No creo que a Sánchez le preocupe mucho que el PNV, siquiera por esto de Edmundo González, haya hecho posible una mayoría traidora, rencorosa, ladina y alternativa a la mayoría de investidura, mayoría de progreso, mayoría social o mayoría menesterosa, allá por ese Poder Legislativo tan ajeno ahora. El Poder Legislativo a nuestro presidente le parece de repente cosa de viejas, como un poder notarial, o alguna antigua institución romana apenas numismática, como una cuestura. De serlo todo, hasta más de lo que le corresponde (nuestra ínclita vicepresidenta María Jesús Montero decía nada menos que la soberanía nacional residía en el Congreso de los Diputados), ha pasado a ser una reunión de ateneístas poco colaboradores, como esos pacientes poco colaboradores que se sabotean a sí mismos desobedeciendo al médico. En todo caso, algo superfluo, ornamental y sobre todo prescindible para su “agenda”. El Poder Legislativo es ahora algo así como una platea de provincias, donde sólo se habla de cupleteras, o un lejano y chocante parlamento kazajo. Y a ver qué le va a importar a Sánchez que un partido nacionalista de Kazajistán cambie de voto o de cabra.

En Kazajistán o por ahí, en fin, PP, Vox, PNV y alguno más se han unido para reconocer a Edmundo González como presidente legítimo de Venezuela, cosa poco más que simbólica o educada, más cuando el propio González ya ha dicho que se retira de la política y hasta de la acuarela si hace falta (todo huele a trato con Maduro con barajeo de Sánchez). El personal enseguida ha sacado la calculadora escolar o el lápiz de carpintero y ha visto que el movimiento de voto o de cejas del PNV forma una nueva mayoría, siquiera breve y jabonosa, pero gozosamente aritmética. Además, también ve que Feijóo acuerda con el presidente canario, Fernando Clavijo, un plan de acción por el caos migratorio, y todo le suena a entente, enjambre o terremoto contra Sánchez. Pero Sánchez, mientras, pasa del paipái de su comité federal al paipái de China, pisando sólo alfombras rojas y plumón de azafata, y eso es lo que importa. O sea que Sánchez sigue siendo presidente, lo dicen las plaquitas de las mesas, las banderitas de los hoteles y los coches oficiales, lo dicen los subtítulos hasta en chino, y nada de eso se lo han quitado las votaciones folclóricas de nuestro Poder Legislativo folclórico.

Sánchez no necesita ahora nada ni a nadie, y es más, todo lo que no sea él, su Moncloa con setos electrificados y piscina de riñón y su partido ya es intruso o enemigo

Por supuesto que a Sánchez no le preocupa una mayoría alternativa que es anecdótica, que se ha unido sólo momentáneamente, como en una coreografía de sirenas o de drones. PNV, PP y Vox no van a votar juntos a ningún Tamames con orinal en el escaño, como un papa con orinal en el sitial, ni siquiera a un Feijóo que se vuelva regionalista, criptoforalista, tanguista o covadongo. Sánchez tampoco le teme a que los presidentes autonómicos se unan a Feijóo firmando rebeliones y protestas en papel cebolla, ni siquiera cuando son sus propios barones socialistas, que Page se lo gasta todo en velas negras y panoplias toledanas pero no hace nada más. También está bien cubierto el presidente en el Constitucional, que ahora incluso puede corregir al Supremo en la interpretación de los tipos penales, o sea que Sánchez tiene una corte de apelación definitiva ahí como detrás del espejo del vestidor. Sánchez no le teme a nada, salvo al camión de la mudanza, la única y oscura presencia, casi mitológica, que se lo puede llevar en las garras, como una harpía. Y nadie ahora mismo puede mandárselo.

Sánchez no se preocupa ahora por la aritmética parlamentaria, como no se preocupa por la música kazaja. La aritmética ya le dio lo que quería y ahora sólo tiene que esperar en el colchón de agua o en el sofá de nata de la Moncloa, como una maja desnuda o vestida. Sánchez, insisto, no necesita ahora nada ni a nadie, y es más, todo lo que no sea él, su Moncloa con setos electrificados y piscina de riñón y su partido / harén ya es intruso o enemigo. Yo creo que dice eso de “Poder Legislativo”, así larga y cavernosamente, como el que dice “Poder de Grayskull”, en vez de decir Congreso y Senado o Cortes, precisamente para transmitirnos la tensión y la amenaza de un poder ajeno y oscuro que le está echando un pulso a su poder presidencial, el único legítimo, el único poder de luz o el único poder que importa. El Poder Legislativo y el Poder Judicial ya le hacen a Sánchez como una pinza o un mataleón de villanos galácticos, aunque por supuesto no tienen nada que hacer ante su voluntad y su espadón.

A ver qué le va a importar a Sánchez que en el Congreso voten al presidente de Venezuela, sin poder ponerlo, que es como hacer cuentas de votar al presidente de España sin poder votarlo. Sánchez tiene todo lo que necesita, que es tiempo, dinero y toda la cosechadora de lo público, que va del Constitucional a Broncano. Además, tiene el amor de su pueblo, que a lo mejor, superando lo que dicen los ministros, la soberanía nacional reside en el presidente. Y por supuesto tiene el amor de su mujer, la presidenta Begoña, alma gemela en el postureo con cartel, atril y croqueta públicos. Y el amor de su partido y de su prensa, que le aplauden con palmas palmípedas como María Jesús Montero, amuñonadas de pasión o de necesidad, como las de un manco de limosna dominical. Y el amor de unas instituciones no ocupadas sino seducidas, que harán todo lo posible para que la aritmética del Congreso y el corazón de los afligidos se vuelvan a dar la vuelta cuando haga falta, sea santificando a Sánchez o destruyendo al enemigo. Esto es lo que le preocupa a Sánchez. Lo demás, ya digo, sucede en la fachosfera o en el Congreso como si sucediera en Kazajistán.