Un viejo refrán dice “dime de qué presumes y te diré de qué careces” y se ha convertido en marca de nuestro país en la política, el periodismo, hasta en los negocios, presumir se ha convertido en una de las claves para alcanzar el éxito profesional. No detectamos la mentira a tiempo, tendemos a creer que nadie miente cuando los hay que lo hacen sistemáticamente, hasta aceptamos que el presidente del Gobierno lo haga constantemente como si fuese una condición inevitable del ser humano.

En general, nuestra clase política es así, pero refleja al resto de la sociedad española, no es distinta a ella. Pedro Sánchez presume de humildad, pero sus gestos le delatan como prepotente, llega a creerse sus propias mentiras y convence de ellas a su entorno más cercano que le es fiel por temor a perder su trabajo y algo más. Sánchez rezuma violencia, por ahora la que conocemos es la verbal, la otra está por descubrir. Su esposa Begoña Gómez también presume, de honestidad, mientras ocupa el lugar de un catedrático universitario sin sonrojarse siquiera y hace negocios muy por encima de sus posibilidades por ser quien es. Su hermano David Sánchez presume de ser un gran músico, aunque solo triunfó al llegar su hermano a la secretaria general del partido, y hoy sigue incapaz de destacar sin el dinero público de la Diputación socialista de Badajoz.

¿Qué nos pasa a los españoles que consideramos la prepotencia buena y la humildad mala? Nadie que sea grande de verdad necesita llamar la atención ni figurar todo el tiempo, pero hasta los nuevos actores políticos como Alvise Pérez actúan como los viejos de su casta y consigue así arañar casi un millón de votos siendo el perejil de todas las salsas. Según él, todas las investigaciones de la UCO de la Guardia Civil se iniciaron por su información exclusiva, y lo más sorprendente, que muchos le creen. Aceptó 100.000 euros en efectivo como cualquier político corrupto y, a pesar de ello, siguen creyendo que es la tabla de salvación en un mar revuelto de inútiles dedicados a “servir al pueblo” igual que millones siguen creyendo en Sánchez a pesar de sus cientos de promesas falsas… “Con Bildu no vamos a pactar, si quiere se lo repito otra vez, con Bildu no vamos a pactar”.

Hasta los nuevos actores políticos como Alvise Pérez actúan como los viejos de su casta y consigue así arañar casi un millón de votos siendo el perejil de todas las salsas

Este síndrome que sucede con Sánchez o con Alvise, sucede también con Errejón, creyéndose irresistible para las mujeres por ser quien es, tratándolas con mano de hierro mientras predica falso feminismo. Pero no se confundan, nunca la opinión publicada será tan cruel con Errejón como lo fue con Plácido Domingo, al igual que nunca Ábalos será masacrado con 169 portadas de periódico como Francisco Camps por unos simples trajes. Es el poder del relato quien manipula adecuadamente a la opinión pública. Por eso no se pone en duda en los grandes medios el honor de Begoña Gómez mientras al novio de Ayuso se le califica desde la Moncloa como delincuente sin serlo.

Los juzgados de instrucción, las Audiencias Provinciales y por ahora el Supremo son islas independientes del poder del Gobierno para situar las acusaciones en su justo lugar, aunque por poco tiempo si Sánchez se hace con la sala segunda de Supremo. La UCO le señala como el número uno de todas las tramas de su Gobierno y él, lejos de apartarse del foco de la investigación dimitiendo o convocando elecciones anticipadas, maneja los tiempos para colocar a una persona de confianza como magistrada de la sala que le podría juzgar en un futuro no tan lejano. Ana Ferrer es la magistrada escogida por Cándido Conde-Pumpido para ese lugar, para defender a su número 1 cuando llegue la imputación y ella lleva meses haciendo méritos para conseguir ocupar el cargo. Prepárense para el peor de los escenarios, un fiscal general imputado que no dimite y un presidente del Gobierno en la misma cuerda floja, que tampoco. Y lo peor es que dirán que se mantienen en el puesto por nosotros, por la estabilidad del país, para que no entre a gobernar la peligrosa ultraderecha, cuando jamás la democracia en España estuvo tan en peligro como con este PSOE en el gobierno. Ellos presumen de imprescindibles porque nosotros, simples votantes somo incapaces de distinguir entre el bien y el mal, necesitamos que nos guíen por el buen camino.

Dime de qué presumes…