El fiscal general del Estado también va “p’alante”, ha tuiteado Ayuso como desde una máquina de coser en la Casa de Correos, pedaleando sobre el tafetán y la guasa del madrileñismo chulapo y cheli, un poco revoltosilla de academia de corte y confección y un poco navajera de farola. Además de la ley, tampoco está de más que al chorrafuerismo de Sánchez, pomposo y floral como un faisán de asado real, se le opongan estas rotundas sentencias de vecina o de arriero que igual sirven para hostigar al burro, para mandar a pastar a las ovejas o para meter en vereda al personal con ventolera de colleja. Mientras los jueces ejercen su autoridad jurisdiccional, Ayuso ejerce su autoridad de mandilillo, que es como si te hiciera un juicio la suegra, casi peor que los otros. En realidad, el que va “p’alante” sobre todo es Sánchez, porque ni García Ortiz, ni Ábalos, ni Koldo, ni Begoña ni el hermano lírico tienen sentido sin “El 1”. Si va a llegar a juicio con jueces, con suegra o con el pueblo no lo sabemos, pero ahora Sánchez es como un muñequito de tarta que intenta mantener el sitio y la pose mientras todo a sus pies se va deshaciendo en tajadas, mordidas o mentiras discretas o voraces.

“Y el Fiscal General del Estado, también va pa’lante” (sic), tuiteó Ayuso como con revolera de bata de cola o de delantal. Este “p’alante” de Ayuso en realidad ya se lo habíamos visto a Miguel Ángel Rodríguez (aunque los dos escriben “pa’lante” o “pá’lante”, con puntapié doble a la lengua, con dos puñaladas de apóstrofo como dos puñaladas de espadín quevedesco). Pero Ayuso es MAR convertido en Blancanieves punki, o MAR es Ayuso convertida en ogro retozón. El mensaje de Ayuso le hacía un guiño con mucho rodeo (o sin ningún rodeo) a MAR, que había usado varias veces el “p’alante” desde su Twitter balconero. Por ejemplo: “Hasta donde sé, a esta hora: Begoña va pá’lante; el hermano va pá’lante; Koldo va pá’lante; el fiscal General del Estado va pá’lante; y Ábalos va mu pá’lante… Sánchez está terminado” (todo sic). Así iba MAR señalando cómo la realidad iba atropellando a Sánchez, que yo creo que es el verdadero sentido de ese “p’alante”, que la realidad te ha caído encima como una zapatilla de madre o un varazo de vara verde. Es algo así como lo que les pasó a los indepes, que de repente vieron que los jueces no eran sofás adornados de ganchillo, sino unos señores que te mandaban de verdad a la cárcel.

García Ortiz va “p’alante”, Ábalos va “p’alante”, Begoña va “p’alante”, y es imposible o muy difícil que Sánchez se quede atrás porque es el que está delante de todo, claro, que es donde le gusta estar

García Ortiz va “p’alante”, Ábalos va “p’alante”, Begoña va “p’alante”, y es imposible o muy difícil que Sánchez se quede atrás porque es el que está delante de todo, claro, que es donde le gusta estar. Todavía me acuerdo de aquella vez que ordenó una formación en V de aviones, camiones y brigadas de bomberos detrás de él para que le hicieran la foto heroica y aviónica, y parecía Bárbara Rey en uno de esos numeritos que mezclan cañones y banderas, plumas y tangas, patriotismo y calentón. Sánchez enseguida se pone delante de todo, defendiendo su imagen, su importancia, su honra, a su señora, a su fiscal, a su hermano lírico y trágico y hasta defendiendo que Ábalos nos libró avispadamente de una crisis diplomática. Y claro, cuando su señora, su hermano, su fiscal, su mano derecha peluda y su camarilla van cayendo, no ya ante los jueces sino ante la verdad, es difícil no caer con ellos. Uno no puede ser el mascarón de proa de la honradez, la democracia, el progreso, la mesura, y otro montón de virtudes que no puedes mantener, y pretender salvarte cuando todo el montaje, evidentemente, se hunde.

El último zapatillazo de realidad o de madre, el último empujón a Sánchez fuera de sus fotos de majorette, en fin, es que el TS ha decidido investigar a García Ortiz, que más que un fiscal general del Estado es una sota de Sánchez, con capita, bucles y verduguillo. Y no es que el TS (cinco magistrados por unanimidad como cinco líneas de pentagrama) se haya tragado ningún bulo, sino que hay sobrados indicios de delito. El bulo es decir que se le investiga por desmentir un bulo, que evidentemente no es ningún delito (los paladines de la democracia olvidan de repente el principio de tipicidad, como lo olvidan todo cuando conviene). El delito es la revelación de secretos, algo que no debería hacer un fiscal pero que es lógico que haga una sota de Sánchez, un alguacilillo político pendiente no de la legalidad sino del “relato”. La cosa va “pa’lante”, pero eso no significa que no haya resistencia. El propio García Ortiz, con su dignidad de sota encartada, no ve razón para dimitir. A mí me parece una buena razón, simplemente, que la fiscalía tendría que ejercer la acusación contra el jefe jerárquico que puede darle órdenes a la propia fiscalía. Y eso no es que sea absurdo, sino que más que nada sería un timo. Aun así, se resiste. Como se resistirá Sánchez.

El que va “pa’lante” es Sánchez, lo demás es contexto y dilación. El que va “pa’lante” es Sánchez, y no está de más, ya digo, que Ayuso vaya apuntando los hitos del presidente así como con tiza, haciendo un poco esas cuentas de tiza del pueblo que creo que estarán haciendo muchos españoles. La cosa va “pa’lante”, o sea Sánchez se va estrellando inevitablemente con la realidad y también con los jueces, que no son aparadores sino gente que puede mandar a ministros, a infantitos y también a presidentes al trullo. Zapatillazo de realidad tras zapatillazo de realidad, hasta los más creyentes se van dando cuenta de que todo no puede ser bulo, fango ni fachosfera con tentáculos de pollo de Franco. Simplemente, a veces la verdad parece verdad y la mentira parece mentira. Sánchez va “pa’lante”, pero el sanchismo también intentará seguir tirando “pa’lante”. Hasta dónde será capaz de llegar Sánchez en su agonía, o en la nuestra, es lo que hay que preguntarse.