Finalmente, no fue la pandemia, ni el volcán de La Palma, ni Filomena, sino la gota fría en Valencia, el punto de inflexión que lo ha cambiado todo. En los anteriores desastres nos enseñaron el camino, en pandemia las autoridades políticas del Gobierno no solo fueron incapaces de evitar más muertes, sino que hicieron negocios millonarios con nuestro dolor mientras nos tenían confinados. En La Palma tres años después siguen esperando las ayudas prometidas y viviendo en contenedores, mientras que en Filomena fueron los vecinos los primeros en retirar la nieve, los que se organizaron con vehículos todoterreno para enviar ayudar donde nadie llegaba.

Los gobiernos actúan en los desastres como siempre han hecho; nos consideran a los ciudadanos incapaces de tomar buenas decisiones, seres menores a los que hay que llevar de la mano y decir qué hacer en cada momento. Estos terroríficos días tras la catástrofe hemos llegado a escuchar a un presidente como Mazón pedir a los voluntarios que no vengan a ayudar, que molestan, por que miles llegan andando a las zonas inundadas con cepillos para retirar el fango y carros de comida. Molestan los únicos que van, porque ejército, policía y bomberos no llegan a miles de ellos. No hay Estado, se organizan patrullas ciudadanas ante la falta de policía para evitar saqueos. Hemos escuchado atónitos cómo Sánchez rechazaba la ayuda de 200 bomberos y material especializado que le prestó a las pocas horas del desastre el Gobierno francés con la lacónica respuesta de “no son necesarios”.

La sociedad civil es la que organiza la recogida de alimentos, las redes sociales se convierten en las ONG del pueblo y se coordinan para llevar tractores, grúas, agua, comida, velas… Las mismas ONG que en 24 horas llegaron a Haití cuando el terremoto, son incapaces ni de acercarse a Valencia en varios días. Los españoles voluntarios sí lo hacen y no es fácil llegar, no porque las inundaciones lo impidan, sino porque las autoridades han trazado un corredor de ayuda para sus efectivos, no para los voluntarios, y a muchos no les dejan pasar, pero llegan igual caminando decenas de kilómetros para alcanzar Paiporta, Picanya, Torrent o Benetúser. Es la revolución de la calle frente a la ineptitud de los políticos.

Han colocado a los más obedientes, no a los mejor preparados, en los cargos de mayor responsabilidad política y no saben actuar cuando es necesario

Los reyes se equivocaron acompañando a la clase política en su visita a la zona cero y se equivocaron no cogiendo las palas para ayudar en vez de hacer la visita protocolaria, como hizo Rafa Nadal en Mallorca, y tras escuchar sus palabras a los ciudadanos indignados uno se da cuenta, y con perdón, que viven en una burbuja ajena a la realidad y no son conscientes de lo que sucede en España hablando de desinformación, los desinformados eran ellos. Las grandes televisiones hacen lo de siempre, mandan a sus estrellas a hacer los informativos y programas al lugar, eso sí, sin mancharse ni una gota de barro. La radio que en anteriores desastres era la mejor fuente para coordinar ayudas se ve sustituida por Instagram, TikTok o X en inmediatez, ahora podemos ver y grabar lo que sucede y a la hora exacta, no como en las inundaciones de 1957.

A los tres, cuatro, cinco días de la tragedia muchos seguían sin cubrir las necesidades más básicas, mientras Mazón repetía “si necesitamos más ayuda la pediremos”, siempre tarde y mal. Mientras continuaban con sus muertos en casa sin ser recogidos, Sánchez y Mazón se felicitaban mutuamente frente a la prensa y el resto de los ministros iban a hacerse la foto, no a ayudar, porque para ellos esto no es un desastre, es una batalla política. Sánchez quiere que este marrón se lo coma el PP y a la inversa, por eso no declaró la emergencia nacional en la zona, porque le quitaría las competencias a Mazón y las asumiría la Moncloa, y cree que le perjudica políticamente. No es la primera vez que el PSOE utiliza un desastre para hacerse con el poder, ya lo hizo en el 11M. Igual que la llegada tardía y a cuentagotas del ejército a la zona no se produce porque es responsabilidad del Gobierno y no quieren ayudar, sino perjudicar al contrincante político.

Sí, estamos viviendo una tragedia también moral, hasta el punto de que la izquierda en Valencia se organiza para hacer una manifestación contra Mazón, no para venir a ayudar. Han colocado a los más obedientes, no a los mejor preparados, en los cargos de mayor responsabilidad política y no saben actuar cuando es necesario. La política sí es el fango de este país que, en lugar de protegernos y coordinar ayudas, su negligencia nos mata.