Teresa Ribera, burócrata con gafa de alambre, como el emoji del burócrata, va a ser vicepresidenta de la Comisión Europea, algo tan importante que hasta Sánchez se ha olvidado de su misión de contener la ola ultra y va a consentir comisarios de Meloni y de Orbán. A uno, la verdad, le sigue pareciendo que a esta Europa que juega al parlamentarismo sin unidad política y presume de potencia sin ser más que colonia sólo se van los desahuciados, los huidos, los turistas o los jubilados, de Puigdemont a Irene Montero o de Alvise a Borrell. Pero por lo visto Teresa Ribera se merece todo, votar a la ultraderecha con gusto y hasta dejar que las catástrofes nacionales históricas las manejen señores de ventorrillo, mientras los ministros y el Gobierno repasan las ordenanzas en sillones de orejas. Eso es precisamente un burócrata, alguien que mira reglamentos y estatutos bajo un gran reloj de péndulo, como bajo la autoridad de un cíclope, mientras el mundo se hunde. O sea, que a lo mejor tienen razón al nombrar a Ribera gran burócrata europea o bizantina.
Teresa Ribera ha vuelto por fin, se ha presentado en el Congreso como después de mucho tiempo y muchos embarques, como un indiano con memorias o desmemorias librescas y sonsonete de habanera. Cuando ocurrió la catástrofe, en realidad Ribera no era ministra de la cosa ecológica, ni menos de los ríos de España, que como los reyes godos o las declinaciones ya son sólo una cosa franquista. Ribera era sólo meritoria, aspirante o adelantada de Sánchez en Europa, como esos adelantados de las Indias. Y así ha seguido hasta que ha venido para echarle las culpas de la riada no ya a Mazón sino a Rajoy, y regresar enseguida a Bruselas. Quizá Ribera lleva más de seis años en el Gobierno sólo preparándose para ocupar ese sillón de orejas de Europa, como para unas olimpiadas de burócratas o huevones. Y el caso es que lo ha conseguido, que quizá no hay nada que aprecien más en Bruselas que un burócrata que lleva seis años preparando sus lápices de colores para estar allí, mientras en su país se desbocan las aguas y los políticos.
Sánchez ha conseguido, no sabemos cómo, que Ribera sea imprescindible en esa politiquería europea que está entre la rayuela y la Jenga, mientras Feijóo se va con las gafas partidas
Teresa Ribera, burócrata con café y crucigrama, como una escultura de Rodin del burócrata, va a ser vicepresidenta de la Comisión Europea y eso es otro éxito de Sánchez y otro fracaso de Feijóo. Sánchez ha conseguido, no sabemos cómo, que Ribera sea imprescindible o innegociable en esa politiquería europea que está entre la rayuela y la Jenga, mientras Feijóo se va con las gafas partidas, que a lo mejor ya no las lleva porque siempre se las parten. A Feijóo no le hacen caso ni en su casa, esa casa llena de humedades y espíritus que es Génova, como aquella casa de Bélmez, menos todavía le hacen caso en Europa. El PP europeo no ha visto necesidad de mantener el veto a Ribera, mientras los socialistas han visto en esta burócrata de ventanuco de Sánchez a alguien súbitamente indispensable. A lo mejor es cosa del destino y Feijóo tiene que resignarse a ser invisible con gafas y sin gafas, como un solterón en la verbena.
Sánchez coloca a su gente con currículum y sin currículum, con fango y sin fango, en las instituciones cervantinas de aquí o en las instituciones carolingias de allá, sin pedir perdón ni dar explicaciones, sin pudor y sin memoria (ahora Meloni y Orbán tienen tanto derecho como cualquiera). Fíjense que Sánchez va a conseguir no ya que Mazón dimita, sino que Feijóo lo eche, mientras Ribera, al menos tan empantanada como el presidente valenciano que se disfraza ahora de click de Playmobil con chaleco, va a llegar al sillón de orejas de sus sueños, o de los sueños de Sánchez. Ribera no es importante como comisaria, como experta que se duerme durante las catástrofes igual que Homer Simpson, ni como nada, salvo como pieza. Sánchez va colocando a su gente, a sus soldados, a sus piezas; sabe hacerlo, quiere hacerlo, no deja de hacerlo, no le da reparo hacerlo ni le da importancia a hacerlo. Mientras, Feijóo no hace más que preguntarse qué hace él ahí y pedir perdón por lo que pueda pasar.
