Resulta agotador escribir de David Broncano casi dos meses después del estreno del programa. Especialmente, porque su duelo contra Pablo Motos se ha convertido en un ingrediente más dentro de la llamada ‘batalla cultural’, que es una especie de cochiquera en la que se rebozan los académicos más necios y aburridos para intentar imponer sus dogmas, casi siempre, alejados de los hechos, del día a día y del pensamiento práctico. Lo que sucede es que en el caso de La revuelta hay mucho dinero en juego -14 millones de euros anuales-, así que conviene no descuidar ciertos frentes para que quienes lo gestionan no tomen al resto por primos.
Tuvo hace unos días David Broncano la idea de conceder unas declaraciones a la publicación británica The Times para hablar de un asunto que -por increíble que parezca- ha traspasado fronteras, como es la batalla entre La revuelta y El Hormiguero, quizás el episodio más bochornoso que ha generado la polarización patria y, desde luego, el más estéril. El showman camina por la vida con aire pacífico, simpático y pasota, pero nada más lejos de la realidad, cosa lícita, pero que conviene señalar. Así que aprovechó la ocasión para lanzar un dardo a su competidor, al que acusó de ser el primero en politizar esta batalla televisiva nocturna.
Miente o no está bien informado. En primer lugar, porque su programa se emite en la televisión pública, donde cada una de sus paredes rezuma ideología. Esa empresa pública es la que ensalzó al señor Paco como gran pescador de truchas, la que canceló La Clave porque no le venía bien a Felipe González, la que puso un programa -metáfora material del pisito- a Bárbara Rey para contentar el Emérito o la que se la tuvo que envainar y rectificar, por orden judicial, sobre su tratamiento de una huelga general, de ahí aquello de Alfredo Urdaci de ‘ce, ce, ó, ó’.
Imposiciones de Moncloa en RTVE
No hay muchos espacios dentro de esa casa que estén resguardados de los vientos políticos. De hecho, la propia persona que negoció con El Terrat el contrato de Broncano, José Pablo López, llegó a RTVE en abril de 2022 tras ser destituido como director general de Telemadrid -después haber sufrido todo tipo de presiones por parte del Gobierno de Díaz Ayuso-; y lo hizo por iniciativa de Moncloa, en contra del criterio del presidente de la corporación en esa época, José Manuel Pérez Tornero.
Fue una injerencia que se produjo en un momento en que el Ejecutivo había comenzado a maniobrar para acorralar al entonces líder de la corporación para sustituirle por Elena Sánchez. Lo consiguió… y cuando ‘la sucesora’ dejó de ser útil, le hicieron lo mismo. Cuando vendes tu alma al poder, debes seguir sus directrices sin disentir. De lo contrario, se empleará con una especial saña contra ti.
¿Y por qué se le consideró disidente y problemática a Sánchez? Entre otras cosas, por oponerse a la contratación de Broncano en los términos en los que se había negociado. Con lo que no contaban en Moncloa es que los tres consejeros del PP, el de Sumar -distanciado del de Podemos- y la propia Elena Sánchez iban a cesar a José Pablo López en la misma reunión, con una jugada que convirtió aquella reunión en una auténtica cacería.
Política en RTVE
A lo mejor todo eso se le escapa al presentador de moda, por cierto, un hombre de éxito, a tenor de la audiencia que concita a diario su programa. Hay muchos proyectos que le costaron mucho más caros a la televisión pública, pero que fueron un absoluto fracaso. Entre ellos, los intentos de programar debates con Ernesto Sáenz de Buruaga y con Carlos Herrera, que también tuvieron un tufillo político. Como la elección de su valedor como presidente, José Antonio Sánchez.
Sería absurdo negar eso, como también lo es el afirmar que el fichaje de Broncano tan sólo responde a criterios televisivos. Incluso sería inútil intentar ocultar a estas alturas que, un tiempo atrás, una importante productora intentó ofrecer La resistencia a Mediaset, ante las dudas sobre si Movistar renovaría el programa.
Fue el propio Francesc Vallés -secretario de Estado de Comunicación- el que trasladó tras las pasadas elecciones a RTVE su deseo de que la corporación contra-programara El Hormiguero. Lo hizo después de una campaña electoral en la que Motos, Ana Rosa Quintana o Vicente Vallés fueron señalados por toda la izquierda patria como difusores de bulos. En esos días, Pedro Sánchez salió encantado de su entrevista en el podcast de La pija y la quinqui. Incluso lo escribió en su libro, Tierra firme, y valoró la idea de dirigirse a un público más joven.
Que las terminales mediáticas de Moncloa quieran hacer creer que mintieron quienes atribuyeron intereses políticos al fichaje de Broncano por RTVE es una completa falacia. También lo es que fuera el propio Motos el que habló de este asunto por primera vez.
Una composición temporal
La primera información a este respecto la publicó El Economista el pasado 28 de febrero. Durante todo el mes de marzo, se difundieron decenas de noticias -incluidas las de El Independiente, con varias primicias- en las que se abundó en los términos de su contrato y en la batalla interna que había provocado su contratación en la corporación. La cual, por cierto, también terminó con la dimisión del secretario general, Alfonso Morales. De lo contrario, hubiera sido imposible obtener el quinto voto necesario para designar a Concepción Cascajosa como sustituta de Elena Sánchez.
Cascajosa accedió a su cargo el 27 de marzo, tal y como figura en su contrato mercantil de “presidenta interina provisional”. A esas alturas, habían corrido ríos de tinta sobre la injerencia política del caso Broncano y la crisis institucional que había abierto en la corporación. El Consejo de Administración aprobó su contrato el 10 de abril. Fue el día 4 de ese mes cuando Juan del Val habló en El Hormiguero sobre este programa y Pablo Motos afirmó: “Bienvenida sea la competencia, bienvenido sea Broncano o quien sea. Estaremos aquí y que cada uno elija la opción que le dé la gana”. Desde unos meses antes, en Atresmedia no se esmeraban mucho en ocultar que Moncloa les había trasladado su malestar por la tertulia política que emitía una vez a la semana El Hormiguero.
Pensemos en otra tesis, y es que Broncano esté molesto por esa referencia hecha por Motos y Del Val. ¿Será a lo mejor por eso por lo que, tanto él como su equipo, han hecho múltiples referencias sarcásticas en estas semanas a 'las hormigas'? ¿Es legítima defensa? ¿O a lo mejor ilustra sobre la hipocresía de sus palabras en The Times, que quizás es la misma de quienes niegan que su aterrizaje en RTVE incluye un ingrediente de maniobra política?
Por fortuna, el tiempo acaba por poner las cosas en su sitio. La audiencia ha demostrado que quienes dudábamos de la acogida de La revuelta por la audiencia iba a ser tibia estábamos rotundamente equivocados. En la próxima campaña electoral, se abrirá otro frente que terminará de poner las fichas en fila. Porque a buen seguro que se abrirá un debate sobre dónde deben ir Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo; y dónde no les conviene, en función de si es Motos (derecha) o Broncano (izquierda).
A lo mejor piensa este último que nos tenemos que tragar eso de que la polarización que ha generado esta lucha mediática -iniciada por el PSOE, al señalar a Motos- no le ha beneficiado.
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