¡Vidas ocultas y robadas! Ayer planeaban avanzar en sus carreras, tener hijos y comprarse una casa: los sueños normales de la gente corriente. Sin embargo, estos sueños no estaban destinados a hacerse realidad: sus vidas fueron robadas por Rusia. Hoy, sólo piensan en cómo sobrevivir y salvar las vidas que les han robado. Los rehenes civiles ucranianos están sufriendo, ¡y yo estoy aquí para hablar en su nombre!

Desde el comienzo de la invasión rusa a gran escala, el 20% del territorio de Ucrania se ha visto afectado por los combates, y cientos de miles de civiles han sido capturados o deportados. Miles de ucranianos secuestrados han sido encarcelados en prisiones rusas bajo acusaciones falsas. Se desconoce el número exacto de civiles detenidos ilegalmente y condenados. Las organizaciones de derechos humanos estiman en decenas de miles las víctimas, pero el verdadero alcance sigue siendo incierto. Además, no existen mecanismos legales para facilitar su liberación.

En flagrante violación del derecho internacional, las fuerzas rusas detienen a ucranianos en territorios temporalmente ocupados, los encarcelan, los torturan, los juzgan e incluso los matan. Sus familiares no saben nada de su suerte, ya que las autoridades rusas les niegan cualquier medio de comunicación. A menudo, las familias se ven abocadas a la desesperación. Recientemente, un centenar de familiares de prisioneros, tanto civiles como militares, protestaron ante la oficina de la Cruz Roja Internacional en Kiev. Pedían verdad y ayuda, ya que el Comité Internacional de la Cruz Roja es la única organización autorizada a visitar los lugares de detención de prisioneros de guerra. Sin embargo, esto sólo es posible con el permiso de la administración de la prisión, centro de detención o colonia. Rusia rara vez permite la entrada de representantes de la Cruz Roja en esas instalaciones, tratando de ocultar sus crímenes al mundo.

Las Convenciones de Ginebra sólo existen de nombre, mientras la comunidad internacional sigue fingiendo que se respetan

Las organizaciones internacionales se han mostrado en gran medida ineficaces contra las acciones de Rusia. Ni la ONU, ni la OSCE, ni la Cruz Roja han logrado avances significativos, lo que pone de manifiesto la debilidad de las instituciones internacionales. Las Convenciones de Ginebra sólo existen de nombre, mientras la comunidad internacional sigue fingiendo que se respetan.

Uno de los ejemplos más atroces que pone de manifiesto la brutalidad de la guerra rusa es la historia de Olena, una civil que consiguió regresar a casa tras soportar la esclavitud laboral. En el territorio ocupado, fue traicionada por sus vecinos y entregada a las autoridades de ocupación debido a su postura proucraniana. Olena pasó ocho meses cautiva, cuatro de ellos en una celda de aislamiento donde fue sometida a graves abusos por parte de los militares rusos. Tras seis meses de detención, los medios de comunicación rusos emitieron un reportaje sobre su supuesta liberación en territorio ucraniano. Sin embargo, tras la emisión en los canales federales, fue devuelta por la fuerza a la esclavitud laboral junto con otras dos docenas de rehenes. Fue obligada a cavar trincheras para el ejército ruso en la segunda línea de defensa, sufrió violaciones y tuvo que seguir todas las instrucciones de los invasores para sobrevivir.

Otra historia desgarradora es la de un joven talento, DJ Andriy. Era un civil que conducía para recoger a unos amigos del territorio ocupado cuando fue detenido por los militares rusos. Han pasado casi tres años y su familia sigue buscándolo. Durante este tiempo, sólo han recibido una carta suya en la que se les informa de que está encarcelado en Rusia, aunque no se han presentado cargos oficiales contra él. Fue detenido por su disidencia contra la guerra. La familia de Andriy lo localizó a través de un sitio web especial llamado «Reconoce al ucraniano por su copete». Activistas de derechos humanos sugieren que fue encarcelado porque los militares rusos querían su coche particular.

Es una práctica habitual entre las fuerzas rusas robar propiedades, ocultar sus delitos y luego encarcelar a personas en los territorios ocupados.
Como revelan estas historias, es urgente aumentar la presión internacional sobre Rusia para que ponga fin a estas violaciones de los derechos humanos y garantice la liberación de todos los ucranianos detenidos ilegalmente. Para abordar esta cuestión, la ONG PR Army y Common Sense Communications han puesto en marcha el proyecto «Arte por la libertad: Unseen Civilians». Nos hemos comprometido a utilizar el arte para llamar la atención de los europeos de a pie sobre la actual crisis en Ucrania, una situación alarmantemente cercana a ellos geográficamente. Hay que poner fin a estos horrores. Para crear un mundo mejor, cada uno de nosotros debe estar informado, comprometido y ser proactivo para marcar la diferencia.

Mi esperanza es que todos estos rehenes civiles vuelvan con sus familias, que esperan ansiosas su reencuentro, para abrazar y besar de nuevo a sus seres queridos. Me comprometo a sensibilizar a la opinión pública sobre la dura realidad de los crímenes rusos y a contribuir a la liberación de los rehenes civiles. Usted puede ayudar difundiendo la noticia e instando a sus representantes a que actúen por el bien de aquellos que necesitan desesperadamente nuestro apoyo para sobrevivir.


Khrystyna Shkudor es responsable de promoción del proyecto «¿Dónde está nuestra gente?» de la ONG PR Army.