionar los problemas actuales de la juventud es contar con ella. Los poderes públicos tienen que dar un papel activo al colectivo en la sociedad. Es el momento de que no solo se hable sobre qué le pasa a la juventud, si no de que sean los y las jóvenes quienes expongan el mundo desde su mirada y se escuchen sus opiniones sobre la emancipación, la vivienda, la educación y el empleo, pero también sobre otros temas que les interesan como la pobreza, los conflictos, la diversidad, el cambio climático o la migración forzada. Les aconsejo escuchar sus voces en Documental ZETA, que recoge las vivencias de un grupo de jóvenes participantes en uno de nuestros programas –Programa Impulsa– sobre orientación social y laboral. Ojalá no les obliguemos a volar a ese exoplaneta 571-/9A que mencionaba al inicio o, que acaso, les ayudemos a que ese nuevo sitio utópico que anhelan lo construyan aquí, en Ayuda en Acción, al menos, les necesitamos independientes y activos en nuestras sociedades.
Alberto Casado es director de Incidencia en Ayuda en Acción
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