Las elecciones moldavas supusieron una doble derrota para Vladimir Putin. El referéndum constitucional, celebrado el 20 de octubre, sobre la reforma de la Constitución para que constara la vocación europeísta de Moldavia salió adelante con el 51,68% de participación y un 50,38% a favor. Y, por otro lado, las presidenciales que se celebraban simultáneamente brindaron un cómodo 55,35% a favor de Maia Sandu, presidenta en ejercicio.
Ni las maniobras de compra de votos, ni la movilización de la diáspora moldava en Rusia, ni el intento de sabotaje de algunas urnas frenó la voluntad europeísta y democrática del pueblo moldavo. Es más, incluso en la secesionista Transnistria el porcentaje de voto a favor de Sandu fue bastante elevado pese a ser una región ocupada militarmente por Rusia.
Pero Rusia no se ha dado por vencida, y ahora hay elecciones en Rumanía. El candidato más votado de la primera vuelta fue Calin Georgescu. Contrario a la OTAN y a la UE, nostálgico de la Guardia de Hierro y del mariscal Antonescu, defensor de teorías de la conspiración y antisemita, rechaza la ayuda a Ucrania. No siempre fue así, o al menos públicamente, ya que fue candidato a primer ministro por el partido ultraderechista AUR (Alianza para la Unión de los Rumanos) en 2020, y anteriormente representó a Rumanía como funcionar en diferentes círculos internacionales.
En 2022 fue expulsado del AUR, y desde entonces es popularísimo en redes sociales entre los rumanos con sus teorías ultras y por denunciar conspiraciones por parte del globalismo contra Rumanía. Compite en segunda vuelta, que tendrá lugar el 8 de diciembre, con Elena Lasconi, la candidata del URS (Unión Salvar Rumanía), partido centrista europeísta. Lasconi fue alcaldesa de Câmpulung, una pequeña ciudad de menos de 30.000 habitantes.
El sistema político en Rumanía es un parlamentarismo fuerte, de modo que corresponde al primer ministro, y no al presidente, gestionar el día a día. Sin embargo, una victoria de un candidato como Georgescu supone dar voz y espacio a un perfil peligroso para la Unión Europea, y también puede generar inestabilidad en la propia Rumanía.
Este domingo se celebran las elecciones legislativas en Rumanía, justo una semana antes de la segunda vuelta de las presidenciales. No debería haber sorpresas, pero también se decía lo mismo de las presidenciales, donde Georgescu dio la campanada al quedar primero cuando su principal presencia pública era en redes sociales, sobre todo en TikTok, donde se dedica a difundir desinformación.
En estas elecciones también puede surgir la larga sombra del Kremlin difundiendo bulos sobre participación, errores en el recuento, generando tensión en puntos de votación o desincentivando ir a votar. Las ultimas encuestas, de AtlasIntel, señalan que puede haber un empate entre el PSD, europeísta socialdemócrata, y el AUR, ultraderechista euroescéptico. A pesar de ello, no es la primera vez que se hacen pactos para frenar a la ultraderecha rumana y su capacidad de crear inestabilidad política.
Los dos grandes partidos rumanos, los socialdemócratas (PSD) y el Partido Nacional Liberal, pactaron en distintas ocasiones para crear una estabilidad política. Y ahora, el crecimiento de la Unión para Salvar Rumanía también está a favor de la estabilidad a pesar de ser oposición política al actual gobierno rumano del socialdemócrata Marcel Ciolacu, como lo fue al del conservador Nicolae Ciucă. Puede parecer irónico, pero bajo el ultranacionalismo de AUR se encuentra uno de los caballos de Troya de Putin. Su posición sobre Moldavia, sobre la ayuda a Ucrania, sobre la integración europea o sobre la defensa común lo hacen alinears y servir de "tonto útil" al Kremlin.
Los moldavos frenaron a Putin con su voto y se espera que los rumanos hagan lo mismo, a pesar de los cantos de sirena de los simpatizantes del Kremlin
Rumanía es uno de los países más importantes en lo que se refiere a la ayuda a Ucrania, como también es fundamental para la OTAN y la Unión Europea. La importancia estratégica por su ubicación en el Mar Negro y ser vía de paso a las mercancías que provienen de Turquía, y el hecho de ser uno de los principales motores económicos del este de Europa, confieren a Rumanía una especial relevancia en Europa. Además, la diáspora rumana le brinda aun más importancia a lo que suceda en Rumanía en las elecciones del domingo. Por esta razón Putin está especialmente interesado en sembrar el caos.
Los moldavos frenaron a Putin con su voto, y se espera que los rumanos hagan lo mismo con el suyo, a pesar de que los cantos de sirena de los candidatos simpatizantes del Kremlin que les prometan solucionar todos sus problemas. Las instituciones rumanas y moldavas estén en plena ola de cuestionamientos y desconfianza. Sería interesante saber qué parte de esta desmovilización y simpatía por el sistema político proviene de campañas de desinformación rusas, como pasó en Moldavia.
Guillem Pursals es doctorando en Derecho (UAB), máster en Seguridad (UNED) y politólogo (UPF), especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado. Aquí puede leer todas sus columnas en El Independiente.
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