España tiene desplazados en el sur del Líbano casi 700 soldados al mando del general de brigada Aroldo Lázaro. El destacamento forma parte de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas para Líbano (UNIFIL), creada en 2006 para hacer cumplir la Resolución 1701 de Naciones Unidas, que pretendía garantizar la integridad territorial de ese país tras la guerra que enfrentó a Israel y Hizbulá.

La UNIFIL está compuesta por más de 10.000 soldados (y personal civil) de diferentes países. Desde 2022, la UNIFIL está al mando del general español Lázaro, que depende directamente del secretario general de la ONU, António Guterres. Por tanto, la decisión sobre la continuidad de la misión española depende de la ONU, no del Ministerio de Defensa español o del Ministerio de Asuntos Exteriores.

La realidad es que, desde que el conflicto entre Israel y Hizbulá se ha recrudecido, la UNIFIL no puede llevar a cabo su misión de control de frontera. Cada vez que hay un bombardeo, los soldados españoles se refugian en un bunker, equipados con sus chalecos de protección y sus cascos. ¿Tiene sentido mantener una fuerza que no puede cumplir su misión? La respuesta parece evidente.

Cada vez que hay un bombardeo, los soldados españoles se refugian en un bunker, precisamente porque su misión no es la de imponer la paz.

Sin embargo, el ministro de Exteriores, José Manuel Alvares, se empeña en el absurdo. El martes, tras el Consejo de Ministros, afirmó: "Los cascos azules realizan una labor fundamental para el mantenimiento de la paz, es una fuerza de interposición cuyo mandato tiene hoy más vigencia que nunca". El miércoles, en conversación con Carlos Alsina (Onda Cero) dio un paso más en este argumento peregrino. Dijo que la misión de UNIFIL es "evitar el choque entre Hizbulá e Israel", y que su permanencia en el sur del Líbano es importante "para reducir el riesgo de escalada". Eso lo dijo después del ataque con misiles de Irán sobre Tel Aviv y después de que las tropas israelíes hubieran incrementado sus operaciones militares en el sur del Líbano.

De ser la misión de UNIFIL la que dice el ministro, estaríamos más que ante un fracaso, ante un ridículo espantoso. ¿Cuál ha sido la labor de interposición de las tropas de UNIFIL en las últimas dos semanas?

La misión de UNIFIL no abarca la imposición de la paz, sino que tan sólo tiene como fin que se cumpla una Resolución de la ONU que no contempla una guerra abierta como es el caso. Los soldados allí destacados tienen un armamento acorde con esa misión limitada y por eso carecen de material pesado y blindados, que serían necesarios para operar como una verdadera fuerza de interposición entre Hizbulá e Israel.

Durante los dieciocho años que España ha participado en la misión del Líbano, las tropas españolas han realizado una meritoria labor (15 soldados españoles han perdido la vida allí). Pero ahora no tiene ningún sentido mantener ese operativo, superado por los acontecimientos.

Por tanto, el gobierno español debería pedir al secretario general de la ONU que ordenara la retirada de la UNIFIL porque ya ha dejado de tener sentido tal y como fue concebida y porque la vida de muchos soldados corre peligro.

En una entrevista a Televisión Española el pasado mes de enero, el general Aroldo Lázaro, acertó en su valoración sobre lo que sucede en Líbano (y ahora sus palabras cobran aún más valor): "La solución a lo que está ocurriendo no es militar, sino que va por la vía política, por la vía diplomática".