Querido contribuyente español:

Son necesarios los impuestos de muchos ciudadanos para sumar 124,5 millones de euros. Cada uno de ellos paga de media 15.500 euros al año (IEE), así que hacen falta las contribuciones de más de 8.000 para obtener esa cantidad. Si te dieran elegir, a lo mejor preferirías dedicar una parte de ese dinero al ahorro o a pagar el alquiler de tu casa, pero esa decisión ya la ha tomado el Gobierno por ti, dado que ha pensado en destinar esa cantidad a comprar el favor de los medios de comunicación.

La campaña contra los bulos que avivaron el PSOE, Prisa, José Miguel Contreras y compañía no sólo perseguía el arrinconamiento de la prensa crítica, sino que entre su mantillo había escondido un premio. Eran partidas de ayudas millonarias con las que Moncloa quiere fortalecer a estas empresas para que -dice- cumplan bien su función democrática y garanticen el derecho constitucional de los ciudadanos a estar bien informados. Así, en principio, cuesta pensar que cualquier organismo que viva conectado a un aparato de diálisis pueda aspirar a moverse aquí y allá sin limitaciones. En Moncloa, nos pretenden hacer creer que si inyectan decenas de millones en los medios van a ser más libres, solventes y efectivos en su misión con los ciudadanos.

Hay que reconocer Pedro Sánchez y a sus empresarios mediáticos de cámara su especial habilidad para sacar provecho de las circunstancias adversas. Porque la Unión Europea inició en 2016 un debate sobre las consecuencias de la desinformación en su territorio, dentro de un contexto de 'guerra híbrida' en el que Rusia y China lanzaban propaganda y noticias falsas de forma masiva a través de las redes sociales. Se propuso entonces actuar y desarrolló un reglamento europeo que buscaba proteger a los medios de toda injerencia a la que se enfrentaran: de las empresas, de Rusia... pero también de sus propios gobiernos.

España ha interpretado esto de una forma un tanto distinta. Podría decirse que como convenía, conviniera o conviniere a Sánchez y a sus escribientes. Porque del problema de las fake news y de las maniobras de desestabilización no culpó a las potencias 'ciberguerra', sino a la fachosfera, es decir, a ese espacio atroz del que forman parte todos aquellos cuya línea editorial es crítica con el PSOE, sean buenos, malos, brillantes y memos sin ser conscientes.

La banda del bulo

Mientras lanzaba a sus perros -perritos en algún caso- al ataque contra esta prensa, Moncloa comenzó a adjudicar a sus terminales mediáticas la responsabilidad de trasladar a los ciudadanos una información veraz. La verdad oficial. La verdad buena. La que se transmite en la prensa legacy (ojo) y progresista o desde la Agencia EFE y Radiotelevisión Española. En la primera está al mando Miguel Ángel Oliver, exsecretario de Estado de Comunicación. En la segunda, Moncloa ha aplicado un golpe de mano para controlar su Consejo de Administración. Su nuevo presidente ya pide un presupuesto mayor para cumplir su función. Se lo darán. Mientras tanto, Pedro Sánchez anuncia un reparto masivo de ayudas entre la prensa para garantizar alianzas.

El encargado de difundir las buenas nuevas -el verdadero gordo de la Navidad- ha sido el ministro Óscar López, lo cual no es casual, dado que desde el pasado sábado está al frente de uno de los proyectos más ambiciosos del PSOE, y de los que más alianzas mediáticas requerirá, como es la toma de Madrid, donde el Gobierno autonómico también juega sus cartas mediante inyecciones de publicidad institucional en los medios afines.

Tampoco es fruto de una decisión arbitraria el que la mitad de esos 124 millones vaya a ir a parar a los grupos tradicionales de prensa, con la excusa de ayudarles en la transición hacia el negocio digital. Tendría sentido esta última justificación hace 20 años, cuando estas empresas acababan de inaugurar sus ediciones en internet y comenzaban a sufrir los efectos de la decadencia del papel, que es imparable. Ahora, directamente suena a tomadura de pelo. A excusa peregrina para inflar a dos de los principales aliados de Moncloa durante los últimos años, especialistas, por otra parte, en recaudar favores gubernamentales a lo largo de su historia. Son Prisa y Godó. La editora de El País mira al horizonte y observa otra cuestión que depende del veredicto del Ejecutivo: la concesión de un canal de TDT. El asunto lo gestionará también el ministerio de López. ¿Cómo negarle entonces el fango, cuando toque, que será pronto, sino ya, en la campaña de Madrid?

Alterar la competencia para engordar las alianzas

Querido contribuyente. No creas que eres el único perjudicado en esta historia. También lo son las empresas periodísticas que aspiren a competir, ahora o en el futuro, en un sector ultra-protegido en el que su mercado se ve alterado una y otra vez por el dinero público, que todo lo empaña y todo lo pervierte, comenzando por la cuenta de resultados y terminando por la línea editorial. Tal es así que no se conocen casos de editores de prensa que, en pos de la libertad editorial, renuncien a mamar de la teta gubernamental. Son una leyenda urbana, al igual que los inversores dispuestos a apoyar proyectos periodísticos objetivos y que aspiren a la solvencia con capital privado. Aquí se aspira a vivir de lo público... y lo público condiciona el futuro de las empresas periodísticas mediante castigos y premios.

Sería injusto que centraras sólo la vista en Moncloa. Lo del reparto de dinero sucede a todos los niveles. En País Vasco existen ayudas a la prensa para fortalecerse frente a la pujanza de la inteligencia artificial. En Cataluña, por la edición de prensa en catalán y en aranés. En Castilla y León, se premia a dos constructores -con oscuro historial en los juzgados- por ofrecer un "servicio de interés general" con una televisión privada. Todo ese dinero podría destinarse a otros fines. El problema es que hay ocasiones en las que la sanidad, la educación o las carreteras no corren tanta prisa como el cuidado de las redes clientelares.

Espero que, después de leer esto, tengas un poco más claro, querido contribuyente, que la campaña contra los bulos no perseguía la erradicación de la mentira, sino redirigir fondos públicos hacia compinches y amiguetes a los que se pretende premiar desde el Gobierno para que te cuenten la verdad... pero la que interesa en Moncloa. Es decir, de todo esto tú sufrirás dos cosas: la sustracción de 124,5 millones de euros y un pequeño-gran atentado contra tu derecho constitucional a recibir información veraz.