El viernes pasado el ministro marroquí de Asuntos Exteriores, Nasser Bourita, declaró ante una comisión del Parlamento marroquí que «hay signos de escalada procedentes de Argelia, y un deseo aparente de pasar del conflicto a la confrontación directa».
Se trata de una declaración de una voz oficial y autorizada, y no de activistas de las redes sociales, a pesar de que estas últimas han regulado en gran medida las relaciones intermagrebíes en los últimos años. Emana de una persona que a veces no oculta su enemistad con Argelia y se inscribe en una política demostrada de reparto de tareas en el seno del majzén y en una forma de clarificación del discurso real.
La narración, a menudo destinada a un uso interno, no es nueva ni tiene fundamento: fueron los colonos franceses, grandes terratenientes, quienes habían exigido, al Protectorado francés en Marruecos y para las necesidades de su comercio, el acceso a un puerto atlántico, mucho antes de la independencia de Argelia.
Emana de una persona que a veces no oculta su enemistad con Argelia y se inscribe en una política demostrada de reparto de tareas en el seno del majzén
Este mismo acceso se ofreció a la Argelia independiente en los acuerdos bilaterales de junio de 1972 con Marruecos, que ahora han sido superados por la construcción de la línea Tinduf-Béchar-Orán, lo que marca una toma de conciencia, aunque tardía, de que nuestra política comercial debe corresponder a nuestras orientaciones estratégicas.
Tanto la Francia de Charles de Gaulle como la España de Francisco Franco ofrecieron ceder el Sáhara Occidental a Argelia, un territorio que no les pertenecía, y los norteamericanos ofrecieron compartirlo con su aliado, Marruecos. Marruecos, recordemos, aceptó compartirlo con la Mauritania del presidente Mokhtar Ould Dadah en noviembre de 1975.
Siempre resulta útil restablecer ciertas verdades históricas, porque el tono belicoso al que recurrió el funcionario marroquí procede esencialmente de un sentimiento históricamente establecido sobre el tamaño de la masa territorial de cada uno de los dos países. Hoy se ve reforzado por una arrogante seguridad basada en la última posición del presidente Macron sobre el Sáhara Occidental y la vuelta a los negocios de Donald Trump.
Armamento: ¿ha alcanzado Argelia su punto de equilibrio?
La geografía nos impone exigencias a todos, en particular en materia de seguridad y de defensa de la integridad de nuestras fronteras, y otorga a ciertos países, entre ellos Argelia, ventajas estratégicas estructurales. El problema se plantea en estos términos porque, en realidad, de eso se trata para Marruecos y para ciertas potencias del sur del Mediterráneo.
Sin embargo, deben aceptar el hecho de que Argelia se está armando razonablemente bien y que todavía no ha alcanzado el nivel de equilibrio entre su armamento actual y la inmensidad de su territorio, las amenazas de sus numerosas y largas fronteras y la hostilidad de las fuerzas regionales y no regionales.
Tanto la Francia de Charles de Gaulle como la España de Francisco Franco ofrecieron ceder el Sáhara Occidental a Argelia, un territorio que no les pertenecía
De hecho, más de 20 Estados participan directamente en operaciones militares en nuestras fronteras con Libia, Marruecos y el Sahel. Frente a estas amenazas multifacéticas, tenemos que confiar en nosotros mismos porque hemos tomado la decisión soberana, por razones históricas obvias, de no unirnos a ninguna alianza militar. Esto nos habría dado ciertamente la ventaja de beneficiarnos de la puesta en común de recursos multilaterales, pero al mismo tiempo habría significado que Argelia habría perdido su autoridad sobre las decisiones militares estratégicas. La historia nos ha enseñado a no confiar la seguridad de Argelia a otros.
Doctrinas militares divergentes en el Norte de África, ¿una fuente de tensiones?
La historia ha dado la razón a nuestros mayores, liberadores y padres fundadores de la Argelia moderna, visceralmente apegados a la soberanía y dignos herederos del pensamiento estratégico de Massinissa, que preservó la integridad y la unidad de Numidia de los poderosos hegemonismos de su época. La memoria histórica del espacio norteafricano está lejos de ser un subproducto de la colonización francesa, como algunos quieren hacernos creer. Para nosotros, es el fundamento normativo, bimilenario, de nuestros límites geográficos actuales.
La doctrina político-militar de Argelia marca una divergencia fundamental con la adoptada por Marruecos en los acuerdos militares al final del protectorado francés en 1956 y cuando fue designado por Estados Unidos hace 20 años como aliado principal de la OTAN en el Mediterráneo. También se beneficia del apoyo militar polifacético de los Estados del Golfo (apoyo diplomático, financiación de equipos, inteligencia militar) y de la ayuda de Israel desde finales de los años sesenta.
La doctrina político-militar de Argelia marca una divergencia fundamental con la adoptada por Marruecos
Nuestro vecino, una isla virtual con Argelia como única frontera internacional reconocida, aparte de los enclaves españoles de Ceuta y Melilla, no tiene ni las responsabilidades internacionales que le confiere su geografía ni las preocupaciones y amenazas generadas por 6.400 km de fronteras compartidas. Por tanto, es legítimo que Argelia cuestione la finalidad y los objetivos de la proliferación, en sus fronteras occidentales, de alianzas militares con agendas que exceden los medios y las ambiciones de Marruecos.
Argelia: el riesgo de ser percibida como hostil a Occidente
Al mismo tiempo, el discurso oficial marroquí designa a Argelia como un país hostil a Occidente y nos atribuye una alianza imaginaria con Irán y, por extensión, con Hizbulá, para insertarnos mejor en su enfrentamiento con Occidente, exponernos a las críticas de las potencias occidentales y aislarnos diplomáticamente.
Los responsables marroquíes siempre han pensado que Argelia acabaría cediendo a esta estrategia de tensión permanente dirigida contra su imagen, la estabilidad de sus fronteras y su política exterior. No aprecian que la nación argelina no se construyó en torno a sucesivos gobiernos, sino en torno a la idea de libertad.
Tampoco aprecian el grado de resiliencia de una sociedad que se ha enfrentado a tantas crisis en tan poco tiempo, ni el grado de adaptación del consenso nacional en cuestiones de diplomacia y defensa nacional. El país ha aprendido a fijar sus propias prioridades estratégicas, por lo que el gran reto seguirá siendo la defensa de sus fronteras y evitar que nuestra región se convierta en una zona de confrontación entre potencias extranjeras.
Abdelaziz Rahabi es ex embajador de Argelia en España. Fue, además, ministro de Cultura y Comunicación del Gobierno argelino así como su portavoz.
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