El político que piense que va a salir bien librado del desastre de la gestión de la gota fría y sus consecuencias se equivoca. Los ciudadanos, voten a quien voten, pueden entender que es muy difícil evitar una catástrofe natural como a la que ha sacudido a Valencia y otras provincias desde el fatídico día 29 de octubre. Lo que no entienden, lo que les parece inconcebible, es que el estado, llámese gobierno o comunidad autónoma, haya reaccionado tan mal, con tanto retraso y tanta descoordinación ante la que es, sin duda, la mayor catástrofe que haya sufrido nuestro país en este siglo. Los incidentes durante la visita del rey a Paiporta es una prueba del hartazgo colectivo, por más que sean injustificables algunas conductas.
Mientras que las palabras gruesas se miden, de momento, en público, en privado y off the record, desde un lado y desde el otro, se lanzan misiles de largo alcance. Pronto estallarán. Lo advirtió el presidente del Gobierno en su comparecencia del sábado: "Ya llegará la hora de exigir responsabilidades...". ¡La que estará preparando el bueno de Pedro Sánchez! ¡Qué oportunidad para echar humo y barro sobre los escándalos que le acechan!
Sánchez cree, grave error, que dejándole los mandos a Carlos Mazón va a conseguir dos cosas: dejar al Gobierno al margen y atribuirle al presidente de la Generalitat Valenciana todos los errores y fallos que se han producido y seguro se producirán en los próximos días o semanas. A eso se le llama teledirigir la indignación justa de los ciudadanos hacia un rival político sin que este pueda escaparse. Se le obliga a Mazón a declarar el nivel 3 de alarma para intervenir, lo cual, implica reconocer incompetencia máxima, piensan en Moncloa.
El presidente midió sus palabras en su comparecencia del sábado. "No se trata de que la administración central reemplace a la autonómica. Hay que ayudarla con recursos... El Gobierno sólo asumirá el control de la crisis si lo pide Mazón".
En resumen: Sánchez se coloca por encima de la crisis, como si Valencia fuera una provincia de Marruecos. Si nos lo piden, ayudamos... ¿Es esa la posición que debe adoptar el presidente de España? ¿Acaso no le incumbe a él como jefe del gobierno adoptar las medidas que considere necesarias, lo pida o no el presidente de la Comunidad Autónoma?
Sánchez piensa que dejando la gestión de la crisis en manos de Mazón, el Gobierno no tendrá desgaste por los errores que se han cometido y se cometerán
En privado, el Gobierno se justifica diciendo que si se desautoriza a Mazón, la gestión de la crisis será aún peor, porque se haría sin su colaboración. Esto me parece inaudito. ¿Quiere decir el Gobierno que Mazón pondría zancadillas al despliegue del Ejército, o de la Guardia Civil si el mando lo ejerciera la ministra de Defensa o el ministro del Interior? Porque, de ser así estaríamos ante el reconocimiento palmario del fracaso del estado de las autonomías.
El Gobierno no está obligado, si la situación lo exige, a esperar a que el presidente de la Comunidad Autónoma, en este caso Mazón, reclame la declaración del Estado de Alarma (que no tiene nada que ver con el artículo 155 de la Constitución, como maliciosamente insinúa algún ministro). Como establece su artículo 5 la ley que regula el Estado de Alarma, puede pedirlo el presidente de la CCAA, pero la competencia es del Gobierno. Incluso, el Estado de Alarma puede ser reclamado por la delegada del Gobierno en una Comunidad Autónoma.
Sostiene Sánchez que el presidente Mazón conoce mejor que nadie el terreno, como si Valencia fuera una reserva india. Es el Gobierno es que tiene los medios humanos y materiales necesarios para abordar una situación de emergencia como la que se ha producido en Valencia. Le guste o no a Mazón, en lugar de intentar evitar un "choque institucional", Sánchez debería haber priorizado salvar vidas y paliar en la medida de los posible el desastre humano y material que hemos visto en directo y que no es propio de la cuarta potencia de la Unión Europea.
Queda tanto por hacer que bien harían el presidente, sus ministros y Mazón en ponerse a trabajar juntos para que Valencia supere cuanto antes esta situación de caos. Hay que seguir recuperando cadáveres, dando consuelo a las víctimas, limpiando calles, dando cobijo a los que se han quedado sin hogar, ayudas a los que se han quedado sin empleo, subsidios a las empresas que han sufrido en sus plantillas e instalaciones la violencia de la gota fría... En fin, dejen de tirarse los trastos a la cabeza o de amenazar con que lo harán en las próximas horas.
El daño causado ha sido y es enorme y ha puesto en evidencia que nuestro estado de bienestar no funciona. O al menos no funcionar como debiera. Que las administraciones no se entienden, sobre todo cuando no son del partido del gobierno. Que se actúa más pensando en réditos electorales que en bien de los ciudadanos. Esa es la imagen que nos retrata. Y esa es la desoladora imagen que hemos dado al resto del mundo.
Afortunadamente, lo mejor de todo, lo que nos debe llenar de orgullo, ha sido la respuesta ciudadana, improvisada, solidaria, que ha sonrojado a los políticos. Y también, el ejemplo que han dado nuestras fuerzas armadas, la Guardia Civil, la Policía y los servicios públicos que, sin atender a consignas o intereses partidistas, han puesto el foco en ayudar. Eso es lo que debe darnos esperanzas de que las cosas pueden y cambiar.
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