A menudo se mencionan como las principales causas del hambre en el mundo la crisis climática, la pobreza o la desigualdad. Sin embargo, el principal responsable del hambre es el propio ser humano. O, dicho de otra manera: el hambre es una tragedia provocada por el hombre. Está demostrado que nuestro planeta produce suficientes alimentos para alimentar a toda la población mundial. Pero los conflictos —también generados por el ser humano— se han convertido en la principal causa del hambre. La relación entre conflicto y hambre es innegable, y es una realidad que debemos afrontar con urgencia.

Este año, en el Día Mundial de la Alimentación, en Acción contra el Hambre centramos nuestra atención en cómo el aumento de los conflictos y la violencia ha incrementado el hambre en el mundo. Solo en 2023, se registraron 110 conflictos activos a nivel global, y este alarmante crecimiento está estrechamente vinculado al agravamiento del hambre. Ese año, 281 millones de personas sufrían inseguridad alimentaria grave, de las cuales 135 millones en 32 países lo hacían principalmente a causa de los conflictos.

En 2023 281 millones de personas sufrían inseguridad alimentaria grave, de las cuales 135 millones en 32 países lo hacían principalmente a causa de los conflictos

Los conflictos erosionan la seguridad alimentaria de diversas formas. En muchos casos, el impacto es directo: los grupos armados bloquean el acceso a cultivos y al pasto y roban cosechas, privando a la población de alimentos. Es una manera clara de utilizar el hambre como arma de guerra. También destruyen servicios e infraestructuras esenciales, como el suministro de agua, alimentos, mercados, hospitales y escuelas.

Acción contra el Hambre ha sido parte activa en la resolución 2417 del Consejo de Seguridad de la ONU, aprobada en 2018, que condena el uso del hambre como arma de guerra. Desde entonces, nos hemos enfocado en recopilar evidencias sobre la relación entre el hambre y los conflictos, identificando qué actos de violencia generan hambre y qué medidas pueden mitigar su impacto en la seguridad alimentaria.

Colaboramos con instituciones como Insecurity Insights y otras del ámbito académico como la universidad de Granada o la del País Vasco, con quienes trabajamos para desarrollar metodologías que evalúen el impacto de los conflictos en el hambre. Además, elaboramos informes sobre países donde el hambre se usa como arma de guerra, como Mali, Níger, Sudán, República Democrática del Congo y Colombia.

Este esfuerzo se realiza en coordinación con la red internacional de Acción contra el Hambre y otras ONGs, con el objetivo de crear una amplia red de colaboración y alcanzar al mayor número de países posible.

Estudiamos, por ejemplo, el desabastecimiento de mercados en algunos países del Sahel, provocado por los grupos armados que asedian ciertas zonas, bloquean el acceso a los mercados y provocan la falta de alimentos y el aumento de precios. En colaboración con las autoridades locales, buscamos soluciones para garantizar que los mercados puedan seguir abastecidos.

Los grupos armados bloquean el acceso a cultivos y al pasto y roban cosechas, privando a la población de alimentos

Un patrón común en todos los conflictos es la restricción de la movilidad. En Colombia, por ejemplo, algunas comunidades indígenas están confinadas en ciertas horas del día y no pueden pescar o cazar con libertad. Lo mismo ocurre en Malí o Níger, donde las poblaciones desplazadas están atrapadas en áreas limitadas. El control de los grupos armados impide que las personas accedan a sus campos, pastos o mercados, lo que afecta gravemente sus medios de vida. Estas dinámicas son frecuentes en todos los contextos de conflicto.

Es crucial que la comunidad internacional actúe para proteger a los civiles, garantizar el acceso humanitario y trabajar hacia una paz duradera. Solo así podremos romper el ciclo de violencia y hambre, y construir un futuro más seguro y próspero para todos.


Olivier Longué es director general de Acción contra el Hambre.