La no invitación al jefe del Estado español a la toma de protesta de la presidenta mexicana avivó, por penúltima vez, la discusión sobre la conquista y colonización de América. Aunque se trata de un debate necesario, hay que reconocer a priori que nunca nos pondremos de acuerdo, porque las distintas interpretaciones son más bien una declaración de parte que responden a una visión del mundo particular hecha con ojos del presente. Por más que todos nos empeñemos en mostrar como soporte empírico una serie de inobjetables hechos del pasado, no hay que olvidar que éstos han sido seleccionados estratégicamente para reforzar convenientemente unos u otros argumentos y que, en muchos casos, se presentan sin ningún tipo de orden ni rigor a pesar de reclamar para sí una pátina científica o académica.

Simplificando mucho las posiciones, se podría decir que hay dos lecturas, por un lado la que podríamos llamar buenista o roussoniana; por otro, la confrontacional o supremacista. La primera se caracteriza por una visión voluntarista de las relaciones entre España y América y su mejor argumento es "somos pueblos hermanos" porque tenemos "valores compartidos". Sus defensores creen en una especie de predestinación al entendimiento, razón por la cual les cuesta tanto aceptar las distintas posiciones o discursos de los países que se desmarcan, aun cuando, de forma explícita señalen las diferencias. Ello explicaría por qué la "pausa de las relaciones" planteada por López Obrador les dejó tan fuera de juego. Cuando una crisis sucede, siempre la interpretarán como si de un error o culpa peninsular se tratara, pues asumen que la conquista es una especie de pecado original.

Respecto a la segunda visión, su carácter conservador adelanta por la derecha al antiguo Instituto de Cultura Hispánica y queda muy bien resumida en el título del libro del argentino Marcelo Gullo Nada por lo que pedir perdón. Los valedores de esta posición idealizan la conquista y la colonización en base a una serie de tópicos que rozan la ignorancia, siendo uno de sus argumentos centrales y más  burdos, el que erige a los conquistadores en una especie de cascos azules que libraron a los pueblos del Abya Yala de unas tiranías caníbales que los sometían a sacrificios rituales. La obsesión de Gullo con la antropofagia se relaja solo cuando habla de la Iglesia Católica y su papel erradicando la barbarie, porque, claro está, un "sacrificio ritual" es bárbaro si lo hace un señor con taparrabo, no si lo hace uno que lleva sotana y quema a un hereje en la hoguera.

Este hispanismo 2.0 retoma lo mejor del nacionalcatolicismo al reivindicar a la iglesia romana -que no al cristianismo- como la esencia de esa gran Hispania de ambos lados del Atlántico. Aunque parezca extraño, sus defensores coinciden con la izquierda en el antinorteamericanismo. Para ellos, el catolicismo dota a los hispánicos de un espíritu y una mística superior pues, a diferencia de los EE.UU., no caemos en el pecado del pragmatismo utilitarista al que son propensos los protestantes. Esto es algo que les acerca también, de manera tosca, al arielismo de Rodó o al Unamuno que se proclamaba antieuropeo a la vez que sentenciaba "que inventen ellos".

Si se quiere buscar un punto de encuentro y amistad entre los distintos países, lo constructivo sería mirar al futuro dejando de lado las posiciones maniqueas "

Si se quiere buscar un punto de encuentro y amistad entre los distintos países, lo constructivo sería mirar al futuro dejando de lado las posiciones maniqueas que se mueven en el plano de la superioridad moral. El hecho en sí de que se hable del tema con tanta vehemencia evidencia que hay un grupo de países con algo en común y que, por tanto, podrían juntarse para defender intereses compartidos. 

Esto es algo que, afortunadamente, está pasando, como queda patente en el proyecto iberoamericano. La idea que está detrás es muy simple pero efectiva, se trata de una comunidad de países de América que comparten lengua y elementos culturales e históricos con los dos países de la península Ibérica: Portugal y España.

A pesar de que se trata de países de diverso tamaño, con intereses económicos, políticos y estratégicos distintos, se ha podido crear un espacio institucional en la Secretaría General Iberoaméricana (SEGIB) que potencia ahondar en las coincidencias que aproximan más que en aquello que distancia. Es así que, por poner algunos ejemplos significativos, la SEGIB es un punto nodal para la Cooperación Sur Sur; apoya y difunde el patrimonio cultural de la región, a la vez que fomenta el trabajo de los creadores y artistas con programas como Ibermedia; impulsa la creación de un espacio iberoamericano de educación superior, ciencia y tecnología; y apoya el desarrollo de proyectos en temas medioambientales o de cohesión social. 

También cabe destacar el incipiente esfuerzo de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC) por buscar puntos de encuentro con ese otro espacio común, de mayor inclusión bilateral, que es la Unión Europea. Se trata de un proyecto que abarca a todos los países, no solo a los iberoamericanos, y por ello plantea debates sobre el pasado y el futuro más amplios y diferentes debido a que la relación birregional no solo está mediada por el papel que cumplieron los reinos de la Península Ibérica sino también, implica a todas las antiguas metrópolis coloniales europeas.  

En definitiva, lo que se quiere recalcar es que, si prestásemos más atención al trabajo que se hace desde éstas y otras organizaciones internacionales, en lugar de poner el foco en los discursos que dividen o confrontan, podríamos aprovechar de mejor manera las grandes oportunidades que nos ofrece un pasado compartido que nos hace parte de una comunidad.

Los retos están en los rezagos de un colonialismo que sobrevive en las modernas repúblicas, así como en ciertas visiones de las actuales relaciones internacionales. Por eso invito a que, preferentemente, pensemos en cómo podemos aprovechar y crear sinergias que nos ayuden a tener un mejor futuro.


Francisco Sánchez es director del Instituto Iberoamericano de la Universidad de Salamanca. Aquí puede leer todos los artículos que ha publicado en www.elindependiente.com.