El pasado jueves 21 de noviembre los jueces de la Corte Penal Internacional emitieron órdenes de arresto contra el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, su exministro de Defensa, Yoav Gallant, y Mohamed Deif, comandante militar de Hamás.
Han leído correctamente. Una orden de arresto en la cual se equipara a un líder que ha sido democráticamente elegido con uno de los artífices de la mayor carnicería perpetrada contra el pueblo judío desde los tiempos de la Shoah. En esto ha quedado reducido una institución como la CPI.
Son muchas las voces que critican cómo se ha llevado a cabo esta guerra entre Israel y
la organización terrorista de Hamás. Es más que legítimo. Uno puede criticar
ferozmente la crisis humanitaria en Gaza y las políticas del actual gobierno israelí sin perder de vista que esta situación ha sido el desenlace de un plan coordinado y planificado al milímetro por parte de unos desalmados monstruos. Una guerra que podría haber finalizado hace mucho tiempo ya evitando así tanto sufrimiento innecesario si Hamás hubiera liberado a todos los rehenes. No olvidemos que las órdenes de arresto siempre han estado concebidas para los peores dictadores del mundo o para aquellos líderes que hayan cometido los mayores crímenes contra la humanidad.
No olvidemos que las órdenes de arresto siempre han estado concebidas para los peores dictadores del
mundo
Partiendo de la base de cómo el fiscal de la CPI, Karim Kahn, el cual no olvidemos ha sido recientemente acusado por presunto abuso sexual, ha efectuado esta orden cabe
preguntarse qué medidas se habrían tomado contra los Aliados durante el curso de la II Guerra Mundial. Imagino que se habría emitido una orden de arresto contra el Sr. Churchill por los bombardeos de Dresden, y también contra el Presidente Truman por Hiroshima y Nagasaki. Es ya más que conocido por todos el acuerdo implícito que se ha supuesto siempre entre la CPI y las democracias más avanzadas. Dicha corte está para impartir justicia contra aquellos tiranos que no rinden cuentas a nadie ya que no existen unas instituciones robustas del estado, como fue el conocido caso de Milosevic
o de Charles Taylor. Esta orden de arresto supone un duro ataque y descrédito contra la democracia israelí, la cual no tiene nada que demostrar ya que ha impartido justicia
en previas ocasiones contra sus líderes como fue el caso con el ex-primer ministro Ehud Olmert.
Por encima de todo, esto supone una señal más que peligrosa contra el conjunto de Occidente. El mensaje de fondo que está mandando el fiscal Kahn es que las democracias no tienen el derecho de defenderse cuando se ven atacadas por los regímenes más totalitarios y sanguinarios que jamás acataran las reglas del juego. Me imagino que algún día veremos órdenes de arresto contra la coalición internacional que
lideró Estados Unidos y Rusia entre otros en Irak contra el Daesh. La decisión de la Corte Penal Internacional supone una victoria hacia aquellos que glorifican la cultura de la muerte. Khamenei, Maduro, Ortega, Erdogan y el club selecto de dictaduras atroces sonríen hoy. Me imagino que la orden de arresto contra ellos es mejor dejarlas para otro día, ¿no?
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