Hay un país cuyo presidente, en nombre de la libertad, grita a los cuatro vientos que "el Estado es el pedófilo en el jardín de infantes con los nenes encadenados y bañados en vaselina" y reafirma su identidad anunciando que no va a "pedir perdón por tener pene". A los que no piensan como él o como su hermana, a quien llaman El Jefe, les ha llamado: "hijo de remil putas", "culo sucio", "forro", "conchudo", "basura", "sorete" o "excremento humano". Y si con eso no ha sido suficiente los manda a la "concha de su madre". Cuando la cosa se pone complicada, saca su mejor recurso argumental, y recurre a la amenaza sodómica de "dejarle el culo como un mandril", "meterle el voto por el orto" o "romperle el culo" al contrincante.
Pero que esa agresividad sexo-verbal no les engañe, sus seguidores no son solo patanes barra brava que van por la calle gritando: "Me chupa la pija la opinión de los kukas". Por extraño que parezca, entre sus adeptos hay gente bien, personas conservadoras que creen en la buena educación y los valores cristianos. Entre estos últimos, Nadia Judith Márquez, que se define a sí misma en la red propiedad de Elon Musk como "cristiana - madre y esposa - abogada - pro vida - pastora igl. 'Jesús es Rey'" - DIPUTADA NACIONAL LA LIBERTAD AVANZA”.
Se trata de una política de la provincia de Neuquén que promovió la cancelación del profesor de literatura de un colegio religioso de mujeres por dar a leer a estudiantes de segundo año de secundaria "material de lectura pornográfico". Se engañan si piensan que el mentado caballero repartió entre las estudiantes copias de La filosofía en el tocador, del marqués de Sade, porque la obra que tanto escándalo provocó es Cometierra, de la escritora argentina Dolores Reyes, que según sus críticos usa "un lenguaje inapropiado y una descripción de sexo explícito innecesario" que no pueden leer sus hijos.
La novela ha vendido más de 50.000 ejemplares solo en Argentina y ha sido traducida a 15 idiomas. Está escrita por una autora que ve la sociedad desde la periferia de Buenos Aires y que da voz a ese sector que parece no existir para las élites argentinas porque les recuerda que una gran parte del país se asemeja más a La Paz o Asunción que a París y que los habitantes de las villas no llegaron en barcos, como dijo el ex presidente Alberto Fernández, sino en autobús, huyendo de la pobreza de zonas del interior como Misiones o los Andes, para encontrarse, en ese gran cono urbano, con un variante de esa misma pobreza o marginalidad de la que intentaban escapar.
Por supuesto que la señora Márquez y los otros padres de familia del colegio Pablo VI o Corazón de María son muy dueños de aislar a su progenie de todo lo que sea sexo o, mejor dicho, de reservarse para sí, de forma exclusiva, la capacidad para instruir a sus hijas e hijos en las relaciones afectivo-sexuales; pero ¿qué pasa con los padres que sí quieren que sus hijos lean ese tipo de literatura y hablen de tema? ¿Qué criterio debe imponerse? Ahora bien, me pregunto cómo hacen para evitar que sus descendientes oigan el "lenguaje inapropiado y explícito" del presidente cuando habla de "putas", felaciones y sodomía en horario infantil.
Me gustaría saber qué recursos retóricos utilizaron para explicar a su prole lo de la vaselina o lo de "dejar el culo como un mandril" sin tener que hablar de sexo explícito. Y también me da mucha curiosidad saber si aprovecharon la comparación entre pederastas y Estado que hizo Milei para informar a sus vástagos del papel de la Iglesia Católica encubriendo la violación de niños por parte de curas.
Más que el lenguaje sexual explícito, les preocupa que saquen a colación temas como los feminicidios, las desapariciones o el machismo"
Sin dudar de su amor paterno-filial, me parece que, en el fondo, más que el lenguaje sexual explícito, les preocupa que se saquen a colación temas como los feminicidios, las desapariciones o el machismo. También que sean las mujeres quienes hablen de sexo explícito o, peor aún, que esas relaciones no sean heterosexuales, como ocurre en Las aventuras de la China Iron de Gabriela Cabezón Cámara, otra de las autoras canceladas por los libertarios liberticidas.
Para ellos se trata de una guerra contra todo lo que huela a "zurdo de mierda". Es decir, contra todo lo que no sea pensar como ellos. La batalla cultural que lidera el mariscal Milei es, en el fondo, atacar sin beneficio de inventario las ideas y valores del otro. Ello ha llevado a los libertarios a caer en lo mismo que tanto criticaban a los "progres" cuando, según ellos, cancelaban o prohibían desde una supuesta superioridad moral.
Ahora se han convertido en los nuevos policías de la palabra, en una especie de inquisición que, en nombre de la libertad, lincha al profesor que dio a leer en clase –valga otro ejemplo– un cuento sobre bromas telefónicas de dos chicos de una ciudad pequeña que incluye una con temática sexual. Les invito a buscar y leer el relato corto Canelones de Hernán Casciari, para que ustedes mismos juzguen si esas cuatro líneas se merecen la hoguera.
Pero hay otras dimensiones en la cancelación de Dolores Reyes, la más denostada de las escritoras por parte de esa libertad que avanza según el equipo periodístico de El Hilo. Sorprende, por ejemplo, que la ataquen los profetas de la meritocracia, pues ¿qué mayor mérito que el de una mujer que, teniendo todo en contra, ha conseguido convertirse en una escritora de éxito internacional por su capacidad y trabajo? No me cabe duda de que en la cancelación no pesa solo lo que escribe, sino también el clasismo y el machismo de quienes no soportan que una mujer de Liniers, madre de siete hijos, que tuvo que abandonar la secundaria por un embarazo adolescente a los 16 años, y que se esforzó y trabajó para estudiar y formarse como maestra y escritora, sea ahora una de las caras de la literatura argentina. Una cara de rasgos duros y pelo grueso, con sobrepeso y tatuajes que tiene la osadía de ocupar el mismo lugar antes habitado por señores de aires patricios y trajes a medida, nacidos en Bruselas y enterrados en Ginebra.
Francisco Sánchez es director del Instituto Iberoamericano de la Universidad de Salamanca. Aquí puede leer todos los artículos que ha publicado en www.elindependiente.com
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4 Comentarios
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hace 2 días
Pongamos «el consentimiento en el centro», (Irene Montero dixit):
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¿Qué hace que el sexo no sea una violación?
Tu consentimiento.
¿Qué hace que un trabajo no sea esclavitud?
Tu consentimiento.
¿Qué hace que una transacción no sea un robo?
Tu consentimiento.
¿Qué hace que los impuestos no sean un robo?
🤔
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«Que el estado nos llame contribuyentes es equivalente a que un violador llame a su víctima «novia».»
~Javier Milei
hace 3 días
Rojo
hace 4 días
Libertad es que ud. pueda comprarle ese libro a su hijo. Liberticida es obligar a todos a leerlo (no siendo una de las grandes joyas de la literatura universal)
hace 4 días
Como os jode que las políticas de milei estén funcionando…