El 30 de julio, en una misiva (similar a la atribuida a Pedro Sánchez dos años y cuatro meses antes) dirigida al déspota alauí con ocasión del vigesimoquinto aniversario de su pésimo “tele-reinado”, Emmanuel Macron hace expreso el apoyo tácito –militar, económico y diplomático– que desde hace décadas viene prestando a la dictadura alauí en su ocupación ilegal del Sahara Occidental.
No era nada nuevo, simplemente había proclamado in voce lo que todo el mundo sabía, uniéndose –carente de pudor, cuando debería abochornarse– a la camarilla de mitómanos formada por Trump y Sánchez. Con este último comparte ¿casualmente? el “honor” de haber sido espiado por la narcomonarquía marroquí (él y 14 de sus ministros) a través del malware Pegasus (desarrollado por la firma cibernética sionista NSO).
Macron, como Sánchez, ha decidido acompañar al monarca alauí en su huida hacia adelante
En un persistente intento de blanquear el genocidio de todo un pueblo y la ocupación ilegal de su tierra; tanto Macron, como Sánchez –antes– han decidido acompañar al (ausente en todos los sentidos) monarca alauí en su huida hacia adelante; sabiendo –duro es reconocerlo– que tanta carrera y tantos aspavientos empiezan y acaban en la asunción y adicción a la política del avestruz, que es la única que conocen los políticos de su talla. No se puede blanquear lo inblanqueable. Se puede teñir de un color un vaso de agua, pero no se puede hacer lo mismo con el mar. Y, sobre todo, no se puede blanquear la ocupación ilegal de un territorio, porque ¡tiene dueño! Un dueño que considera que cada palmo de su tierra es sagrado y vale cada gota de sangre que se ha derramado y –a día de hoy– se sigue derramando por él desde hace medio siglo. Esto es un hecho tangible e incontestable, y no es el humo que Macron y Sánchez se empecinan en vender al dictador marroquí.
El lunes (28 de octubre) Macron se desplaza a Rabat en compañía de nueve de sus ministros y una numerosa delegación (compuesta básicamente por empresarios) que roza el centenar. Atrás quedaron –aparentemente– los tres años de la relación áspera (con sello de Pegasus) marcada por desavenencias, difamaciones y desplantes; y Macron es recibido con honores y vítores en la capital del reino. Es el “salvador” galo que, en nombre de Francia, está dispuesto a incurrir en falso testimonio para complacer al régimen majzení, arrogándole un territorio que no le pertenece. En realidad, el señor Macron, que no está en su mejor momento (su moral y su popularidad –con un raquítico 18%– están por los suelos y fue abucheado en la clausura de los Juegos Paralímpicos de París) es el que viene a buscar la redención en Marruecos. La osadía de dar por legal lo que no lo es y el lugar al que vino a parar en busca de salvación, dan una idea de la situación desesperada en que se halla el –por ahora– inquilino del Elíseo. Coincidiendo con la llegada de Macron a Rabat, el Ministerio de Asuntos Exteriores francés altera el mapa de Marruecos que aparecía en su página web. En su lugar ha publicado un falso mapa en el que la línea fronteriza (27° 40´ N) que separa a Marruecos del Sahara Occidental aparece borrada. El presidente de Francia acaba de falsear la geografía política, adjudicando –de un plumazo– al reino alauí, un territorio cuya superficie (266.000 Km²) supera la mitad de la extensión de Marruecos (446.550 Km²), como si de una parcela de su propiedad se tratara. Si, al permitir a la entidad Studyrama publicar –a finales de agosto– una agenda escolar que incluía un mapamundi en el que se anexionaba el Sahara a Marruecos, Macron había puesto en entredicho la calidad y la legalidad del sistema educativo francés; hoy, con la publicación de este falso mapa en la web de Exteriores, Emmanuel Macron ha puesto en tela de juicio la credibilidad de la República francesa como Estado de derecho. Con este acto, Emmanuel Macron, en nombre de su país, se ha declarado, abiertamente, cómplice directo del genocidio de un pueblo y de la ocupación ilegal de su territorio, a sabiendas de que el Sahara Occidental está catalogado por las Naciones Unidas como Territorio No Autónomo pendiente de descolonización, además de ser la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) un Estado de pleno derecho de la Unión Africana (UA), que el mismo Marruecos (para posibilitar su ingreso en la UA) se vio obligado a reconocer, no solo como Estado miembro de la UA, sino como miembro fundador de este Organismo internacional.
