Esta semana se ha inaugurado el puerto de Chancay, en Perú, a cuya ceremonia asistieron el dirigente chino Xi Jinping, y Diana Boluarte, presidenta del Perú. A pesar de que la obra aún no se ha completado del todo, representa un paso enorme en la cooperación económica de, no solamente Perú, sino también de América Latina. Diferentes países de la región dependen económicamente de la capacidad de la China para invertir, o de captar inversiones de Pekín, debido a su situación política y económica. Allí donde los países europeos no quieren invertir, o facilitar inversiones, China lo hace. Por ejemplo, Perú se encuentra en una espiral de inestabilidad política y económica desde hace años, y a pesar de ello Pekín ha seguido presente en el país.

El puerto de Chancay es un nudo comercial en un punto estratégico de la costa pacífica de América Latina, que va a controlar la empresa china Cosco Shipping Group, propiedad del Estado. Después de la ampliación del puerto chino de Gwadar, en Pakistán, se trata de la mayor instalación china fuera de su territorio dedicada a fines comerciales.

Esta inauguración tiene lugar mientras en Estados Unidos se inicia la transición entre la Administración Biden y la de Trump, al tiempo que arranca la Presidencia de Claudia Sheinbaum en México. China y México también son socios comerciales, y las relaciones entre ambos son cordiales, pero la importancia del puerto de Chancay va más allá del norte del Darién, es decir, toda América Latina. Faltaba un gran puerto en la costa pacífica, y ahora ya existe

Esto significa que será mucho más fácil mover mercancía china en grandes cantidades a través del océano Pacífico, y que Perú se convertirá en un punto de conexión de Chile, Ecuador, Colombia, Venezuela, Argentina, Bolivia, e incluso Brasil con el gigante asiático.

La estrategia de la administración de Barack Obama de contener a Pekín en el Pacífico no ha funcionado, pues si bien militarmente no hay interés alguno de ir más allá del Mar de la China Septentrional, a nivel comercial la apertura y uso del puerto de Chancay puede generar una oportunidad para los países de América Latina, como también para Pekín, y conseguir expandirse comercialmente donde solo tenía socios puntuales.

Habrá un efecto rebote muy seguramente en las cuestiones de las alianzas estratégicas. Es posible que surja el debate sobre si conviene o no acercar posiciones con China, o hacerlo con Estados Unidos y la Unión Europea. O con los tres a la vez para consolidar un crecimiento económico sostenido.

El 20 de enero arranca la Administración Trump. Tendremos que ver cuál es su agenda hacia América Latina, como también hacia China, porque a pesar de que Marco Rubio, de origen hispano, sea nombrado secretario de Estado, y por tanto dirigirá la diplomacia, un creciente peso de China en la región puede dejar sin efecto este nombramiento como política de acercamiento.

También tendremos que seguir qué sucede en las relaciones entre China y Colombia, cada vez más pujantes dadas las buenas relaciones de Gustavo Petro y Pekín. Recordemos que Colombia, a pesar del triunfo de la izquierda por primera vez en la historia, mantiene relaciones cordiales con Estados Unidos, y todas las políticas de libre comercio siguen vigentes entre ambos países. Pero China ya no está al cruzar el océano, ahora está en Chancay, y eso puede condicionar el acercamiento más cómodamente hacia ellos.

El puerto no solamente será un punto de entrada para la mercancía china, sino que se puede convertir en un nudo interno entre países de América Latina"

La necesidad de mover la mercancía desde Perú también puede ayudar a mejorar las infraestructuras peruanas, completamente abandonadas y degradadas. Desde servicios ferroviarios a transporte por carretera, y conectar así Chile con Colombia y Ecuador a través de Chancay. El puerto no solamente será un punto de entrada para la mercancía china, sino que se puede convertir en un nudo interno entre países de América Latina. Este hecho también juega a favor de China, pues se convierte en indispensable, aunque las relaciones comerciales no sean con ella, sino entre países vecinos.

A pesar de la inestabilidad política, de la inseguridad creciente y de la falta de inversiones, tendremos que seguir el impacto que tiene Chancay como punto estratégico. Sobre todo, después de que diferentes países como Argentina hayan dicho que se querían separar de los marcos comerciales chinos, y se han acercado más aún. 

El paso del Darién supone un reto importante porque parte el continente en dos, así que, si el proyecto de inversión en Chancay funciona, no sería de extrañar un puerto chino más al norte, quizás en Guatemala, expandiendo la terminal existente en Puerto Quetzal. Además, la particularidad de ambos puertos sería que se encontrarían en el océano Pacífico, y por lo tanto no sería necesario pasar por el canal de Panamá, ni tampoco ser controlado por su autoridad administrativa.

Es una situación de win-win para China, pues tendría más capacidad de movimiento, al situarse al norte y al sur de América. La guerra comercial en América Latina hace años que empezó, pero quizás ahora arranca una nueva etapa, entre la coexistencia de empresas y la adquisición de un sentido estratégico a algunos países a los que no prestábamos mucha atención.


Guillem Pursals es doctorando en Derecho (UAB), máster en Seguridad (UNED) y politólogo (UPF), especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado. Aquí puede leer todas sus columnas en El Independiente.