El "documental maldito" sobre Pedro Sánchez se estrenará en El País. Poca sorpresa. La Transición provocó un fenómeno curioso: hasta 1976, la doctrina se sentaba en las parroquias, mientras que, a partir de ahí, en este periódico. Habrá quien piense: “así nos va”, pero, en realidad, en todo Estado hay un altavoz oficial que dicta la moral y ninguno es perfecto. En Gran Vía 32, siempre se han considerado en posesión de las mejores esencias periodísticas y eso ocurre porque son los dueños del púlpito. Nada que resulte exótico ni especialmente incómodo a estas alturas. Quien no acepte que en toda democracia liberal hay un diario, una radio y una televisión institucional es porque todavía no ha comprendido las reglas del juego.

Por eso no resultó extraño que Prisa difunda esta obra laudatoria tras haber sido rechazada por el resto de los operadores audiovisuales. Pero vayamos más allá. Tampoco sorprende que cuando el resto de los medios comenzaron a explorar las costuras del Gobierno de Pedro Sánchez -corroborado por los últimos informes de la UCO-, hubiera periodistas y algún activista de Prisa que los empezaron a atacar, a acosar y a intentar desprestigiar, dentro de un proceso al que no son ajenos ni en Moncloa ni en su Consejería Editorial, ostentada por José Miguel Contreras, siempre al quite, siempre al lío y siempre en producción. En este caso, en favor de...

Podría decirse al leer esas críticas tan afiladas que allí son extremadamente pulcros con su labor, pero no es exactamente así. Hay de todo, como ocurre en todas las casas. Los hay diligentes y los hay que ceden con la misma facilidad que sus competidores a las tentaciones que rodean a los medios de comunicación. Una de ellas es la de ceder a los encantos del poder, en este caso, los de Pedro, quien ha provocado enamoramientos entre los periodistas y sus directores que, en algunos casos, traspasan el límite de lo profesional para adentrarse en el terreno del erotismo e incluso de lo platónico.

A lo mejor ha influido esto último en el estreno en El País del documental sobre la vida en la Corte monclovita, rodado a mayor gloria del presidente. Prisa es mucho más que esto, pero también es esto. Por eso chirría que torpedee con esa saña a su competencia cuando incurre en los mismos vicios.

La historia de una obra magna

El asunto de Las cuatro estaciones -así se llama el documental- tiene miga porque ilustra a la perfección sobre lo que es Prisa y, en definitiva, esta España nuestra. Una de sus productoras es Secuoya, cuyo presidente, Raúl Berdonés, ha sido siempre bastante hábil a la hora de moverse entre los poderosos. Le va bien y es inteligente, pero hay detalles que no merece la pena omitir. La otra responsable del reportaje es The Pool Studios, capitaneada por Andrés Varela Entrecanales, que forma parte de ese grupo de empresarios que, en mayo de 2022, decidió comprar a Telefónica el 7% de Prisa, ante su confianza en un negocio con tanto potencial.

Invirtieron 34 millones de euros en la adquisición de 50,1 millones de acciones. Pagaron 0,68% por unidad, con una prima muy generosa. Actualmente, esas participaciones valen 17 millones, dado que su cotización en bolsa es de 34 céntimos el título. Entre medias, les han planteado dos operaciones de bonos convertibles en acciones que también les obligaron a pasar por caja.

Continuemos tirando de la cuerda. Telefónica había entrado en Prisa unos años atrás porque, un buen día, mientras brillaba el sol y los mirlos cantaban, a César Alierta se le ocurrió que aquello era una buena idea. Nunca está de más tener mano en un medio de comunicación para que hable bien de ti. El empeño del fallecido empresario por Prisa fue sorprendente. Incluso cuando le habían relevado de su puesto en la compañía de telecomunicaciones intentó influir para tomar el control de El País y la Cadena SER, y tuvo que ser Soraya Sáenz de Santamaría la que frenara una de esas acometidas, con Juan Luis Cebrián todavía como presidente del grupo y el PP en Moncloa. Alguno, hoy dentro de Prisa, entonces aliado de Alierta, se acordará bien de todo aquello.

De aquellos movimientos internos se aprovechó Santander, quien ganó poder en el grupo ante la desesperación de Amber Capital, cuyo presidente, Joseph Oughourlian, inició entonces una guerra total para tratar de controlar Prisa. Finalmente, lo logró, en alianza con HSBC y la Telefónica de José María Álvarez-Pallete, dos accionistas que ya no están, pero que respaldaron ese golpe de Estado, que dio lugar a un período, el actual, en el que la gestión es mejor, pero en el que su línea editorial ha sido tan cercana al Gobierno que, por momentos, parecía que África y Europa se van a besar, en colisión con Gibraltar.

El plan de regeneración: sacadme guapo

Así que como al Ejecutivo le convenía atacar a 'la fachosfera' y a la prensa que lanza bulos porque necesitaba enemigos para camuflar su debilidad y sus escándalos de corrupción, El País, la SER y derivados se pusieron a la cabeza de esa campaña, que incluyó motes, insultos y múltiples referencias a periodistas que se empeñaban en auditar al Ejecutivo, cosa mal vista hoy en día. Llegaron a plantear en la patronal de la prensa el establecimiento de un código deontológico periodístico. Incluso Pepa Bueno, en estos días atrás, denunciaba en un foro organizado por Prisa -al que acudió Sánchez- la influencia de los poderes oscuros y "los ultrapopulismos" en los medios.

Todo eso es fantástico, pero, ¿acaso no se han observado a sí mismos? Conviene subrayarlo porque la historia de Prisa no puede entenderse sin atender a los intereses que se han mezclado en sus plantas nobles y en sus redacciones. Con Cebrián al mando, se llegó a ensalzar a Nicolas Berggruen como “un filántropo” cuando, en realidad, era un tiburón financiero que había depositado unos cientos de millones en el grupo -Liberty- cuando la crisis y la deuda amenazaban con destruirlo. En esa época, se llegó a entrevistar en El País al responsable de deportes de Catar mientras se negociaba la entrada de un fondo de inversión de ese país en el grupo, con una ampliación de capital de 64 millones de euros. El propio Sánchez llegó a denunciar, en una entrevista concedida a Jordi Évole, en 2017, que Prisa capitaneaba una operación de Estado para evitar que liderara el PSOE.

Este domingo, Prisa continuará por su senda habitual con el estreno del documental presidencial, que, entre otras cosas, ensalza el papel de España y de P-E-D-R-O durante la cumbre de la OTAN e Madrid. Por contextualizarlo, todo esto sucederá en un momento en el que la UCO ha salpicado a Pedro Sánchez -'el 1'- en sus informes sobre el caso Koldo; y en el que el Ministerio de Transformación Digital pretende lanzar una licencia de TDT -que quiere Contreras- y poner en juego una línea de ayudas de 100 millones de euros para ayudar a la digitalización de los medios.

Las grandes plataformas habían rechazado emitir este documental. Por suerte, los españoles lo van a poder ver finalmente. En Prisa...