Vimos el viernes a Carlos Mazón en las Cortes valencianas intentar difuminar las responsabilidades del desastre provocado por la DANA del 29 de octubre. Pero ya era demasiado tarde. El Gobierno ha conseguido lo que pretendía: que sea el presidente de la Generalitat el que cargue con toda la culpa. A ello le ha ayudado la torpeza del propio Mazón que se resistió, no sabemos por qué, a solicitar la declaración de emergencia nacional.

El mismo viernes, El Heraldo publicó una encuesta según la cual el 72% de los españoles responsabiliza a Mazón de la mala gestión de la DANA, mientras que sólo un 53% culpa al Gobierno central. La maquinaria informativa y los medios afines a Pedro Sánchez han hecho una labor impagable. Mazón es ya un zombi, mientras que el Gobierno está a punto de irse de rositas de un desastre en el que tiene una enorme responsabilidad.

En su intento por empatar el partido, el PP ha puesto el foco en Teresa Ribera, de la que depende la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), pero se ha olvidado de lo más importante: el Gobierno podía haber declarado la emergencia nacional a última hora del día 29 o en la mañana del 30 de octubre y no lo hizo. El whatsapp que remitió Pedro Sánchez ese día a las 22,50 de la noche es toda una declaración de intenciones: "A tu entera disposición".

La torpeza de Mazón y la miopía del PP han permitido que el gobierno salga prácticamente indemne de una crisis en la que tiene la máxima responsabilidad

Esa actitud es coherente con lo que dijo en la rueda de prensa del sábado 2 de noviembre: "Si necesita recursos, que los pida". Sánchez se coloca al margen del desastre y ofrece la ayuda del gobierno como si el gobierno no estuviera obligado a actuar, a intervenir desde el primer momento. Como buen táctico que es, el presidente vio en la DANA una oportunidad: hundir a Mazón y abrir una brecha al PP en una comunidad que es clave si Feijóo quiere recuperar el Gobierno. El presidente de la Generalitat cayó en la trampa y, tal vez por estulticia, no se dio cuenta de que cada hora que pasaba sin pedir ayuda la tragedia se agrandaba en detrimento de su credibilidad como gestor. El presidente del PP, que insistió desde el principio en la declaración de emergencia nacional, no tuvo la determinación suficiente como para imponerla. Algo parecido a lo que ocurrió en 2023 cuando no impidió que Mazón pactara con Vox en su comunidad, haciendo un daño evidente a su partido en las generales que Sánchez adelantó precisamente por esa falta de visión que le daba la oportunidad de basar su campaña en que si ganaba el PP, Vox entraría en el gobierno de la nación.

Como han ocurrido tantas cosas, todas terribles, no hemos tenido tiempo de detenernos en cuál ha sido la actitud de Pedro Sánchez en otras catástrofes.

Hace poco más de tres años, el 19 de septiembre de 2021, entró en erupción el volcán de la isla de La Palma. Es verdad que los dos fenómenos, el volcán y la DANA, no tienen nada que ver. Primero por sus efectos, el volcán sólo produjo una víctima y los daños se estimaron en 842 millones de euros, mientras que en el caso de Valencia estamos hablando de decenas de miles y de más de 200 muertos. No. No comparo los hechos, sino la actitud del gobierno.

Un día después de la erupción, el 20 de septiembre, Pedro Sánchez visitó la isla e hizo unas primeras declaraciones sobre el terreno: "Lo más importante ahora es garantizar la seguridad". Ese mismo día, hay que ver con qué facilidad se nos olvidan algunas cosas, la entonces ministra de Industria, Reyes Maroto, metió la pata hasta el corvejón al afirmar que "la erupción de La Palma es un reclamo turístico que podemos aprovechar". A esas alturas centenares de familias habían perdido ya sus casas, enterradas por la lava. ¡Menudo reclamo!

El día 22 de septiembre el gobierno se comprometió a revisar todos los protocolos de actuación en catástrofes naturales. Y el ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, asumió la coordinación de la respuesta temprana y de la cobertura de los daños. En rueda de prensa, Bolaños se arrogó ese papel de coordinador: "Estamos teniendo reuniones entre ministerios para mitigar la tragedia y ser capaces de que la reconstrucción se realice de manera ágil y en el plazo más breve posible". También ese día se activó en Bruselas el Programa Copernicus.

El líder del PP, entonces Pablo Casado, ofreció al Gobierno toda la colaboración de su partido. Sánchez (desde Nueva York, ciudad a la que había acudido para asistir a la Asamblea General de la ONU) alabó "la unidad de todas las administraciones".

El entonces presidente de Canarias, el hoy ministro de Política Territorial Ángel Víctor Torres, no tuvo que pedir nada. Sánchez no le dijo "a tu entera disposición", sino que se puso manos a la obra desde el primer minuto.

¿Qué hubiera sucedido si, en lugar de ser Mazón, hubiera sido Diana Morant, la presidenta de la Generalitat valenciana?

No les quepa ninguna duda de que el gobierno hubiera actuado desde el primer minuto. El ministro del Interior, Grande Marlaska, pudo legalmente activar el nivel de alarma sin tener que esperar a que lo pidiera Mazón. Incluso la delegada del Gobierno en Valencia también podía haberlo solicitado.

Ha sido el gobierno, con Sánchez a la cabeza, el que ha usado la tragedia para sacar rédito político. El PP, en lugar de focalizar esa responsabilidad, que viene determinada por lo que establece la ley sobre el Sistema Nacional de Protección Civil, en el gobierno, se ha conformado sin embargo con centrar sus ataques en la ministra de Transición Ecológica. Sánchez se estará partiendo de risa.