El PP vota cosas que no lee, o que no entiende, o las dos cosas, y eso desde luego resulta mucho más gracioso que un montón de etarras saliendo a la calle con su capuchón de siglos y sangre, como viejos vampiros, gracias a Sánchez. El PP vota cosas que no lee, o que no entiende, o las dos cosas, quizá porque Feijóo ha ido haciendo su partido con los amigotes y las rondallas de su pueblo o de sus barones, con mucho político de feria de la tapa y palanganilla de palacio. Y todo esto, no saber leer o no querer ponerse las gafas, o ir con el pandero en vez de con el vademécum, es mucho más gracioso que pactar con Bildu este grumoso chorreo de asesinos. Es más gracioso todavía pensar en este PP con ojo vago o gafa ahumada teniendo en cuenta que hace poco Sánchez pactó también con Bildu la libertad y la seguridad ciudadanas, que consistían en dejar a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado en algo entre futbolín y juego de bolos. O sea, que Sánchez se puede burlar de Feijóo con razón. Lo que hace Sánchez, sin embargo, sigue dando más asco que risa, y así no hay manera.

No hay nadie al volante del PP, se burlaba Sánchez en el Congreso como si fuera aquel Pierre Nodoyuna de Los autos locos, villano aún más villano por estar envilecido y enguantado por el perverso acento francés (es lo que le falta a Sánchez, acento francés). Y es que en cosa de burlas es mucho más fácil señalar a Feijóo que a Txapote, por supuesto. Habría que irse a Begoña Gómez, flor de té del fundraising, empresaria de alfombra mágica, abejita del abejeo institucional, minerva de la obviedad y asombro del retruécano. O a Pilar Alegría, que ya más que comparecer silba, y a la que llaman Pilar Bulería por los bulos (creo que es cosa de Carlos Herrera, que la habrá bautizado muy profesionalmente con su cosa de padrino de bautizo). Para irle con la burla a Sánchez tendríamos que tirar por ahí, o aislarlo del aciago contenido de sus leyes y su política y dejarlo en “macarra de ceñido pantalón” (de nuevo se lo robo a Sabina) y hortera que come gambas en la cama de agua, con la chati vestida de leopardo hasta los tacones. Pero por esto, por estar de fiesta en esa fiesta de todos los muertos que les han regalado a los etarras, no salen buenas guasas de Sánchez ni de nadie.

Cualquiera se burla de Feijóo y de ese PP que no lee, o lee de mal y de lejos, como leen la prensa y los prospectos los abuelos. Ya he dicho alguna vez que Feijóo no lee bien sus papeles, que se le hacen gurruño o sopa de letras y le sale sintaxis como de teleprompter sin comas. Cualquiera se burla de Feijóo, que ha tardado demasiado en hacer su equipo o en hacerlo todo, que cualquier decisión parece que se le vuelve vestirse de torero, entre la lentitud, el miedo, el ritual y el rezo. Pero tampoco es que estén los demás partidos llenos de peritos ni de Castelares, que la mayoría son monetes aplaudidores y funkos de salpicadero, con la cabeza bailona asintiendo. Es fácil burlarse del PP, que aún no sabe que hay que leerse cosas y, sobre todo, pensar cosas; que aún no sabe que se puede hacer oposición a la vez con el látigo y con ideas, con discurso y con calle, que no hay que elegir como entre carne y pescado. Pero a ver cómo hace uno burla con Anboto y Kantauri sin que se te queden como huesecillos en la garganta.

Sánchez tendría que haber aparecido con Begoña, que es como una chica Bond de las modernas, de las que son ninjas o empresarias de éxito. O con Almodóvar, que cree que la política es fetichismo, como aquel mambotaxi de Mujeres al borde de un ataque de nervios (sobre los artistas comprometidos ya lo dijo todo Ricky Gervais: “No estáis legitimados para dar discursos a nadie sobre nada. No sabéis nada sobre el mundo real. La mayoría de vosotros pasó menos tiempo en la escuela que Greta Thunberg”). Pero a ver cómo se burla uno cuando no se trata tanto de Sánchez, ni de la Pichona, ni de Patxi López, que ya es como un teleñeco que pierde gomaespuma; ni de Pilar Alegría, que volvía a mentir con cierto temblor en su cara de ayudante de lanzador de cuchillos (ni esta ley es copia de ninguna del PP, ni el Consejo de Estado la ha avalado, ni se trata de cumplir un mandato de Europa, que dio el visto bueno a la ley vigente).

Ante un PP sin nadie al volante o con un Feijóo al volante sin las gafas de conducir, lo que teníamos era a Aizpurua y a toda una cuerda de etarras de mirada perdida

Ante un PP sin nadie al volante o con un Feijóo al volante sin las gafas de conducir, ante este PP que da risa igual que Aterriza como puedas, que no se lee las leyes o no entiende las leyes como le pasa a mi madre con la factura de la luz, lo que teníamos era a Aizpurua y a toda una cuerda de etarras de mirada perdida y mondadientes humano. Sí, y a ver quién se atreve a meter aquí una guasa. Bueno, se atrevió Rufián, eso es verdad: “Al final los que han votado a Txapote han sido ustedes”, le dijo al PP. O sea, que debe de ser cierto que el PSOE ha hecho una ley para Txapote como para Puigdemont (habrá que llamarla Ley Txapote) y que aquel cántico nefasto de los fachas sólo era un augurio, y ahí me parece que están la burla y el descojone. Los socios de Sánchez tienen el humor negro muy desarrollado, o ya no lo llaman humor sino sólo victoria. Sánchez no es que tenga humor, que creo que no tiene, como no tiene moral. Él sólo tiene necesidades. Su guasa, como su política, es instrumental.

Sí, a ver quién se burla de Sánchez y Kantauri, estando ahí Feijóo equivocándose con las leyes como el que se equivoca con las pastillas. Al volante del PP, que a lo mejor es otro mambotaxi pero de derechas, no sé si no hay nadie o no se nota lo suficiente. Pero lo cierto es que al volante del PSOE ya sin ideología ni principios, al volante de la apropiación y la subasta de todo el Estado o de toda la democracia; al volante de esta fiesta de fanáticos, mafiosos, sediciosos y hasta asesinos; al volante de todo este caos, y encima no ya por el poder sino por el mero posado con la fuente de gambas pública en gayumbos; al volante de esta desgraciada época y de esta desgraciada España, en fin, sin duda está Sánchez. Lo de Feijóo tiene gracia y lo de Sánchez no tiene ninguna.