Ahí tenemos a Teresa Ribera de vicepresidenta europea, algo que nos quieren vender como un éxito del país, como esos éxitos de tenista o cantante del franquismo. O sea, Teresa Ribera como si fuera Massiel, venciendo sobre los infieles europeos, altivos pecadores de la moral o de la democracia, una imagen que cala porque seguimos siendo alegres pobres que piden con la pandereta y estos pequeños triunfos nos hacen vernos en el mapa y hasta de vigía de Occidente, vigía del progresismo en este caso. Pero Ribera sólo es un triunfo de Sánchez, que tiene otra pieza no ya en el telediario sino en la burocracia vagamente romana de Europa, que aún maneja marchamos muy simbólicos y dineros muy reales. Ribera quizá es una ministra desahuciada, huida, turista o jubilada, pero eso da igual. Es otro soldado que sabe colocar Sánchez, mientras Feijóo, incluso ante un presidente igual de desahuciado, huido, turista o jubilado, no sabe si esconderse o entregarse.
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hace 1 mes
El articulista no ve méritos en Ribera, cuando un ciego los ve. Igual que la derechona antiespañola que por querer apropiarse de la patria la ponen en ridículo día sí y día también.
hace 1 mes
!! PERROOOOOS ,!! !! PERROOOOOS !! nos llaman !! PERROOOOOS!! y eso es lo que somos !! PERROOOOOS !!, fieles y leales.
Pués eso.
hace 1 mes
Pedro Bukakes, presentará su candidatura para presidir la Internacional Ultraderechista Fachista de los Pueblos Arios Franquistas de EuroAsia
toda la campaña de las europeas Teresa Bulos hablando de la ultraderecha, y ya sabemos por qué era!! ajajajajajajj
hace 1 mes
Ha colocado a Ribera, pero ha perdido, lo fundamental, su relato «impedir que llegue la ultraderecha» cediendo un vicepresidente a Meloni y un comisario a Orban, metiendo a la ultraderecha en la dirección de la Comisión europea.
¡Ahí queda, para siempre!.
hace 1 mes
Toma aniversario, JR R…
Tú sí que estás comío, JR R, qué tío más inútil.
Sánchez se traga dos sapos, escondío como la vieja el visillo, Teresita le regaló al PP la Diputación de Huelva, y a Mazón la reelección, con el mérito de la reconstrucción.
El sapo italiano y el sapo húngaro, y Feijóo queda como un señor, cumpliendo su palabra de votar NO.
Preocúpate de Bego, Koldo, Aldama y Ábalos, que de esa no os libra ni Úrsula ni el Papa de Roma, chalao.
hace 1 mes
¡Menudo aniversario del 20-N llevan los fachas este año!
Llevan 6 años de Sánchez, se han comido con patatas a Ribera
y no les hacen caso ni los fachas europeos…
Si Franco y Jose Antonio levantaran la cabeza, los despedían a todos, por inútiles.
hace 1 mes
Sánchez gobernando, dice el pobre paleto.
El mismo Sánchez que no aprueba nada en el Congreso y que sale por patas como un cobarde, y a eso le llaman «gobernar», jejejeje
hace 1 mes
Tres años como las Europeas que iba a ganar el PSOE y ganó el PP, estimado paleto JR R.
¿Qué Feijóo ni qué Feijóo, zumbao?
El jeta del Falcon se traga dos sapos para quitarse del medio a Ribera.
El Italiano.
El húngaro.
Sánchez glup glup se queda sin botes de humo para tapar la que le viene encima, Bego, Koldo, David, Ábalos, Aldama…
En unos diítas, tic tac.
hace 1 mes
El articulista se está riendo
del inútil de Feijóo
y de los que le van siguiendo
y más abajo
los batasunos de la derechona
están gimiendo
porque que gobierne Sánchez
los está jod…iendo.
Y así…
…3 años más…
…prorrogables…
hace 1 mes
A esta Europa que presume de potencia sin ser más que colonia, se van los desahuciados.
Dos líneas para una magistral definición.
Esta vez alejado de tu barroco léxico también aciertas. Luis.
hace 1 mes
El jeta del Falcon se traga dos sapos para quitarse del medio a Ribera.
El Italiano.
El húngaro.
Sánchez glup glup se queda sin botes de humo para tapar la que le viene encima, Bego, Koldo, David, Ábalos, Aldama…
hace 1 mes
Pedro, si necesitas ayuda que no tienes manos con tanto pene fachista entre ellas, pídela.