Esta adjudicación millonaria, que codiciaban las empresas españolas, coreanas y chinas, es el precio de Macron a su apoyo taxativo a las tesis marroquíes de anexión
Para premiar la lealtad (en la que todo vale incluido la vulneración del derecho internacional) de Macron a la Corona majzení y para que éste pudiera presumir ante los franceses (o mejor dicho ante los franceses que tienen el privilegio de pertenecer al selecto y reducido grupo de grandes empresarios, al fin y al cabo, como mesócrata liberal que es, es a éstos a quien se debe) que no ha vuelto a París con las manos vacías, el dictador alauí le adjudica un contrato millonario de la Alta Velocidad marroquí cuyo montante se estima en 1.800 millones de euros. Esta adjudicación millonaria, que codiciaban las empresas españolas, coreanas y chinas, es el precio de Macron a su apoyo taxativo a las tesis marroquíes de anexión. Por su parte, el huésped galo prometió al Majzen animar al empresariado francés a invertir también en las zonas ocupadas del Sahara Occidental, aunque ello suponga para las empresas una evidente inseguridad jurídica que podría llevar sus negocios a la bancarrota. Pero esto último es lo de menos ya que, si al final los empresarios optan por no seguir los atajos ilícitos sugeridos por Macron, el efecto propagandístico resonante (de atraer inversión extranjera al Sahara ocupado) ya se ha conseguido y esto es lo que cuenta.
¿De dónde saldrán los cientos de millones de euros que se le han prometido a Macron en compensación por sus “inestimables servicios” a la dictadura alauí? Es difícil saberlo ya que:
1-Por un lado, el régimen majzení lleva décadas inmerso en una crisis social que, no solo no ha logrado aplacar, sino que se ha cronificado de tal manera que los marroquíes ya la han normalizado y dan por sentado que, con su actual régimen corrupto, están condenados a vivir en extremos de pobreza que rozan la indigencia y la única salida que les queda es la emigración masiva (en condiciones suicidas) a las costas europeas, lo cual, la dictadura marroquí se complace en alentar y facilitar para deshacerse de ellos y, de paso, someter a Europa (como ha hecho con Sánchez y Macron) obligándola a pagar un “canon” para paliar un drama que ella misma fomenta. De hecho, buena parte del presupuesto nacional se destina, precisamente, a la propaganda tendente a solapar la grave crisis social que se expande por todo el reino.
2-Por otro, solo el mantenimiento del muro defensivo (de 2720 Km de longitud) que serpentea, de norte a sur, cercando las zonas ocupadas del Sahara Occidental, le cuesta al régimen alauí tres millones de dólares diarios. A esto hay que sumarle el coste incalculable de la logística y el despliegue de los más de 100.000 soldados atrincherados a lo largo del mismo. Además de todo esto, está sufriendo en silencio las consecuencias de la guerra que los saharauis reiniciaron (el 20 de noviembre de 2020).
Una guerra que sigue negando en sus medios de propaganda, pero, al mismo tiempo, suplica a Francia que interceda en el Consejo de Seguridad para lograr un alto el fuego que le permita recuperarse de los bombardeos diarios a los que está sometida la tropa acantonada en el muro. A su pesar, los saharauis le han dejado claro que, mientras no se retire por completo del Sahara, el término tregua es, para ellos, sinónimo de blasfemia.
Con este panorama, el Majzen solo podrá “pagar” a Macron recurriendo a alguna de las tres vías siguientes (o a las tres juntas):
1-Engrosar aún más la deuda astronómica del reino, so pena de ser intervenido económicamente.
2-Exprimir al máximo el –ya resentido– presupuesto nacional empeorando aún más la desastrosa situación de sus súbditos.
3-Hacer uso de las cuantiosas ganancias que aporta el boyante “negocio” del narcotráfico, algo arduo difícil, dado que aquellas están en manos del círculo oligárquico.
Si ninguna de estas soluciones es viable, siempre se podrá echar mano de la “alternativa Sánchez”: A Sánchez, a cambio de “los servicios prestado”, se le prometió la apertura de las aduanas de Ceuta y Melilla. Una vez que el Majzen consiguió lo que quería, sencillamente se desentendió del tema y se olvidó de lo prometido (aplicando lo que, en administración, se denomina silencio negativo). Si este “recurso” ha servido para Sánchez, nada impide que también sirva para Emmanuel Macron.
Para finalizar, hemos de decir que Donald Trump, que Sánchez y Macron escogieron como referente en su posicionamiento promarroquí, acaba de hacerse con las riendas de la Casa Blanca. Este sujeto, un supremacista confeso que encarna el lado oscuro del poder, va a gobernar el mundo y el mundo entero, por desgracia, va a ser testigo de las veleidades, despropósitos y desmanes de los que es capaz. En ese momento, tanto Trump como los que se inspiraron en él para posicionarse en el asunto del Sahara, merecerán el repudio y la repulsa de todos.
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